Una lectora médica nos cuenta cómo la medicación y un fuerte sistema de apoyo la llevaron al éxito.
En mi primer año de secundaria, estaba tomando dos cursos de nivel avanzado y estaba en los equipos de fútbol y danza. Cuando llegaba a casa después de los entrenamientos, tenía un montón de deberes y no sabía por dónde empezar. No tenía capacidad de organización ni de gestión del tiempo, ni de establecer prioridades. Empezaba una asignatura y pensaba: "Esto es eterno. Nunca voy a terminar nada de esto". Entonces me paralizaba y me estresaba, lloraba, me tomaba un descanso y volvía aún más estresada porque no había conseguido hacer nada.
Fue entonces cuando mi madre me llevó a ver a un psicólogo y me diagnosticaron trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Tenía 17 años. Mi médico me recetó medicación y mi madre contrató lo que ahora se llamaría un entrenador de funciones ejecutivas.
Mi entrenador me enseñó a planificar mi tiempo. Me hizo organizar cada 15 minutos de mi día. Me enseñó que podía completar todo mi trabajo y me explicó estrategias para leer que me ayudaran a recordar mejor las cosas, como previsualizar los capítulos y no adelantarlos. Me enseñó a dividir las tareas grandes en pequeñas, a dejar de procrastinar, a priorizar, a empezar una tarea, a concentrarme y a terminarla. Empecé a utilizar una agenda para organizarlo todo. La medicación también me ayudó.
También tengo mucha suerte de tener una familia increíble que me apoyó mucho. Mi madre copiaba las páginas de mis libros de texto porque no podía escribir en ellos, y luego se sentaba conmigo como compañera silenciosa mientras yo trabajaba.
Seguí tomando la medicación hasta mi primer año de universidad y apliqué las habilidades de función ejecutiva que había aprendido. Me convertí en profesor y luego en entrenador de funciones ejecutivas, donde enseñaba a los niños cómo podían mejorar las habilidades que yo había aprendido. Ahora tengo 30 años y dirijo mi propia empresa, una organización educativa sin ánimo de lucro que ayuda a los padres a mejorar la vida académica de sus hijos.
Una vez que me diagnosticaron, me dio la oportunidad de pensar: "Tengo TDAH. Soy inteligente y capaz. Tengo algo que me frena, pero puedo crear estrategias que me ayuden a superarlo". Ya no me siento como una impostora.
Las claves de Katherine
"Para mí, no sentirme fracasada y tomar la medicación cuando la necesito son claves".
"No puedo decir lo suficiente sobre tener un sistema de apoyo realmente bueno. Tuve grandes profesores. Mis padres y mi marido me han apoyado mucho".
"Ser consciente de mí misma y aceptar todas las partes de mí, incluido el TDAH, ha sido muy importante para mi éxito."
"Practicar las habilidades de la función ejecutiva fue una gran parte de mi éxito. Saber que los adultos también pueden tener entrenadores".
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