Mi médico: Cómo nuestro perro adoptado nos cambió la vida

La ganadora del Concurso Mascotas Saludables comparte su historia y su principal consejo para el cuidado de las mascotas: jugar todos los días.

Mi marido, Bill, y yo nos hicimos amigos porque nuestros antiguos cónyuges eran hermanos. Pasábamos mucho tiempo juntos: íbamos a esquiar, celebrábamos las fiestas, ese tipo de cosas. Estábamos muy unidos. Pero primero murió su mujer (en 1998) y luego mi marido (en 2003), ambos de cáncer. Bill y yo nos apoyamos mutuamente. Nos dimos hombros en los que apoyarnos. Con el tiempo nos enamoramos.

Después de casarnos, tardamos cuatro años en encontrar una buena casa que pudiéramos pagar (las facturas médicas de nuestros cónyuges prácticamente habían acabado con nuestros ahorros). Pero una vez que encontramos esa casa, supimos que queríamos adoptar un perro, ya fuera de un refugio local o de un rescate.

Bill sirvió en Vietnam y tiene un trastorno de estrés postraumático. Hace años tuvo un golden retriever muy querido y recordaba los efectos positivos que tener un perro tenía sobre su TEPT. Uno de los marcadores del TEPT es la tendencia a una mayor irritabilidad, y pensamos que no había mejor remedio que el movimiento de la cola y la mirada empática de un buen perro. En la actualidad, muchos veteranos con TEPT tienen perros de servicio entrenados para ayudarles con sus problemas psicológicos.

El juego saludable de los perros

Adoptamos a Max del refugio de animales de nuestro condado cuando tenía apenas 12 semanas. Es una mezcla de laboratorio de algún tipo y era adorable, pero tenía un montón de problemas de salud, incluyendo alergias, una infección crónica del tracto urinario y sarna demodéctica.Sin saber cómo pasó los primeros 3 meses de su vida, fue difícil para nuestro veterinario averiguar por qué enfermaba tan a menudo. Pero cuando cumplió un año, mejoró. Ahora es un niño de 2 años muy activo y muy juguetón.

Creo que la mejor manera de mantener a una mascota sana es reservar un tiempo cada día para jugar. Una de las bendiciones de la inactividad forzada de Max cuando era un cachorro es que jugábamos a muchos juegos que suponían un reto para el cerebro, por lo que no tenía que correr mucho cuando no se sentía bien. Escondía la carne del almuerzo por toda la casa y le decía "ve a buscarla". O me escondía yo y él tenía que venir a buscarme. Con el tiempo le enseñamos a nadar en nuestra piscina. Creo que eso ayudó a su crecimiento mental, además de mantenerlo ocupado (quería mucha atención). Hoy en día le siguen gustando los juegos, y me parece que jugar con él marca una gran diferencia en su comportamiento. Es más feliz y abre las líneas de comunicación entre nosotros.

Todas las noches, cuando nos preparamos para ir a la cama, Max se acurruca en el suelo del pasillo, cerca de la parte delantera de la casa, hasta que Bill termina lo que está haciendo. Entonces, cuando Bill apaga las luces y se dirige al dormitorio, Max se adelanta a él, coge su "hueso de las buenas noches" y se sube a la cama, donde se acurruca junto a Bill y mastica su hueso mientras éste lee un libro. Es un verdadero placer tenerlo como parte de nuestra familia.

Hot