médico explica cómo se diagnostican y tratan los cálculos biliares.
Si sus síntomas sugieren un problema de cálculos biliares, es posible que su médico le examine primero la piel para ver si tiene ictericia, y luego le palpe el abdomen para comprobar si está sensible. Un análisis de sangre puede revelar evidencias de una obstrucción.
Dado que otros problemas digestivos, como una infección del conducto, pueden producir síntomas similares a los de un ataque de cálculos biliares, el médico puede realizar también otras pruebas para determinar si los cálculos biliares son en realidad los culpables.
La técnica más habitual es la ecografía. Este procedimiento rápido e indoloro utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para crear imágenes de la vesícula biliar, el conducto biliar y su contenido. A veces también se realiza un TAC para observar la anatomía de los órganos internos.
Puede utilizarse una prueba más complicada si el médico sospecha que un cálculo biliar está alojado en un conducto biliar. Conocida comúnmente por las siglas CPRE, esta prueba permite al médico observar el conducto biliar a través de un pequeño tubo flexible llamado endoscopio. El médico rocía la parte posterior de la garganta del paciente con un fármaco anestésico para evitar las náuseas, seda al paciente y pasa el endoscopio por la boca, a través del estómago y hasta la zona del intestino delgado donde entra el conducto biliar. Se inyecta un colorante a través del tubo y en el conducto biliar, y a continuación el médico toma radiografías. Durante este procedimiento también se puede realizar la extracción de cálculos. El procedimiento dura aproximadamente una hora.
Cuáles son los tratamientos para los cálculos biliares?
En la mayoría de los casos, el tratamiento de los cálculos biliares se considera necesario sólo si se tienen síntomas. De los diversos tratamientos convencionales que existen, la extirpación quirúrgica de la vesícula biliar es el más utilizado. También se ha comprobado que algunos tratamientos alternativos son eficaces para aliviar los síntomas de los molestos cálculos biliares.
Medicina convencional para los cálculos biliares
Al decidir qué curso de acción tomar para los cálculos biliares sintomáticos, los médicos suelen elegir entre tres opciones de tratamiento principales: La espera vigilante, la terapia no quirúrgica y la extirpación quirúrgica de la vesícula.
Los cálculos biliares y la espera vigilante
Aunque un episodio de cálculos biliares puede ser extremadamente doloroso o aterrador, casi entre un tercio y la mitad de las personas que sufren un ataque no vuelven a padecerlo. En algunos casos, el cálculo se disuelve o se desprende y, por lo tanto, vuelve a guardar "silencio". Dado que el problema puede resolverse por sí solo sin intervención, muchos médicos adoptan un enfoque de espera tras el episodio inicial.
Incluso cuando el paciente ha tenido episodios repetidos de cálculos biliares, el médico puede posponer el tratamiento o la cirugía debido a otros problemas de salud. Si se ha aplazado la intervención quirúrgica, debe seguir bajo el cuidado de un médico e informar inmediatamente de cualquier reaparición de los síntomas de los cálculos biliares.
Terapia no quirúrgica para los cálculos biliares
Si no puede o no quiere pasar por el quirófano por un problema de cálculos biliares que requiere tratamiento, su médico puede recomendarle una de las diversas técnicas no invasivas. Tenga en cuenta que, aunque estos métodos pueden destruir los cálculos biliares que provocan los síntomas, no pueden hacer nada para evitar que se formen otros, y la reaparición es frecuente.
Algunos cálculos biliares pueden disolverse mediante el uso de una sal biliar, aunque el procedimiento sólo puede utilizarse con cálculos formados por colesterol y no por pigmentos biliares. El fármaco Actigall (ursodiol) se toma en forma de comprimido; dependiendo de su tamaño, el cálculo biliar puede tardar meses o incluso años en desaparecer. Como algunos cálculos están calcificados, este tratamiento no suele funcionar.
Otra técnica no quirúrgica, la terapia de ondas de choque, utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para fragmentar los cálculos. Después se administran sales biliares para disolver los trozos pequeños. Esta terapia se utiliza raramente.
Los médicos también pueden intentar eliminar los cálculos biliares durante una CPRE. Durante el procedimiento se introduce un instrumento a través del endoscopio para intentar extraer el cálculo.
Aunque estas terapias pueden funcionar en algunos casos, todas las terapias no quirúrgicas mencionadas suelen ser infructuosas a largo plazo (ya que la reaparición es frecuente) y rara vez se aconsejan en la práctica clínica.
Cirugía para extirpar la vesícula biliar
Aunque la vesícula biliar cumple una función importante, no es esencial para una vida normal y saludable. Cuando los cálculos biliares son persistentemente molestos, los médicos suelen recomendar la extirpación total del órgano. Esta operación se considera una de las más seguras de todas las intervenciones quirúrgicas. Cada año se extirpa la vesícula a unos 750.000 estadounidenses. También es el único método de tratamiento que elimina la posibilidad de que se desarrollen otros cálculos biliares en el futuro.
Cuando se ha extirpado la vesícula biliar, la bilis fluye directamente del hígado al intestino delgado, lo que a veces provoca diarrea. Como la bilis ya no se acumula en la vesícula biliar, no se pueden almacenar cantidades del líquido digestivo y utilizarlas para descomponer una comida especialmente grasa. Sin embargo, esta situación no se considera grave y puede corregirse simplemente limitando las grasas en la dieta.
En el pasado, la extirpación de la vesícula biliar se realizaba mediante la tradicional cirugía "abierta", que requiere que los cirujanos hagan una gran incisión en el abdomen. Los pacientes se enfrentaban a una estancia de dos o tres días en el hospital más varias semanas de recuperación en casa.
Sin embargo, hoy en día la técnica quirúrgica más utilizada es un enfoque mucho más sencillo conocido como colecistectomía laparoscópica. El médico realiza varias incisiones pequeñas en el abdomen y utiliza instrumentos especiales delgados como un lápiz para extraer la vesícula. Un minúsculo microscopio y una cámara de vídeo, que se cuelan a través de la incisión hasta el lugar de la operación, permiten al cirujano ver la operación.
La cirugía laparoscópica es muy eficaz y segura. Ha reducido la estancia en el hospital a uno o dos días. Los pacientes manifiestan menos dolor y, por lo general, pueden reanudar su vida normal en poco tiempo. Sin embargo, las personas obesas o que tienen una infección o inflamación grave en la vesícula biliar pueden seguir considerándose candidatas a la cirugía abierta tradicional.