He aquí algunas sugerencias para empezar (y mantener) una rutina de ejercicios.
Si aún no eres activo, necesitas un plan de entrenamiento que funcione para ti. Aquí tienes algunos consejos para empezar una rutina y mantenerla.
Habla con el médico
Pregunta a tu médico o enfermera qué actividades son las más adecuadas para ti y con qué intensidad.
Subir a la cinta de correr o hacer pesas de inmediato no es una buena idea si no has hecho ejercicio durante un tiempo, o nunca. Incluso puede ser peligroso. Si tomas insulina u otra medicación para la diabetes, la actividad física puede hacer que tu nivel de azúcar en sangre baje demasiado.
Y si tienes algún otro problema de salud derivado de la diabetes, como enfermedades del corazón, daños en los nervios o problemas oculares, puede que haya algunos tipos de ejercicio que no debas hacer.
Haga un plan y rinda cuentas
Traza una rutina: los días, las horas y la duración de tus sesiones de ejercicio. Lleva también un registro de tu ejercicio y de tus niveles de azúcar en sangre.
Eso le ayudará a seguir su progreso y a ver cómo sus entrenamientos están marcando la diferencia. También te hará más responsable de las veces que faltes a una sesión o cuando no hayas hecho lo suficiente. Y puedes empezar a ver patrones, como los días, las horas o los tipos de ejercicio que te funcionan mejor.
Pero no te pongas objetivos que sepas que no puedes cumplir. Si nunca ha podido levantarse temprano para pasar una hora en el gimnasio antes del trabajo, ese no debería ser su plan ahora. Los médicos recomiendan realizar entre 30 y 60 minutos de actividad moderada y vigorosa casi todos los días, pero no hace falta que encuentres tiempo para hacerlo todo de una vez. Divídelo en sesiones de 10 o 15 minutos.
Y recompénsate cuando alcances tus objetivos. Gasta algo de ropa nueva para entrenar, un masaje o más canciones para tu lista de reproducción.
Empieza despacio
Ser activo no tiene por qué significar atarse unas zapatillas nuevas y apuntarse a una maratón. Empieza con un solo paso. Caminar es menos agotador y seguro para la mayoría de las personas con diabetes. A partir de ahí, puede ir aumentando el ejercicio más intenso.
También hay formas fáciles de añadir movimiento a las cosas que ya llenan tu ajetreado día.
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Haz algunos saltos o levántate y estira durante las pausas publicitarias de la televisión.
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Camina mientras hablas por teléfono.
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En el trabajo, sáltate el ascensor y sube por las escaleras.
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Aparca en el extremo más alejado del aparcamiento y camina.
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Estire sus tareas: haga dos viajes al garaje para descargar la compra en lugar de uno.
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Aburrimiento de la batalla
A menudo parece que lo único más difícil que empezar una rutina de ejercicios es mantenerla. Una vez que has estado en ello durante un tiempo, a veces puedes sentir que has dejado de obtener resultados, o que pierdes el interés en el gimnasio.
¡Pero no te rindas! Prueba nuevas formas de refrescar tu entrenamiento:
¿Cambiar? ¿Te sientes como un hámster en la cinta de correr? Prueba una nueva clase de ejercicio. ¿Cansado del gimnasio? Monta en bicicleta al aire libre. Estos sencillos cambios pueden sacarte de tu depresión, poner a prueba otros músculos y reducir el riesgo de lesiones.
Busca un amigo... Hablar con un compañero de entrenamiento te ayuda a pasar el tiempo. También puede motivarte para que sigas tu plan.
Si te gusta estar al aire libre, haz una excursión. ¿Te gusta el agua? Haz unos largos en la piscina. Incluso si eres un adicto al sofá, aparca la bicicleta estática delante de la televisión o transmite programas en tu smartphone. Hacer ejercicio no tiene por qué ser una tarea.
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