Entender los síntomas de la ELA, o enfermedad de Lou Gehrig

Los síntomas de la ELA afectan a los músculos de las manos, los brazos, los pies y las piernas. La enfermedad también puede afectar a la forma de hablar y tragar.

Con el tiempo, la ELA (esclerosis lateral amiotrófica o enfermedad de Lou Gehrig) debilita el diafragma, un músculo necesario para el funcionamiento de los pulmones. La dificultad para respirar es un síntoma de la ELA avanzada.

La ELA aún no tiene cura. Pero si se diagnostica a tiempo, es posible tratar algunos síntomas y mantener el control de los músculos un poco más.

Síntomas tempranos

Los signos de la ELA pueden aparecer gradualmente.

Puede notar una sensación extraña en la mano que le hace más difícil agarrar el volante. O puede empezar a arrastrar las palabras antes de que aparezcan otros síntomas. Cada persona que padece la enfermedad siente síntomas diferentes, sobre todo al principio.

Algunos de los primeros síntomas más comunes son:

  • Tropiezos

  • Dificultad para sostener objetos con las manos

  • Dificultad para hablar

  • Problemas para tragar

  • Calambres musculares

  • Empeoramiento de la postura

  • Dificultad para mantener la cabeza en alto

  • Rigidez muscular

La ELA puede afectar a una sola mano al principio. O puede tener problemas en una sola pierna, lo que dificulta caminar en línea recta. Con el tiempo, afecta a casi todos los músculos que controlas.

La ELA no afecta a todos los músculos y órganos del cuerpo. El corazón y la vejiga, por ejemplo, suelen mantenerse sanos.

Síntomas avanzados

A medida que la ELA empeora, se ven afectados más músculos y actividades. Entre los signos más avanzados de la enfermedad están:

  • Músculos más débiles

  • Menos masa muscular

  • Problemas más graves de masticación y deglución

  • Dificultad para hacerse entender al hablar

  • Problemas para respirar

Formas de controlar los síntomas

Durante las primeras etapas de la enfermedad, algunas formas de tratamiento podrían ayudar a darle una mejor calidad de vida. Entre ellas se encuentran:

Fisioterapia: Se centra sobre todo en los músculos más grandes utilizados para estar de pie, caminar, mantener el equilibrio, alcanzar, etc.

Terapia ocupacional: Ayuda a realizar actividades de los músculos más pequeños, como abotonarse una camisa, utilizar un tenedor o una cuchara o cepillarse los dientes.

Terapia del habla: Puede ayudarle a hablar con un poco más de claridad cuando pierde el control de los músculos de la lengua. Los logopedas también pueden ayudarte a controlar los problemas de deglución.

Además de estas terapias, algunas herramientas y nuevas tecnologías también pueden ayudar a los enfermos de ELA. Algunas de ellas son:

  • Sillas de ruedas motorizadas

  • Presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) para ayudar a la respiración durante el sueño

  • Dispositivos generadores de voz para ayudar a quienes tienen problemas de dicción

  • Ordenadores con software de reconocimiento ocular que ayudan a una persona a comunicarse cuando se pierde el control del habla y de las manos

En fases más avanzadas, puede necesitar una máquina para mantener los pulmones en funcionamiento. Si masticar y tragar se vuelve demasiado difícil, incluso con pequeños bocados o una dieta líquida, puede necesitar una sonda de alimentación.

Cuándo acudir al médico

Un calambre muscular en la pierna o una sensación de debilidad en la mano de vez en cuando no suelen ser suficientes para enviarte al médico. Sin embargo, si esas sensaciones duran días o semanas, deberías pedir cita.

Preste atención a los cambios en la sensación de los músculos de los brazos y las piernas. Escuche a sus amigos o familiares si le señalan un cambio en su forma de hablar o de caminar.

Puede empezar por acudir a su médico habitual. Si cree que la debilidad o el hormigueo están relacionados con los nervios, acuda a un neurólogo. Se trata de un médico especializado en enfermedades que afectan al cerebro y al sistema nervioso.

Algunos de los primeros síntomas de la ELA son los mismos que los de otras enfermedades menos graves.

Muchas de ellas, como el síndrome del túnel carpiano (un problema con los nervios de la muñeca), pueden tratarse con éxito. Para estar seguro, no dude en describir sus síntomas a un médico. Cuanto antes sepa cuál es la causa de sus síntomas, antes podrá empezar a tratarlos.

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