Cómo vencer el miedo a volar

¿Está preparado para superar el miedo a volar? Algunos de los mejores tratamientos comienzan en tierra firme.

Mary Avis llevaba años volando con mucho miedo. Sin embargo, en un fatídico vuelo de Virginia a Boston hace varios años, su miedo acabó por tomar el control absoluto. A pesar de que el tiempo estaba despejado y el vuelo era tranquilo, a Avis le entró el pánico.

"Estaba segura de que si me levantaba, el suelo se derrumbaría y me caería", dice Avis, que ahora tiene 61 años, y que pasó todo el vuelo inmóvil y petrificada.

Cuando el avión aterrizó en Filadelfia para repostar, Avis huyó. "Mi marido estaba molesto, por decirlo suavemente", dice.

"En lugar de un vuelo de una hora a casa, hicimos un viaje de 14 horas en tren". No pudo volver a volar durante cinco años.

El miedo a volar puede parecer irracional, pero no es ninguna broma.

Puede restringir su vida y entorpecer su carrera, dice Al Forgione, PhD, un psicólogo de Boston que trata esta condición. Además, es algo común: una encuesta realizada en 2006 por Gallup y USA Today reveló que más de una de cada cuatro personas tiene algo de miedo, y una de cada 10 considera que tiene mucho miedo a surcar los cielos.

A pesar del término, el miedo a volar no es sólo un miedo a estar en el aire.

Algunas personas tienen claustrofobia o miedo a estar lejos de casa. Forgione dice que el miedo más común no es estrellarse, sino ponerse histérico y humillarse en el vuelo. Y "el miedo subyacente en todas estas ansiedades es la pérdida de control", dice. Para crear la ilusión de control, algunas personas creen que sus acciones -estar atentos a ruidos extraños, notar la más mínima inclinación o incluso permanecer inmóviles en sus asientos- podrían realmente salvar el avión.

Aunque no puedes controlar el vuelo, sí puedes controlar tu propia reacción emocional. Muchas personas empiezan con la terapia.

Forgione imparte clases para personas que tienen miedo a volar. Los alumnos aprenden ejercicios de respiración para calmarse en situaciones de tensión. Visitan la terminal y ven cómo despegan y aterrizan los aviones. Para graduarse, la clase realiza un vuelo corto de ida y vuelta.

Otros terapeutas utilizan la realidad virtual para ayudar a las personas a sentirse más tranquilas al volar.

Llevando un casco especial con monitores y altavoces, experimentan una simulación por ordenador del aeropuerto, la cabina y el vuelo sin salir de la seguridad de la consulta del terapeuta.

Forgione añade que los medicamentos pueden ser una herramienta útil. Pequeñas dosis de un sedante suave pueden permitir que personas que de otro modo tendrían demasiado miedo se suban a un avión.

En cuanto a Avis, finalmente se decidió a tomar la clase de Forgione. Aunque dice que la clase fue un trabajo duro - "aprender a relajarse no es fácil", señala-, valió la pena. "Me sentí victoriosa cuando tomé el vuelo de graduación", dice.

Ahora Avis dice que está tan relajada en los vuelos que se queda dormida, algo inimaginable antes.

"Hoy en día, lo único que realmente me molesta de volar", dice, "es que me despierte un piloto parlanchín hablando del tiempo".

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