¿Sin apetito? El médico le ayuda a saber si la razón puede ser una enfermedad grave?
Hay muchas cosas que pueden afectar a tu apetito.
¿Estás estresado?
Cuando estás ansioso, tu cuerpo responde. La ansiedad desencadena cambios emocionales y psicológicos en tu cuerpo para ayudarte a lidiar con la presión. Estos cambios suelen afectar al estómago y al tracto digestivo y pueden hacerte perder el apetito. Si el motivo es el estrés, el hambre suele volver una vez que te sientes más relajado.
Podrías tener un virus estomacal?
También conocida como gastroenteritis, esta enfermedad suele cursar con vómitos y diarrea. Ambos pueden provocar cambios químicos en el estómago. Los resfriados y la gripe pueden causar los mismos síntomas. Los cambios pueden hacer que no quieras comer. En la mayoría de los casos, las sensaciones desagradables desaparecen en un par de días. Si ves que sigues sin hambre, llama a tu médico. Podrías tener una infección o un virus grave que hay que tratar.
Podría ser tu medicación?
Ciertos fármacos como los antibióticos, los medicamentos para el TDAH y los analgésicos como... la codeína o la morfina, pueden frenar tu apetito. Retrasan ciertos sensores en el estómago. Si crees que tu medicación puede estar afectando a tu apetito, no dejes de tomarla hasta que hables con tu médico.
¿Podría estar embarazada?
Podrías pensar que tener otro humano a bordo te haría pasar más hambre. Pero para algunas mujeres embarazadas puede ser todo lo contrario. Llevar un bebé provoca todo tipo de cambios hormonales. En el primer trimestre, el apetito puede disminuir a causa de las náuseas o los mareos matutinos. En el tercer trimestre, es posible que sientas menos hambre porque la presión que ejerce el crecimiento del bebé sobre tu abdomen deja poco espacio para la comida.
¿Te estás haciendo mayor?
A medida que envejeces, tu cuerpo cambia. Tus sentidos no son tan agudos, y eso incluye los sentidos del gusto y el olfato. Muchas personas mayores descubren que la comida ya no sabe bien. Otros pueden sentirse llenos después de unos pocos bocados. A medida que envejece, también es más probable que tome medicamentos, se enferme más a menudo, tenga problemas dentales o se sienta deprimido. Todo ello puede modificar tus ganas de comer.
¿Podría ser la diabetes?
Si tienes diabetes, puedes desarrollar una complicación llamada gastroparesia. Este trastorno afecta a personas con diabetes de tipo 1 y de tipo 2. Hace que el estómago tarde demasiado en vaciar su contenido. Esto se debe a que la diabetes puede dañar los nervios del intestino que mueven los alimentos a través del sistema digestivo. La ralentización puede hacer que te sientas lleno incluso cuando no lo estás.
¿Podría ser un cáncer?
El cáncer y los tratamientos contra el cáncer suelen hacer que las personas sientan menos hambre.
El cáncer puede provocar inflamación y desequilibrios metabólicos, que cambian el sabor de los alimentos. Muchas veces, los sabores se vuelven demasiado desagradables para comer.
La quimioterapia, la radioterapia, la inmunoterapia y otros tratamientos contra el cáncer pueden provocar efectos secundarios como náuseas, llagas en la boca, dificultad para tragar, sequedad de boca, cambios en el gusto y estreñimiento. Todos ellos pueden provocar la pérdida de ganas de comer.
¿Ha tenido una lesión en la cabeza?
Si has tenido una conmoción cerebral, es posible que después pierdas el apetito. El síndrome postconmoción cerebral (SPC) es un conjunto de síntomas que pueden durar varias semanas o meses. Uno de ellos son los cambios en el gusto y el olfato. Eso puede llevar a la pérdida de apetito. Habla con tu médico sobre esto.