¿Sus hijos reciben demasiados regalos en las fiestas?

Lo que importa es el significado de los regalos, dice un experto a doctor Magazine.

Seguramente sabe lo que ocurre cuando consiente a sus hijos con demasiadas cosas. Y quizá consiga resistirse a sus constantes peticiones de juguetes, dispositivos digitales y aplicaciones para teléfonos inteligentes durante la mayor parte del año. Pero cuando llega la temporada de vacaciones, ¿te sientes presionado para inundarles de regalos?

El hecho de que todos estos regalos sean buenos o no depende de la motivación que haya detrás de ellos, dice la doctora Seema Desai, psiquiatra certificada.

"En nuestra cultura, las fiestas son un momento de celebración, tradición y, sí, de hacer regalos", dice Desai. "Lo importante es que los padres vuelvan a conectar con sus propios valores y comprendan lo que les hace felices. La entrega de regalos no debe estar alimentada por un sentimiento de culpa u obligación, ni por la manipulación del niño. Es muy importante que provenga de un lugar de compasión y generosidad. La misma serie de regalos con distintas motivaciones tiene efectos diferentes, y estas motivaciones pueden afectar también al resultado para el niño".

En otras palabras, bombardear a un niño con regalos para hacerle feliz durante estas fiestas sin ninguna conexión mayor con algo significativo -espiritual o de otro tipo- puede hacer que tanto el que da como el que recibe se sientan vacíos. Desai cree firmemente en la necesidad de recompensar a los niños con regalos que les dejen una sensación de logro o que estén ligados a un objetivo mayor. Anima a los padres a ayudar a sus hijos a participar en "actividades sociales que cultiven la bondad, la gratitud, el servicio y la generosidad, y que fomenten un sentido de conexión y significado".

También aconseja vincular los regalos, en la medida de lo posible, con hábitos positivos.

Charla feliz

Según un reciente estudio de Children's Worlds en el que se encuestó a niños de 15 países, ricos y pobres, los niños no sólo desarrollan mejores habilidades de afrontamiento cuando no se les consiente en exceso, sino que también son más felices.

A los niños de 8 a 14 años se les preguntó si tenían acceso a nueve cosas (buena ropa, un ordenador, Internet, un teléfono móvil, su propia habitación, libros, un coche familiar, un reproductor de música y un televisor) y sobre lo felices que se sentían. La felicidad relativa era muy alta entre todos los niños, siendo los niños rumanos más pobres los más felices de todos. Los niños ingleses más ricos se situaron en una posición más baja: 13 de 15.

Sin embargo, cuando se encuestó a los adultos de estos mismos países, se observó una relación directa entre las posesiones materiales y la felicidad. La rica Noruega fue la que más satisfacción vital obtuvo; la empobrecida Etiopía, la última.

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