Tu hija de 12 años: Prepárate para los grandes cambios de los últimos años de la adolescencia. Descubre qué puedes esperar y cómo puedes apoyarla.
Pubertad
Si aún no ha comenzado, la pubertad está a la vuelta de la esquina. Al comenzarla, tu hija dará un estirón. Será más alta, sus caderas se ensancharán y su cintura se estrechará. Sus pechos comenzarán a desarrollarse y les empezará a salir vello en lugares que antes no tenían mucho C en la zona del pubis, debajo de los brazos y en las piernas. Gracias a las hormonas, las cosas empiezan a cambiar.
Las emociones de tus hijas pueden pillarte por sorpresa. En un momento sienten que pueden hacer cualquier cosa. Al siguiente se sienten fracasadas. Están contentas, luego tristes, luego felices de nuevo. Quieren abrazarse, y luego rechazan toda forma de afecto por tu parte. Sé positivo y dale apoyo. Como todos los niños, necesitan saber que estás ahí para ellos.
Su cerebro es físicamente muy grande, pero no dejará de madurar hasta los 20 años. El córtex prefrontal, que ayuda a controlar los impulsos y la capacidad de organización (planificación, razonamiento y resolución de problemas), aún tiene años por delante para desarrollarse plenamente. Pero ahora son capaces de expresar sus sentimientos y pensar en términos abstractos: conceptos como justicia, igualdad, política y civismo. También son mejores en la resolución de problemas y en la lógica. Planificar y pensar en las consecuencias puede seguir siendo un reto
Esto se debe a que su conciencia social está en pleno apogeo. Es una época de transiciones y contradicciones. Son el centro de su propio universo, pero eligen pasar tiempo con sus amigos. Están desarrollando su identidad pero están desesperados por encajar.
Aprovecha esto para ayudarles a aprender a tomar buenas decisiones. Destaca una buena decisión que hayan tomado en el colegio o en una actividad social como el deporte y... valora su individualidad. Cita tus propios ejemplos con tus amigos... Hazles preguntas sobre su proceso de pensamiento y cómo pensaron que fue. Esto les da una autoestima muy necesaria para cuando surjan decisiones más difíciles. Y, además, te convierte en una sólida caja de resonancia.
El aumento de la actividad social también implica una fuerte exposición a la presión de los compañeros. Están tomando decisiones sobre el uso de las redes sociales, el tabaco, el alcohol, las drogas y los distintos niveles de madurez y curiosidad sobre el sexo. Puede que ya hayas hablado con ellos de estos temas en el pasado, pero es hora de volver a hacerlo porque los están viendo con nuevos ojos. Pregúntales qué están viendo y cómo se sienten al respecto. Represente algunas situaciones en las que tengan que tomar una decisión difícil. Recuérdales cuál es tu posición con respecto a los límites y las consecuencias.
Pueden estar sensibles y enfadados, pero eso es normal. La depresión tiene un aspecto diferente. Si han perdido el interés por las actividades que normalmente disfrutan, parecen agitados o inquietos o descuidan su aspecto, puede ser el momento de hablar con un médico o profesional de la salud mental.
La depresión puede adoptar la forma de abuso de drogas, un trastorno alimentario o autolesiones. Los cambios en la química del cerebro también pueden desencadenar enfermedades mentales como los trastornos de ansiedad.
Lo que se les expone en la red importa tanto como lo que viven en la vida real (o IRL, como se dice). Los preadolescentes son astutos y conocen muchas formas de burlar los controles parentales, por lo que es importante mantener la conversación sobre la seguridad en línea. Habla con ellos sobre la forma en que se presentan en Internet y el efecto que puede tener en las solicitudes de ingreso a la universidad, en los futuros empleos y en otros aspectos. Infórmate sobre las redes sociales que utilizan: comprueba sus cuentas y habla con ellos sobre lo que comparten y por qué.