Una búsqueda para saber cómo envejecen las células inmunitarias
Escrito por Tara Haelle
12 de noviembre de 2021 -- Un factor de riesgo clave para la COVID-19 grave es la edad, en parte porque la respuesta inmunitaria se debilita a medida que envejecemos. Pero nuestra comprensión de este efecto de la edad sigue siendo confusa, ya que el sistema inmunitario es uno de los más complejos del cuerpo humano.
Con la esperanza de despejar parte de esta niebla, el Centro Oncológico de Yale ha creado un grupo dedicado a estudiar cómo afecta la edad a las células inmunitarias. Los investigadores del nuevo centro han recibido una subvención de 6,5 millones de dólares de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) para dedicar 5 años a cartografiar el envejecimiento de las células del sistema inmunitario.
En las células, el envejecimiento o la senescencia, significa que han dejado de dividirse. Las células senescentes tienen un papel en la promoción de la salud, pero también pueden contribuir a la enfermedad. Por ejemplo, la senescencia es una defensa contra el cáncer -las células que no se dividen nunca se dividirán de forma descontrolada-, pero un peligro para la salud cuando la acumulación de células senescentes desencadena una inflamación en el tejido circundante.
Los investigadores tienen previsto estudiar distintos tipos de células senescentes en el sistema inmunitario humano para saber cómo influyen en su entorno. Los investigadores harán un seguimiento de las células de los ganglios linfáticos, donde se desarrollan las células inmunitarias. Si las células de los ganglios linfáticos se vuelven senescentes y circulan por el cuerpo, pueden acabar afectando a muchos otros órganos además del tejido linfático.
El objetivo es crear un mapa de por dónde viajan las células inmunitarias senescentes y cuáles son sus efectos. El nuevo centro es uno de los ocho centros de cartografía de todo el país que forman la Red de Senescencia Celular, o SenNet, cuyo objetivo es conocer todos los tipos de células senescentes de todo el organismo.
Una vez que los científicos tengan una imagen completa de las células senescentes y de su comportamiento, esperan poder distinguir las células sanas de las que causan enfermedades. Esta información podría orientar el desarrollo de terapias que, aunque no curen una enfermedad, podrían frenar su avance o incluso el propio envejecimiento.
