Gracias, Doc
Escrito por colaboradores de la redacción de doctor De los archivos de doctor
Ocho días después de mi 16º cumpleaños, me diagnosticaron cáncer de colon.
Supe que algo iba mal en el verano de 1987 cuando encontré sangre en mi ropa interior. Mi madre lo descubrió más tarde cuando estaba haciendo la colada. Condujo hasta mi colegio y me llevó directamente al médico. El médico nos envió al hospital de inmediato para que nos hicieran pruebas.
Las noticias fueron horribles. Los médicos les dijeron a mis padres que, incluso con radiación y quimioterapia, probablemente no viviría hasta Navidad, a tres meses vista. Pero de todos modos me operaron el 21 de septiembre, durante 12 largas horas, ¡y yo despertándome en medio! Los médicos entraron, cogieron el tumor al final de mi colon y no pudieron encontrar ninguno de los otros agentes cancerígenos esperados.
Después de la operación, los médicos me hicieron más pruebas, que arrojaron resultados muy diferentes. Mis médicos dijeron que no necesitaba ni radiación ni quimioterapia, porque el resto del cáncer había desaparecido. Ahora se me conoce como el Niño Milagro.
Como el tumor destruyó el músculo cercano al recto, tuve que someterme a una colostomía, en la que los médicos extirpan parte del colon y crean una abertura en el abdomen, por la que drenan las heces.
Por ello, mi única preocupación real después de la operación era si alguna vez encontraría una mujer que me quisiera con esta condición y que también quisiera tener hijos conmigo. Con los años he descubierto que a algunas mujeres les importa y a otras no.
Mi consejo para todas es que, por favor, se cuiden más. No sólo comiendo bien o evitando fumar, sino yendo al médico con regularidad. Ir con regularidad te da tiempo a descubrir a tiempo si hay algo mal para que tu médico pueda ayudarte antes de que se convierta en un problema grave, como ocurrió en mi caso.
Hace poco fui al médico que me operó -después de no haberlo visto durante muchos años- y me hice un chequeo, sólo para estar segura. Me hizo algunas pruebas y el resultado fue que mi salud es perfecta. No tengo nada de qué preocuparme, pero sé que debo seguir acudiendo a esas revisiones.
Le dije a mi médico que cuando se jubile tiene que encontrarme un médico en el que pueda confiar tanto como yo en él. Sólo quiero terminar esta historia diciendo: gracias, doctor, por todo. Por darme la oportunidad de experimentar la vida.
Te debo más de lo que nunca sabrás.