De los archivos médicos
En la década de los 90, la "autoestima" era una potente palabra de moda en los círculos de padres y educadores. Se pensaba que una alta autoestima conducía a un alto rendimiento en la escuela y en las relaciones. Y se pensaba que una baja autoestima conducía a problemas como el abuso de sustancias, el embarazo adolescente, la delincuencia y el bajo rendimiento escolar.
Hoy en día, la mayoría de los padres están familiarizados con la idea de que los niños deben tener una alta autoestima, si es que no son totalmente devotos de ella. Pero, ¿la combinación de demasiada autoestima y "sobrepaternidad" ha dado lugar a una generación de jóvenes cuyo sentido del derecho supera con creces sus capacidades reales, por no hablar de sus logros?
Algunos expertos en desarrollo infantil empiezan a pensar que sí. "La comprensión del sentido común de la autoestima se ha visto oscurecida por su aplicación excesiva", afirma el doctor Allan Josephson, presidente del Comité de Familia de la Asociación Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente. "La autoestima es ciertamente importante. Pero hemos desarrollado esta noción errónea de que los padres deben premiar y elogiar continuamente a sus hijos. Eso tampoco funciona".
Los posibles vínculos entre una alta autoestima y un alto rendimiento parecen bastante intuitivos. Pero algunos nuevos análisis sugieren lo contrario: que una alta autoestima puede acarrear problemas, como el narcisismo, el acoso escolar, el aumento del consumo de drogas y alcohol, y más relaciones sexuales entre los adolescentes, no menos. Por la misma razón, la baja autoestima no conduce a tantos comportamientos de riesgo como se pensaba anteriormente.
Además, señala Josephson, ha quedado claro que si bien la falta de cariño puede conducir a una baja autoestima, un exceso de cariño también puede crear problemas. Esto se debe a que los niños sobrevalorados dependen de los elogios externos para sentirse bien, y cuando esos elogios de los padres faltan, como cuando el niño se va a la universidad, la baja autoestima puede colapsar porque no hay un fuerte sentido interno de valor.
Josephson señala que tanto los niños sobrevalorados como los infravalorados pueden adaptarse anteponiendo sus propias necesidades. El niño sobrevalorado realmente cree que es superior a los demás, y el niño infravalorado piensa que si no consigue lo que necesita, nadie más le ayudará a conseguir esas cosas tampoco. Ambos grupos pueden actuar de forma egoísta.
Una "autoestima sana proviene de tener unos padres que estén disponibles física y emocionalmente", subraya Josephson, "y que establezcan límites apropiados a su comportamiento [de los niños], y luego les ayuden a desarrollar su autonomía". Debería ser un subproducto de una relación sana con el niño, no el objetivo."
Los niños y la autoestima: Encontrar un término medio feliz
Josephson sugiere a los padres que prueben lo siguiente para lograr un equilibrio saludable:
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Ayude a sus hijos a dominar las tareas asociadas a cada etapa de desarrollo, desde la infancia hasta la joven edad adulta, y sólo con ellas.
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Enseñar a los niños pequeños a controlar sus impulsos y a respetar los derechos de los demás.
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Recompensar y aplaudir los verdaderos logros; alabar cada pequeña cosa puede llevar a una necesidad constante de elogios.
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Establezca límites y cúmplalos, explicando por qué una acción o comportamiento concreto tiene una consecuencia específica.
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Ayuda a los adolescentes a desarrollar su autonomía; no los mimes ni los sobreprotejas. Lo harás a costa de ellos.