De los archivos del médico
Cuando Deborah Lader, de 49 años, era una niña, los experimentos de su padre en materia de horticultura eran un poco desafortunados. "De hecho, ató tomates comprados en la tienda a las plantas para que pudiéramos ver cómo debía ser un huerto", se ríe Lader. "No hace falta decir que el calabacín no formaba parte del menú de mi infancia". De adulta, Lader -que vive en Chicago y trabaja como artista y músico folclórico- descubrió que sus propias aventuras de jardinería orgánica le hicieron descubrir las posibilidades de cultivar sus propios productos. Y desde entonces ha descubierto que le gustan los calabacines.
No así los dos hijos de Lader y su marido. "No me gustaba el calabacín porque me parecía que tenía un regusto raro", dice su hijo Daniel.
Entonces, Lader probó a cocinar la verdura de una forma nueva para Daniel, que necesita una dieta sin gluten ni lácteos, dice Lader. "Una vez a la semana, más o menos, le hago una sartén con la carne o el pescado que le voy a preparar, recubierta de cualquier cosa que tenga a mano y que no contenga gluten".
Un día el recubrimiento era una mezcla de harina de arroz integral, harina de garbanzos, harina de almendras, ajo en polvo, sal, pimienta y perejil. "Casualmente tenía calabacines frescos a mano, así que pensé, qué demonios, los recubriré y los freiré ligeramente en la sartén también", recuerda Lader. A Daniel le gustó tanto el resultado que ahora el calabacín es la única verdura cocinada que pide. Lader sigue trabajando en el resto de su familia. "Pero hay tantas formas en las que se puede servir el calabacín, que estoy bastante seguro de que si sigo probando, una de ellas hará clic".
Cocinar con calabacín
El calabacín es muy bajo en calorías: sólo 10 calorías en media taza cruda; 15 calorías en media taza cocida. Es una excelente fuente de manganeso y vitamina C, así como de magnesio, vitamina A (en forma de betacaroteno), fibra dietética, potasio, cobre, folato y fósforo. Para obtener el mayor contenido vitamínico y la mejor textura, lave -pero no pele- la piel tierna y de color intenso, ya que ahí es donde reside la mayor parte de las cosas buenas.
Brochetas de calabacín
Corta 2 tazas de calabacín en cubos, palos o discos y combínalos con 2 tazas de otras verduras de color/sabor contrastante: tomates cherry, pepinos, pimientos rojos o verdes, champiñones. Bata 2 cucharadas de aceite de oliva de buena calidad con 2 cucharadas de vinagre de arroz sin condimentar, 1 cucharada de agua, 1 cucharadita de azúcar turbinado o néctar de agave y 1 cucharadita de perejil, eneldo o albahaca recién picados, junto con sal y pimienta recién molida. Dejar marinar.
Ensarte trozos grandes de calabacín en brochetas finas de bambú que haya puesto en remojo durante 30 minutos. Alterne los trozos de calabacín con los trozos de verduras para hacer las brochetas. Marina las brochetas 15 minutos antes de asarlas, o úntalas con la vinagreta mientras se asan (de 6 a 8 minutos, dándoles la vuelta una vez).
Confeti de calabacín
Cocine ligeramente el calabacín en juliana y añada pimiento rojo y zanahoria finamente picados para hacer un arroz "confeti". O corta cintas de calabacín en una mandolina, cuécelas al vapor y añádelas a tu plato de pasta favorito. Ambos platos tendrán mejor color, sabor y textura, con menos calorías (menos arroz o pasta y más verduras por bocado).