Internet empeora la hipocondría
Cibercondría
Del médico Archivos
Gracias a Internet, convertirse en hipocondríaco es mucho más fácil que antes.
La fácil disponibilidad de información sanitaria en la red ha ayudado sin duda a innumerables personas a tomar decisiones informadas sobre su salud y su tratamiento médico, pero puede ser desastrosa para las personas propensas a preocuparse. Los hipocondríacos que investigan una enfermedad solían tener que escudriñar libros y pedir información a los médicos. Ahora hay un universo de información disponible con unos pocos clics de ratón.
"Para los hipocondríacos, Internet ha cambiado absolutamente las cosas a peor", dice el doctor Brian Fallon, profesor de psiquiatría en la Universidad de Columbia y coautor de Phantom Illness: Recognizing, Understanding and Overcoming Hypochondria (1996).
Hasta ahora no se han realizado estudios sobre el uso que los hipocondríacos hacen de Internet, dice Fallon. Pero el fenómeno es lo suficientemente común como para tener un nombre ingenioso: "cibercondría".
Entender la hipocondría
La condición médica llamada hipocondría se define como la preocupación por una enfermedad imaginaria con exageración de los síntomas, por insignificantes que sean, que dura al menos seis meses y provoca una angustia significativa. Suele desarrollarse entre los 20 y los 30 años, y afecta por igual a hombres y mujeres. A veces aparece tras la enfermedad de un amigo o familiar, y también puede aparecer como enfermedad secundaria a la depresión o al trastorno de ansiedad generalizada.
Aunque a menudo se considera inofensivo, quienes lo padecen saben que puede pasar de ser un rasgo de carácter peculiar y neurótico a una obsesión devastadora.
"La enfermedad suele convertirse en una parte central de la identidad del hipocondríaco", dice el doctor Arthur Barsky, de la Facultad de Medicina de Harvard y autor de Worried Sick: Our Troubled Quest for Wellness (1988). Como resultado, el trabajo y las relaciones de un hipocondríaco se resienten. Y quienes padecen esta enfermedad no son los únicos que pagan el precio: Según Fallon, la hipocondría cuesta miles de millones de dólares al año en pruebas y tratamientos médicos innecesarios.
En contra de lo que piensan algunos escépticos, los hipocondríacos no fingen ni sólo intentan llamar la atención. "No son en absoluto unos farsantes o unos malintencionados", dice Barsky. "Realmente sienten la angustia de la que hablan. Es sólo que sus sentimientos no tienen una base médica evidente."
"Lo que a los hipocondríacos les cuesta aceptar es que las personas normales y sanas tienen síntomas", dice Barsky. Los hipocondríacos suelen ser muy conscientes de las sensaciones corporales con las que la mayoría de la gente convive y las ignora. Para un hipocondríaco, un malestar estomacal se convierte en un signo de cáncer y un dolor de cabeza sólo puede significar un tumor cerebral. El estrés que acompaña a esta preocupación puede empeorar aún más los síntomas.
La web puede ser engañosa
Los hipocondríacos no suelen tener especial cuidado con el lugar donde obtienen la información sobre su salud. Para muchos enfermos, Anatomía de Gray, una película de televisión medio recordada y una desgarradora historia de salud sobre la abuela de la amiga de su peluquero son fuentes igualmente legítimas.
Esto puede acarrear serios problemas a los hipocondríacos que utilizan la vasta y desregulada web.
"Muchas de las cosas que aparecen en Internet, especialmente en los tablones de anuncios relacionados con la salud, son puras impresiones y anécdotas", dice Barsky, "y no tienen mucha validez científica".
Incluso los sitios web de salud más reputados y con la información más precisa pueden causar problemas al hipocondríaco. "Los hipocondríacos tienden a agarrarse a enfermedades con síntomas comunes o ambiguos o que son difíciles de diagnosticar", dice Fallon. Por ejemplo, enfermedades como el VIH o el lupus, y trastornos neurológicos como la esclerosis múltiple pueden provocar síntomas vagos como fatiga, inflamación de los ganglios y sensaciones físicas extrañas.
Con síntomas tan comunes como éstos, es fácil que los hipocondríacos se convenzan de que están enfermos.
Adivinar al médico
Barsky y Fallon afirman que la hipocondría suele generar sospechas y desconfianza entre el enfermo y su médico. Algunos médicos pueden apresurarse a descartar las preocupaciones de los hipocondríacos, y es probable que los hipocondríacos arruinen las relaciones con los buenos médicos al cuestionarlos desde el principio.
Los hipocondríacos pueden "sospechar cuando su médico no les da una derivación o una prueba que piden", dice Fallon. "Pueden sentir que no se les escucha, por lo que irán a buscar otro médico y acabarán repitiendo el proceso".
Ningún buen médico pedirá una resonancia magnética cada vez que le piten los oídos o una colonoscopia cada vez que le moleste el estómago.
"La solución no es hacerse pruebas de todo siempre", dice Barsky, "ya que esa sensación de alivio no dura de todos modos". En cambio, los hipocondríacos deben aprender a buscar ayuda y cambiar su forma de pensar.
Resistir el impulso de surfear
El tratamiento de la hipocondría, que antes se creía casi imposible de curar, ha mejorado mucho en la última década.
Fallon fue pionero en el uso de antidepresivos como Prozac y Luvox para tratar a los hipocondríacos.
Barsky ha tenido un gran éxito utilizando las técnicas de la psicoterapia cognitivo-conductual: persuadir a los hipocondríacos para que cambien sus respuestas a las ansiedades y se desprendan de los comportamientos que les causan problemas.
Por ejemplo, dice Barsky, un hipocondríaco tiene que resistir la compulsión de autodiagnosticarse y buscar la seguridad de médicos y amigos. Lo mejor que se puede hacer es recibir tratamiento médico regular de un médico de confianza y llevar una vida sana.
Fallon está de acuerdo: "En un sentido amplio, un hipocondríaco se vuelve casi adicto a buscar información, a examinarse a sí mismo y a obtener la seguridad de otras personas", dice. "Comprobarlo sólo empeora las cosas".
Y qué hay de usar Internet para buscar ese síntoma preocupante? "Si sólo te va a molestar", dice Barsky. "No lo hagas".