De los archivos del médico
En 1983, me quedé dormida mientras conducía y me estrellé contra un estribo de hormigón. El único recuerdo que tengo del accidente es ver mis dos piernas empujadas por encima de mi hombro. Los daños fueron catastróficos: Mis tobillos estaban pulverizados, todos los huesos de la cintura para abajo estaban rotos (un cirujano contó casi 200 fracturas) y varios de mis órganos estaban dañados.
Después de permanecer en coma durante tres semanas, desperté a una nueva vida de dolor constante, pérdida y desafíos brutales. Sólo tenía 17 años. Me sentía aterrorizada, con el corazón roto y abrumada.
Tras docenas de cirugías, así como terapia física, aprendí a caminar de nuevo. Después de casarme, desafié las probabilidades y traje al mundo a dos hijos maravillosos. Utilicé un bastón durante un tiempo, pero con el paso del tiempo me resultaba demasiado doloroso soportar el peso de las piernas y empecé a utilizar un scooter.
La decisión de amputar
Pero hay cosas que no tienen arreglo, y los daños en mis pies y tobillos me llevaron a tomar una decisión horrible pero inevitable: Me amputaron la pierna derecha en 1991 y la izquierda en 1995. Aunque fue la decisión correcta desde el punto de vista médico, cuando retiré las sábanas y vi lo que quedaba de mis piernas, me pregunté: "¿Cómo puedo vivir así?".
Tomé esa desesperación y la transformé en una pasión por vivir a lo grande. Entrando en el mundo de las prótesis de alta tecnología, no sólo aprendí a caminar, sino también a esquiar en la nieve, en pistas avanzadas. Y lo que es más importante, desprenderme de mis piernas me permitió adentrarme en un increíble viaje vital.
Impulsando la mejora de las prótesis
En 2003, empecé a dar charlas y a actuar en eventos en bases militares de todo el país. En 2005, mi marido, Peter, y yo creamos la organización sin ánimo de lucro Standing With Hope para ayudar a los amputados de los países en desarrollo. Pusimos en marcha el programa en Ghana (África Occidental), donde hay muchas personas amputadas. Allí, la amputación es el primer recurso en una crisis médica, no el último, pero pocos pueden permitirse el precio de una buena prótesis. Hoy en día cualquier persona en Ghana, desde miembros del parlamento hasta personas que viven en la calle, puede obtener una prótesis de última generación. (Mi política es no ponerle a nadie un miembro que no esté dispuesto a llevar yo mismo). También formamos a técnicos locales para que hagan prótesis para su propia gente. Este otoño hemos formado a un equipo en Togo.
He soportado 71 operaciones y sigo viviendo con un dolor extremo, pero ahora sé que hay vida al otro lado de la amputación. Algunas cosas de nuestra vida pueden quedar tan dañadas que, literalmente, nos paraliza conservarlas. En mi caso, desprenderme de mis piernas me permitió llegar a donde estoy hoy, viviendo una vida activa llena de significado y propósito. El hecho de que te falten algunas partes no cambia lo que eres. De hecho, puede poner de manifiesto quién eres realmente.
Más información: Cómo obtener una discapacidad siendo amputado.