¿Alguna vez te has desconectado y te has olvidado de los hábitos de alimentación saludables que quieres seguir? ¿O te saltas el gimnasio después de haberte comprometido a aumentar la actividad? No te castigues por tu falta de fuerza de voluntad o determinación. Puede que sólo necesites que te recuerden tus hábitos -y lo mucho que deseas los cambios que te traerán.
Hazlo inolvidable
La palabra "desencadenante" suele describir algo que comienza como un comportamiento poco saludable. Que tu compañero de entrenamiento te cambie la hora de ir al gimnasio desencadena que te lo saltes. La preocupación por un padre enfermo le lleva a comer en exceso.
Pero un desencadenante también puede ser un estímulo para hacer algo que quieres hacer.
Puedes establecer cualquier tipo de desencadenante: una alarma, una nota, un mensaje de texto. Un buen desencadenante es el que usted percibe y relaciona con lo que quiere hacer. También es conveniente que coincida con la acción que quieres realizar.
Aquí tienes algunos ejemplos que te harán pensar. No dudes en probarlos, pero tendrás más éxito si eliges algo personal para ti.
Hábito:
Da un paseo cada mañana.
Desencadenante:
Coloca tus zapatillas junto a tu cama la noche anterior. Ver las zapatillas a primera hora te incitará a atarte los cordones y ponerte en marcha.
Hábito:
Bebe más agua.
Desencadenante:
Programa una alarma que suene cada 2 horas para ayudarte a recordar que debes vaciar y rellenar tu vaso.
Hábito:
Utiliza el gimnasio o la cinta de correr de tu casa.
Disparador:
Pon un temporizador en una luz cercana a tu cinta de correr para que se encienda cuando sea el momento de usarla.
Hábito:
Haz más ejercicio con tu perro.
Disparar:
Enlázalo con otra cosa que ya hagas. Por ejemplo, cuando abras la puerta de casa, que sea tu recordatorio para jugar a buscar al perro.
Hábito:
Hacer estiramientos antes de acostarse.
Desencadenante:
Que el primer contacto del cepillo de dientes con los dientes te recuerde que debes hacer tu hábito.
Hábito:
Elige alimentos saludables.
Desencadenante:
Ata un lazo colorido y llamativo en tu nevera para sacudirte y no hacer una elección de comida poco saludable. (Pon uno en el mando de la tele, si intentas limitar el tiempo frente a la pantalla).
Ancla lejos
Otra forma de ponerte en evidencia es utilizar un ancla.
Los desencadenantes te recuerdan los hábitos saludables que quieres adoptar para alcanzar tu objetivo. Los anclajes te ayudan a mentalizarte para hacerlos.
Cuando entras en contacto con un ancla, revives los sentimientos y pensamientos que has vinculado con ella. Por ejemplo, el sonido de una mecedora siempre te da sueño porque está anclado a tus padres meciéndote para dormir.
Pero no todas las anclas tienen que ser inconscientes. También puedes crear un ancla intencionadamente para revivir un sentimiento o una motivación concreta a demanda. De este modo, las anclas te ayudan a recordar tus hábitos saludables y te dan la mentalidad que necesitas para llevarlos a cabo.
Digamos que estás escuchando música mientras estás en la cinta de correr, y te sientes súper cargado durante una canción en particular. Esa canción puede convertirse en tu ancla para esas sensaciones. Cuando la repitas, sentirás el mismo impulso de energía que tuviste durante ese entrenamiento.
Otro ejemplo de ancla que escuchas es un sonido como "shhh". Puedes utilizar ese sonido para relajarte. O puedes utilizar un mantra, como "estoy tranquilo". También puedes activar tu hábito con la vista o el tacto. Piensa en un objeto personal que te recuerde un momento en el que te sentiste especialmente fuerte. Cuando necesites recuperar esos sentimientos, mira el objeto o tócalo.
Algunas personas utilizan un anillo o una pulsera. Otros consideran que su dispositivo de fitness es el ancla que les da un impulso de energía.