Estás estreñido
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Cuando te mueves más, tu colon se mueve más, y es más fácil hacer caca a tiempo. Un tono muscular saludable en los abdominales y el diafragma también es clave para mover los desechos a través del tracto digestivo. El ejercicio constante puede ayudarte a mantener la regularidad, especialmente a medida que envejeces.
Sus articulaciones están rígidas
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Las articulaciones doloridas y difíciles de mover pueden ser a veces un signo de condiciones inflamatorias como la artritis o una enfermedad autoinmune. Pero las articulaciones también pueden agarrotarse cuando no las usas lo suficiente. Ponlas a trabajar para que no se bloqueen y te causen dolor.
Siempre estás sin aliento
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Al igual que los bíceps se debilitan cuando no los usas, los músculos que ayudan a tus pulmones a entrar y salir mientras respiras pierden fuerza si no los ejercitas regularmente. Cuanto menos actividad realices, más te faltará el aire, incluso durante las tareas cotidianas más sencillas.
Estás de mal humor
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La falta de movimiento no sólo perjudica tu salud física. También puede aumentar los sentimientos de ansiedad y depresión. Haz que tu sangre bombee con regularidad. Los ejercicios cardiovasculares como caminar, montar en bicicleta, nadar o correr, aumentarán y estabilizarán tu estado de ánimo, e incluso mejorarán tu autoestima.
Tu depósito siempre está bajo
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Te sientes perezoso y cansado la mayor parte del tiempo? El ejercicio ayuda a llevar oxígeno y nutrientes a tus tejidos. Si pasas la mayor parte del tiempo sentado, no están recibiendo la misma cantidad de combustible que necesitan para mantenerte en marcha.
Tu metabolismo es más lento
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Las personas con un metabolismo "rápido" pueden simplemente moverse más, aunque ese movimiento sea inquieto. Cuanto más activo seas, más calorías quemarás cada vez que te muevas.
Tu sueño está a punto
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Si estás cansado de contar ovejas por la noche, levántate y muévete durante el día. Cuando mantienes una rutina de ejercicio regular, te duermes más rápido, y duermes más profundamente una vez que te quedas dormido.
Te olvidas de las cosas
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El ejercicio regular hace que tu cuerpo produzca más sustancias químicas llamadas factores de crecimiento. Éstos impulsan la producción de vasos sanguíneos en su cerebro. Cuanta más sangre llegue a tu cerebro, mejor podrás pensar, recordar y tomar decisiones.
Tu presión arterial sube
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Pasar la mayor parte del tiempo sentado aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Esto se debe, en parte, a que es más probable que tengas la presión arterial alta, un gran factor de riesgo de problemas cardíacos como la enfermedad arterial coronaria y el infarto.
Tienes prediabetes
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Cuando la actividad física es una parte habitual de su vida, su cuerpo tiene más facilidad para mantener la glucosa en sangre bajo control. Los niveles estables de azúcar en sangre te mantienen fuera de la zona de peligro de la diabetes tipo 2.
Te duele la espalda
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Cuando los músculos centrales son débiles por falta de uso, no pueden sostener la espalda como deberían. Esto hace que sea mucho más fácil que los músculos de la espalda se resientan durante los movimientos cotidianos, como estar de pie o estirarse. El pilates, el yoga y otros ejercicios de estiramiento son buenos para fortalecer la espalda.
Siempre quieres comer
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Parece que tendrías más hambre si hicieras más ejercicio, pero suele ocurrir lo contrario. El ejercicio aeróbico, como montar en bicicleta, nadar, caminar y correr, puede en realidad disminuir tu apetito porque cambia los niveles de ciertas "hormonas del hambre" en tu cuerpo.
Te enfermas mucho
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Los estudios demuestran que cuanto más actividad moderada realices, menor será tu probabilidad de contraer un resfriado u otros gérmenes. Cuando conviertes el ejercicio en un hábito, tu sistema inmunitario se fortalece.
Tu piel ha perdido su brillo
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Si tu piel parece más apagada de lo habitual, la culpa puede ser de la falta de movimiento. Algunos estudios demuestran que el ejercicio moderado favorece la circulación y el sistema inmunitario, lo que ayuda a la piel a mantener ese brillo juvenil.