El queso: Un feliz accidente
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Desde que los humanos cuidan de ovejas, cabras y vacas, hemos estado haciendo queso. Se rumorea que el primer queso se formó accidentalmente: los nómadas de Oriente Medio o Asia Central llevaban la leche en recipientes hechos con estómagos de animales. Mientras caminaban, se mezclaba con enzimas (llamadas cuajo) y se separaba en cuajada y suero. El resultado: el queso. Los egipcios también adoraban su queso: Los murales de las tumbas que se remontan al año 2000 a.C. muestran a personas elaborando queso.
Impresiona con el Gouda
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Si cocinas con queso, puedes utilizarlo directamente del frigorífico. Si forma parte de un plato de aperitivo, sírvelo a temperatura ambiente e intenta limitarlo a cinco variedades de diferentes sabores, formas y texturas. Déjalo reposar de 20 minutos a 1 hora antes de servirlo para ayudar a sacar su verdadera personalidad.
Refrescarse
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El queso crema (Neufchatel), el ricotta, el feta, el de cabra (chevre), el queso fresco y el requesón se consideran quesos blandos o frescos. Han sido madurados durante poco tiempo o no han sido madurados en absoluto. Son cremosos y blandos y tienen un sabor suave. El queso fresco es ideal para hacer salsas y cocinar. Añade feta a tu ensalada para conseguir un toque salado sin mucho sodio, o espolvoréalo sobre berenjenas y tomates al horno.
El lado más suave
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El Brie, ese queso rezumante y escurridizo con la corteza polvorienta, es de maduración blanda, al igual que el Camembert. Estos son típicamente cremosos, casi líquida a temperatura ambiente. Y sí, se puede comer la corteza. Para un aperitivo rápido, envuelva el brie con una capa de mermelada en hojaldre y hornéelo hasta que esté dorado, luego sírvalo con galletas saladas, o pruebe los Corazones de alcachofa con espinacas y brie.
Todas las formas y tamaños
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Gouda, Havarti, Muenster: Todos son semiblandos. También lo son el Colby y el Monterey Jack. Algunos quesos italianos como la mozzarella pertenecen a un grupo llamado pasta filata. Se cuecen y amasan, y luego se retuercen o se les da forma. (Filata significa "hilado" en italiano.) El Havarti va muy bien con el jamón en un sándwich prensado, o prueba el Gouda en este Flatbread de cebolla caramelizada y judías blancas.
El queso se ralla
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Los tipos más duros, como el cheddar -el segundo más popular en Estados Unidos, por detrás de la mozzarella-, el suizo, el gruyere y el parmesano, pueden rallarse en tus macarrones con queso o cazuela favoritos, o acompañarse de manzanas o peras como tentempié. El queso frío es más fácil de rallar, así que rállalo nada más sacarlo de la nevera. Pruébalo en esta ensalada de manzana asada y queso cheddar.
En azul
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El moho no es algo que quieras comer... a menos que esté en tu queso. Se llama veteado, y se crea al añadir un tipo de moho llamado penicillium roqueforti durante el proceso. Los azules más conocidos son el Gorgonzola, el Roquefort, el Maytag Blue y el Stilton. Pruebe a cubrir su filete con una porción de queso azul o, como aperitivo, prepare un carpaccio de remolacha.
Ingredientes simples
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Ya sea Camembert o cheddar, Gouda o Gorgonzola, todos los quesos se elaboran con los mismos cuatro ingredientes: leche, un cultivo iniciador, sal y cuajo. Pero es la calidad y el tipo de esos ingredientes, cómo se combinan, cuánto tiempo se envejecen y qué más se añade, como frutas o especias, lo que hace esos cientos de sabrosos quesos que nos encanta comer.
No te pases de la raya
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El queso puede ser una parte saludable de tu dieta, siempre que lo comas con moderación. Los adultos necesitan entre 2 y 3 raciones de lácteos al día. Una ración -una onza y media de queso o el tamaño de cuatro dados- proporciona la misma cantidad de calcio que una taza de leche o yogur. Si te preocupa la dieta, la religión o los derechos de los animales, comprueba los ingredientes en la etiqueta o habla con un fabricante de queso local para saber más antes de comprar.
Noticias sobre nutrición
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El queso suele tener mala fama: al fin y al cabo, es la principal fuente de grasas saturadas en la dieta estadounidense. Pero también aporta calcio, fósforo y zinc, además de proteínas, para quienes no comen carne. Y nuevas investigaciones la han relacionado con una menor presión arterial y un menor riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes de tipo 2. Si necesitas reducir la sal, busca quesos bajos en sodio o tipos más suaves como la mozzarella.
Delicias de la ubre
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La mayoría de los quesos se elaboran con leche de vaca, pero algunos proceden de otros animales, como cabras y ovejas... ¡incluso búfalos, alces o renos! Pueden sonar raros, pero merece la pena probarlos. El queso de cabra, también conocido como chevre, es mucho más que esos mini troncos que se venden en el supermercado. Hay variedades de azul, gouda e incluso cheddar. Es estupendo en galletas o en una ensalada, o pruébalo en el desayuno con Muffins de miel y queso de cabra.
Cómo hacer que dure
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Guarda el queso en su envoltorio original en el cajón de las verduras de tu nevera. Allí está más caliente que en el cajón de la carne. Una vez abierto, asegúrelo bien con papel de plástico, pergamino o papel encerado para protegerlo del aire y la humedad, que pueden hacer que se estropee más rápido. Si encuentra un punto mohoso, no lo tire todo. Corta 1/2 pulgada de la zona mohosa y tírala. El resto del queso se puede comer. Tire los quesos blandos con moho.
La seguridad es lo primero
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La elaboración de quesos artesanales ha florecido, y ahora se pueden encontrar divertidas variedades en los mercados de agricultores e incluso en Internet. Pero, ¿es seguro? La mayoría se elaboran con leche pasteurizada, pero algunos podrían contener leche cruda. Si estás embarazada o tienes el sistema inmunitario debilitado, podrías tener más posibilidades de contraer listeria, que a veces se encuentra en los quesos blandos no pasteurizados. Para estar seguro, pregunta al fabricante o comprueba que la etiqueta indique que la leche está pasteurizada.