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El marido de Karen D. no dormía bien. Todas las noches, después de acomodarse en la cama, Karen empezaba a roncar, fuerte y durante toda la noche.
"Mi marido llevaba años quejándose de mis ronquidos, y cada vez eran peores", dice Karen, de Boston. "Incluso cuando salía con mis amigas, nadie quería compartir la habitación conmigo".
Mientras los ronquidos de Karen mantenían despiertos a todos los que estaban a su alcance, también afectaban a su propio sueño. Desde que tenía uso de razón, la bostoniana pasaba los días con los ojos apagados, abrumada por el cansancio. Finalmente, Karen y su marido se cansaron de estar cansados y ella llamó a su médico.
"Le expliqué mis síntomas y le dije que llevaba mucho tiempo sufriendo la falta de sueño y que mis ronquidos se habían vuelto muy fuertes", dice Karen. "Mi siguiente parada fue un laboratorio del sueño".
Si usted tiene dificultades similares -y no es el único, ya que más de 40 millones de estadounidenses están afectados por trastornos del sueño-, una estancia de una noche en un laboratorio de trastornos del sueño podría ser justo lo que el médico le recetó. Y aunque suene misterioso y clandestino, en realidad es un lugar en el que los expertos del sueño controlan tu descanso y diagnostican una de las muchas cosas que pueden ir mal cuando se apagan las luces.
"Hay cerca de 90 trastornos del sueño que pueden afectar a una persona", dice Clete Kushida, director del Centro de Investigación del Sueño Humano de Stanford. Pero la buena noticia es que pasar la noche en un laboratorio del sueño es relativamente sencillo: "Lo único que tienes que hacer es dormir y dejar que los técnicos hagan su magia", dice Karen.
Mientras usted se dedica a desconectar, los tecnólogos del sueño están ocupados las veinticuatro horas del día, utilizando electrodos y otros dispositivos para medir la actividad eléctrica del cerebro, el movimiento muscular, la frecuencia cardíaca, la intensidad de los ronquidos mediante un micrófono y el flujo de aire, explica Kushida. Los técnicos no sólo se acercan a los cables y micrófonos, sino que también graban su sueño, o la falta de él, con una cámara para detectar comportamientos extraños, como el sonambulismo.
Al final de la visita nocturna, un médico, normalmente certificado por la Academia Americana de Medicina del Sueño, revisa las estadísticas de sueño, hace un diagnóstico y prescribe un tratamiento para que se duerma un poco más.
En el caso de Karen, cuyos resultados revelaron que padecía apnea del sueño -o pausas en su respiración durante el sueño, que provocan breves episodios de falta de oxígeno-, "pasar una noche en el laboratorio del sueño marcó realmente la diferencia entre no dormir y sentirse finalmente descansada", afirma. Su tratamiento consiste en una máscara de aire que le ayuda a mantener las vías respiratorias abiertas y sin obstrucciones durante la noche, y a detener los ronquidos.
Ahora Karen -y su sufrido marido- se acuestan felizmente, y los ronquidos son un sueño lejano.
Publicado originalmente en el número de septiembre/octubre de 2007 de doctor the Magazine.