Una cama separada para el bebé

Una cama separada para el bebé

El gobierno pondera los peligros de dormir con el bebé.

Por Camille Mojica Rey De los archivos del médico

"Duerme en la cuna junto a la cama, pero Meg lo lleva a la cama para amamantarlo", explica Sherline. Sospecha que, al igual que con su hija Mara, el hábito acabará evolucionando para que el pequeño Lee comparta la cama con sus padres. "Mara dormía con nosotros hasta que dejó de dar el pecho", dice Sherline.

Un estudio desaconseja compartir la cama

Pero las cosas han cambiado desde que Mara, de dos años, era el bebé de la casa. Ahora el gobierno federal se ha pronunciado sobre el tema. Según la Comisión de Seguridad de los Productos de Consumo (CPSC), ningún niño menor de dos años debe dormir en la cama de un adulto. El resultado podría ser mortal, según un estudio publicado por investigadores de la CPSC en el número de octubre de 1999 de Archives of Pediatric and Adolescent Medicine.

Tras analizar más de 500 muertes de bebés que tuvieron lugar en un periodo de ocho años, los investigadores concluyeron que colocar a los niños menores de dos años a dormir en camas de adultos les expone a los siguientes peligros potencialmente mortales:

  • Superposición por parte de un padre, hermano u otro adulto que comparta la cama

  • Atrapamiento o encajamiento entre el colchón y otro objeto

  • Atrapamiento de la cabeza en las barandillas de la cama

  • Asfixia en camas de agua

"Estas muertes son en gran medida evitables", afirma Suad Nakamura, una de las autoras del estudio.

Desalentar la lactancia materna?

Sin embargo, muchos padres, lejos de agradecer que se les conciencie de los peligros de compartir la cama, denuncian que esta práctica es cultural e importante para establecer el vínculo entre la madre y el niño. La Liga de la Leche, una organización internacional que promueve la lactancia materna, llegó a cuestionar los resultados del estudio y decir que desalienta la lactancia.

"Eso no es lo que hemos dicho en absoluto", afirma Nakamura. El clamor público la sorprendió y la impactó. "Recibimos todo tipo de comentarios. La gente se molestó porque les gusta dormir con sus bebés", añade.

Nakamura no ha hecho recomendaciones para proteger las camas de los adultos. En cambio, sostiene que "utilizar una cuna que cumpla todas las normas del gobierno elimina todos los peligros".

Pero Nakamura sí señala que el riesgo de muerte disminuye drásticamente después de que el niño haya alcanzado los tres meses de edad. Es entonces cuando el bebé puede ser lo suficientemente fuerte como para levantar la cabeza o darse la vuelta en caso de que se le obstruya la boca o la nariz. Sin embargo, el riesgo de sobrecarga sigue existiendo.

A pesar de estas advertencias, "la gente va a decidirse", dice el doctor George Cohen, editor de la "Guía para el sueño de su hijo: Del nacimiento a la adolescencia", que será publicado en enero de 2000 por la Academia Americana de Pediatría. El libro habla de compartir la cama como una opción para los padres, señalando sus riesgos y las formas de minimizarlos. "En mi opinión personal, compartir la cama está bien si la gente entiende lo que está haciendo", dice Cohen.

Compartir una habitación

En respuesta a las conclusiones de Nakamura y sus colegas, la SIDS Alliance, una organización sin ánimo de lucro que apoya la investigación y la educación pública sobre el síndrome de muerte súbita del lactante, ofreció un compromiso. "Parece que compartir la habitación, como mantener el moisés del bebé junto a la cama de los padres... [es] la mejor manera de maximizar todos los beneficios y minimizar todos los peligros asociados a compartir la cama", afirma la organización en una declaración escrita publicada el mismo día que el estudio.

Aunque son conscientes de las advertencias, McLean y Sherline dicen que siguen sin estar convencidos de que deban mantener a sus hijos fuera de la cama por razones de seguridad. "Sabemos que hay una especie de oleada", dice Sherline. "Durante esta década es aceptable dormir con tu hijo, la siguiente no", explica.

Pero Sherline dice que él y su mujer tienen otras razones para no querer compartir su cama. "Nos juramos que no volvería a ocurrir", dice Sherline, refiriéndose a la cama compartida con su hija Mara. Además de la pérdida de intimidad, compartir la cama suponía menos horas de sueño para la pareja, añade.

Conseguir que Mara durmiera en su propia cama y en su propia habitación llevó varios meses, dice Sherline. Sólo esa experiencia puede hacer que el pequeño Lee siga durmiendo seguro en su cuna hasta que, como su hermana mayor, esté preparado para tener su propia cama en su propia habitación y sus padres puedan volver a disfrutar de su intimidad.

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