Sacroileítis y colitis ulcerosa

La sacroileítis es un tipo de artritis que inflama las articulaciones de la parte inferior de la columna vertebral. Puede provocar dolor en la parte baja de la espalda y en las nalgas. Las investigaciones sugieren que es más probable que la padezcas si tienes una enfermedad inflamatoria intestinal (EII). La colitis ulcerosa es uno de los dos tipos principales de EII.

La conexión entre el dolor articular y la colitis ulcerosa puede no parecer obvia. Pero es habitual que los enfermos de EII tengan también problemas en los huesos y las articulaciones. Los expertos creen que las células que desencadenan la inflamación pueden pasar del intestino a las articulaciones.

Los médicos no siempre detectan la sacroileítis en las personas con EII. Por ello, asegúrese de informarles si tiene un dolor en la parte baja de la espalda o en las nalgas que no desaparece. No tratar la sacroileítis puede provocar rigidez en la espalda a largo plazo y otros problemas. Eso se suma a la diarrea, el dolor de vientre y otros síntomas de colitis ulcerosa que ya tienes.

Dónde están mis articulaciones sacroilíacas?

Las articulaciones sacroilíacas se asientan en la zona en forma de triángulo de la parte inferior de la columna vertebral (el sacro) y conectan la parte inferior de la columna con la pelvis.

Cuál es la relación con la colitis ulcerosa?

La colitis ulcerosa provoca hinchazón y llagas en el revestimiento del intestino grueso. Pero también puede afectar a otras partes del cuerpo, como las articulaciones, la piel, los pulmones o los ojos.

Los médicos llaman a estos síntomas extraintestinales, lo que significa que ocurren fuera de los intestinos. La sacroileítis y otros tipos de daños articulares son los signos extraintestinales más comunes de la EII.

Quién padece sacroileítis?

Las lesiones, la artritis y las infecciones son las principales causas de la sacroileítis, pero la afección también es más frecuente en personas con EII. Tanto la EII como la sacroileítis pueden compartir algunos de los mismos genes.

Es más probable que tenga sacroileítis si la colitis ulcerosa afecta a una gran parte del colon o si ha vivido con la EII durante muchos años. Un estudio descubrió una mayor tasa de sacroileítis en personas que habían tenido EII durante más de 10 años en comparación con las que la habían padecido durante 5 años o menos.

Cómo sé que tengo sacroileítis?

El dolor es el principal síntoma de la sacroileítis. Lo sentirás en la parte baja de la espalda, la nalga, la cadera o el muslo. A veces el dolor puede extenderse por la pierna e incluso por los pies.

El dolor de espalda también puede ser un signo de una lesión. La diferencia es que el dolor de la sacroilitis suele durar más de tres meses. Es peor cuando te levantas por la mañana y mejora cuando te mueves.

Si tienes un dolor lumbar que no mejora, acude a un reumatólogo. Es un especialista que diagnostica y trata la artritis. El médico le hará una exploración física y le presionará partes de la zona lumbar, las caderas o las piernas para encontrar las zonas dolorosas.

Otra forma de diagnosticar la sacroileítis es con pruebas de imagen como la radiografía, la resonancia magnética (RM) o la tomografía computarizada (TC). Estas exploraciones mostrarán si tiene algún problema en la articulación sacroilíaca.

Los signos de la sacroileítis pueden aparecer en una radiografía incluso antes de que tenga algún síntoma. O el médico podría encontrar la sacroileítis accidentalmente en un TAC para comprobar tu EII.

Medicamentos

Es importante tratar la sacroileítis, sobre todo si tienes mucho dolor. El dolor puede ser tan intenso que algunas personas no pueden dormir o se deprimen. Con el tiempo, los huesos de la columna vertebral podrían fusionarse y hacer que la espalda esté rígida y sea difícil de mover.

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) pueden ayudar con el dolor y la inflamación de la sacroileítis. Pero estos analgésicos pueden no ser adecuados para la colitis ulcerosa porque pueden desencadenar un brote de EII.

Los esteroides y los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF) son mejores opciones. De hecho, los médicos recetan inhibidores del TNF para tratar la EII. Los esteroides se inyectan en las articulaciones sacroilíacas. Alivian el dolor y reducen la inflamación.

Los inhibidores del TNF se administran por vía intravenosa. Actúan bloqueando una proteína que provoca la inflamación en el intestino y las articulaciones. Los inhibidores del TNF tratan tanto la sacroileítis como la EII de moderada a grave o que no ha mejorado con otros tratamientos.

Algunos ejemplos de inhibidores del TNF son:

  • Adalimumab (Humira)

  • Certolizumab (Cimzia)

  • Etanercept (Enbrel)

  • Infliximab (Remicade)

Los relajantes musculares como la ciclobenzaprina (Amrix, Fexmid) alivian los espasmos musculares que a veces provoca la sacroileítis.

La ablación por radiofrecuencia puede ser una opción si estos tratamientos no funcionan. Utiliza energía térmica para destruir los nervios que causan el dolor. La cirugía para fusionar los huesos de la columna vertebral suele ser el último recurso si no sirven otros tratamientos.

Otras formas de controlar el dolor

La medicación no es la única forma de tratar la sacroileítis. El ejercicio también es una parte importante. Los ejercicios aeróbicos de intensidad moderada, como caminar, montar en bicicleta y nadar, ayudan a disminuir el dolor y a mejorar el movimiento.

La fisioterapia también ayuda. Un fisioterapeuta puede enseñarle ejercicios de amplitud de movimiento para estirar las articulaciones sacroilíacas y fortalecer los músculos que las rodean.

Cuando te duela la espalda, prueba a ponerte una compresa fría o una almohadilla térmica en la zona. Utiliza la que mejor te siente, o ve alternando entre calor y frío.

Descansa cuando lo necesites y evita cualquier actividad que empeore el dolor.

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