Innovador 2020: Gary Slutkin, MD
Por Stephanie Watson De los archivos del médico
En Estados Unidos, más de siete personas mueren cada hora a causa de la violencia. Mientras los políticos discuten si la culpa es de las armas o de los problemas de salud mental, el doctor Gary Slutkin tiene otra idea. ¿Y si la violencia es una enfermedad que podemos prevenir?
La idea no es descabellada. Al igual que la gripe u otras enfermedades infecciosas, la violencia produce síntomas y muertes. También es contagiosa, dice Slutkin, epidemiólogo que trabajó en su día en campos de refugiados somalíes y para la Organización Mundial de la Salud, frenando brotes de tuberculosis, cólera y SIDA. "Cuanto más te expones, más probable es que se lo hagas a otra persona".
Dice que la violencia se ha malinterpretado y clasificado erróneamente, del mismo modo que en el pasado tratábamos la lepra y la peste. "Veíamos a estas personas como malas, y se las castigaba".
Cure Violence, la organización que Slutkin fundó en 1995, pretende prevenir la violencia del mismo modo que los esfuerzos de salud pública previenen los brotes de enfermedades infecciosas. "Está bien demostrado por estudios independientes que se puede encontrar a las personas que están a punto de hacer un tiroteo, detenerlas y evitar las represalias. Así es como funciona la salud pública", afirma.
En ciudades como Nueva York, Baltimore, Oakland, San Salvador y Nairobi, Cure Violence envía "interruptores de la violencia", miembros de confianza de la comunidad que han sido formados para identificar a las personas que se están cociendo a fuego lento e intervenir antes de que puedan cometer un acto violento. "Estos trabajadores han sido seleccionados muy cuidadosamente por tener acceso, confianza y credibilidad, lo que es esencial para cualquier trabajador sanitario", dice Slutkin. "Los trabajadores de proximidad saben cómo calmar a la gente, evitar que se produzcan acontecimientos y prevenir recaídas".
¿Funciona? Cure Violence cita estudios que muestran grandes descensos de la violencia en las ciudades en las que se ha implantado el programa: un descenso del 63% de los tiroteos en la ciudad de Nueva York, un 45% menos de delitos violentos en Trinidad y Tobago, y un descenso del 48% de los tiroteos la primera semana en que se puso en marcha el programa en Chicago.
Slutkin afirma que en un plazo de 2 a 3 años tras la implantación de este programa, si se dispone de fondos y formación suficientes, las ciudades podrían registrar un descenso de entre el 70% y el 80% de los delitos violentos. Prevenir la violencia no sólo ahorra vidas, sino también dinero. "Se trata de un problema social abrumador", afirma. "Son los niños que no pueden pensar y estudiar, los profesores que no pueden contratar o quedarse, las empresas que no vienen a los barrios, el desarrollo económico que no se produce, el coste de la vivienda que baja, el turismo que baja, la gente que emigra".
Dice que su solución no difiere de lo que harían las ciudades si se enfrentaran a una epidemia sanitaria como el ébola o el sarampión. "Se conseguiría la cantidad adecuada de dinero y se eliminaría el problema", dice.