Después de un ictus, es probable que tenga algunos cambios físicos en su forma de moverse, hablar o ver. Pero también puede sentir cambios en sus emociones. La depresión y la ansiedad son comunes, pero también lo son la ira, la frustración, la falta de motivación o el llanto o la risa por razones equivocadas.
A veces ocurren porque el ictus ha provocado cambios físicos en el cerebro. Pero también es posible que sientas algunas emociones por la forma en que el ictus ha afectado a tu vida o a tus capacidades.
Independientemente de cómo se sienta, estas cuestiones son tan importantes como su atención médica. Cuando los problemas emocionales persisten, pueden afectar a la rapidez con la que se mejora. Por ello, informe a su médico de cómo se siente mientras se recupera. Tendrá muchas sugerencias que pueden ayudarle.
Depresión
Mucha gente tiene depresión en algún momento después de un ictus, normalmente en el primer año.
Es posible que te sientas triste, vacío, irritable, impotente o desesperado. Puede tener problemas para dormir mucho o poco. Su apetito puede cambiar. Puede perder el interés por las cosas que antes disfrutaba y pasar menos tiempo con las personas que le importan. Puede sentirse cansado o tener dolores de cabeza o dolores que no mejoran con el tratamiento. Si piensa en el suicidio, busque ayuda de inmediato.
Aunque te sientas mal, puede que no te des cuenta de que estás deprimido. A menudo, los miembros de la familia y los amigos son los primeros en darse cuenta de los signos.
Ansiedad
Es una fuerte sensación de miedo o preocupación. La ansiedad puede hacerte sentir pánico, irritabilidad o inquietud. Es posible que sudes más, que tu corazón se acelere, que tengas dolores de cabeza, náuseas, que te sientas tembloroso y que te falte el aire.
Es habitual que la gente tenga ansiedad y depresión al mismo tiempo después de un ictus.
Emociones incontroladas
Después de un ictus, puede tener cambios repentinos e imprevisibles en sus emociones. Esto se llama afecto pseudobulbar (PBA).
Con el afecto pseudobulbar, puede tener arrebatos de emoción que no coinciden con la situación en la que se encuentra. Puede reírse ante algo triste o llorar ante algo divertido. Estos cambios son habituales en las personas que han sufrido un ictus, pero pueden ser difíciles de sobrellevar. Puede sentir que ha perdido el control sobre la relación entre sus sentimientos y la forma de mostrarlos.
A veces la gente confunde la ABP con la depresión, pero es una enfermedad distinta, aunque se pueden tener ambas cosas al mismo tiempo.
Otros cambios emocionales
Apatía.
Es posible que no exprese ninguna emoción y no tenga ninguna motivación para hacer nada.
Enfado.
Puede hablar y actuar con ira, o cerrarse y no compartir lo que siente. Algunas personas se mostrarán agresivas después de un ictus.
Comportamiento impulsivo.
El daño en la parte del cerebro que controla el comportamiento puede hacer que hagas cosas arriesgadas o que actúes sin pensar.
Cómo curar tus emociones después de un ictus
Al igual que recibe tratamiento para los efectos físicos del ictus, también puede recibir ayuda para los cambios emocionales que sienta.
Además, recuerde que estos cambios pueden no durar para siempre, especialmente si recibe tratamiento.
Busque un grupo de apoyo. Cuando hable con otras personas que hayan sufrido un ictus, ya sea en persona o por Internet, sabrá que no está solo. Podrá obtener consejos y sugerencias para afrontar los problemas que se le presenten. Las investigaciones demuestran que los contactos sociales pueden ayudar a combatir la depresión y la ansiedad después de un ictus.
Medicación. Su médico puede recetarle antidepresivos para tratar la depresión. Otros fármacos pueden ayudar a tratar la depresión y la ansiedad.
Terapia y asesoramiento. Hablar con un terapeuta, psicólogo o consejero puede ayudarle a aprender a manejar las emociones que siente.
Intenta mantenerte activo. El ejercicio es una buena manera de mejorar su estado de ánimo. Un bastón, una férula o un andador pueden ayudarte si tienes problemas para moverte después de un ictus. Prueba a caminar, nadar o hacer yoga para realizar ejercicios de bajo impacto.
Come bien. Se sentirá mejor si se alimenta correctamente.
Ayuda para la PBA. Además de la medicación, puedes probar otras formas de manejar cualquier cambio imprevisible en tus emociones.
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Explica a la gente que te rodea que tienes PBA y que no siempre puedes controlar tus reacciones.
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Cuando sientas que se avecina un ataque de lágrimas o de risa, intenta pensar en otra cosa. Por ejemplo, puedes concentrarte en contar los objetos que hay en la habitación.
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Relájate. Masajea los músculos tensos, como los de la frente, la mandíbula, el cuello y los hombros.
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Ralentiza la respiración hasta que desaparezcan las ganas de reír o llorar.
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