Demencia relacionada con el ictus

El ictus (también llamado "accidente cerebrovascular" o ACV) es una enfermedad de los vasos sanguíneos del cerebro y sus alrededores. Se produce cuando una parte del cerebro no recibe suficiente sangre para funcionar con normalidad (lo que se denomina "isquemia") y las células mueren (infarto), o cuando un vaso sanguíneo se rompe (accidente cerebrovascular hemorrágico). La isquemia es más frecuente que la hemorragia y puede producirse cuando un vaso (arteria) que suministra sangre al cerebro se estrecha por un depósito de grasa llamado placa. Esto también se llama aterosclerosis. Esta placa puede romperse y formar un coágulo de sangre que, junto con los trozos de placa, puede desplazarse a los vasos sanguíneos más alejados del cerebro y bloquearlos, provocando un ictus. Además, los coágulos pueden surgir en el corazón (denominados "trombos") y llegar al cerebro (denominados "émbolos"). Esto puede provocar daños permanentes en las células cerebrales.

Los síntomas del ictus varían en función de la parte del cerebro afectada.

  • Los síntomas más comunes del ictus son la parálisis repentina o la pérdida de sensibilidad en una parte del cuerpo (especialmente en un lado), la dificultad para hablar, la pérdida parcial de la visión o la visión doble, o la pérdida de equilibrio. También puede producirse una pérdida de control de la vejiga y los intestinos.

  • Otros síntomas incluyen el deterioro de las funciones mentales "cognitivas", como la memoria, el habla y el lenguaje, el pensamiento, la organización, el razonamiento o el juicio.

  • Pueden producirse cambios en el comportamiento y la personalidad.

  • Si estos síntomas son progresivos y lo suficientemente graves como para interferir en las actividades cotidianas, se denominan demencia o "trastorno neurocognitivo mayor."

El deterioro cognitivo relacionado con el ictus suele denominarse demencia vascular o deterioro cognitivo vascular para distinguirlo de otros tipos de demencia. En Estados Unidos, es la segunda forma más común de demencia después de la enfermedad de Alzheimer. La demencia vascular puede prevenirse, pero sólo si la enfermedad vascular subyacente (como la hipertensión) se reconoce y se trata a tiempo.

Las personas que han sufrido un ictus tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar demencia que las personas que no han sufrido un ictus. Aproximadamente 1 de cada 4 personas que han sufrido un ictus desarrollará signos de demencia.

La demencia vascular es más frecuente en las personas mayores, que tienen más probabilidades que los jóvenes de padecer enfermedades vasculares. Es más frecuente en los hombres que en las mujeres.

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