De los archivos del doctor
¿Por qué un dolor de espalda o una lesión de rodilla es molesto para una persona y una agonía para otra? Resulta que la tolerancia al dolor de un individuo es tan única como la persona, y está conformada por algunos factores biológicos sorprendentes, así como por algunos factores psicológicos que realmente podemos intentar controlar.
Sentir dolor
Hay dos pasos para sentir dolor. El primero es el paso biológico, por ejemplo, el pinchazo en la piel o la aparición de un dolor de cabeza. Estas sensaciones indican al cerebro que el cuerpo está experimentando problemas. El segundo paso es la percepción del dolor por parte del cerebro: ¿nos encogemos de hombros y continuamos con nuestras actividades o lo dejamos todo y nos centramos en lo que nos duele?
"El dolor es tanto una transmisión bioquímica y neurológica de una sensación desagradable como una experiencia emocional", explica a la doctora Doris Cope, anestesista que dirige el Programa de Medicina del Dolor del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh. "El dolor crónico realmente cambia la forma en que la médula espinal, los nervios y el cerebro procesan los estímulos desagradables causando hipersensibilización, pero el cerebro y las emociones pueden moderar o intensificar el dolor". Las experiencias pasadas y los traumas, dice Cope, influyen en la sensibilidad de una persona al dolor.
Controlar el dolor y la percepción de las personas ante sus síntomas es un gran reto en un país donde más de 76 millones de personas declaran tener un dolor que dura más de 24 horas, según la Fundación Americana del Dolor. El dolor persistente fue reportado por:
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El 30% de los adultos de entre 45 y 64 años
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El 25% de los adultos de 20 a 44 años
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El 21% de los adultos de 65 años o más
Hay más mujeres que hombres que declaran tener dolor (27,1% frente al 24,4%), aunque sigue siendo objeto de debate científico si las mujeres realmente toleran el dolor mejor que los hombres.
Aumento del dolor
El dolor produce un importante peaje emocional, físico y económico en los EE.UU. El dolor crónico genera gastos de atención sanitaria y pérdida de ingresos y productividad que se calcula que cuestan 100.000 millones de dólares cada año.
El dolor puede estar aumentando en los Estados Unidos porque la edad y el exceso de peso contribuyen al dolor y al malestar. Los estadounidenses viven más tiempo hasta la vejez, y dos tercios de la población tienen sobrepeso u obesidad.
El tipo de dolor crónico más común en EE.UU. es el dolor de espalda; el dolor agudo más común es el musculoesquelético por lesiones deportivas, dice el doctor Martin Grabois, profesor y director del departamento de medicina física y rehabilitación del Baylor College of Medicine de Houston.
Qué impulsa su tolerancia al dolor?
La tolerancia al dolor está influenciada por las emociones, el cuerpo y el estilo de vida de las personas. Aquí hay varios factores que, según Grabois, pueden afectar a la tolerancia al dolor:
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La depresión y la ansiedad pueden hacer que una persona sea más sensible al dolor.
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Los deportistas pueden soportar más dolor que las personas que no hacen ejercicio.
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Las personas que fuman o que son obesas refieren más dolor.
Los factores biológicos -incluida la genética, las lesiones como el daño a la médula espinal y las enfermedades crónicas como la diabetes que provocan daños en los nervios- también influyen en cómo interpretamos el dolor.
Tu lado sensible
Algunos factores biológicos sorprendentes también pueden desempeñar un papel en la tolerancia al dolor. Por ejemplo, investigaciones recientes demuestran que un lado del cuerpo puede experimentar el dolor de forma diferente que el otro.
Un estudio publicado en el número de diciembre de 2009 de Neuroscience Letters demostró que los participantes en el estudio que eran diestros podían tolerar más dolor en la mano derecha que en la izquierda. Este estudio también demostró que las mujeres eran más sensibles al dolor que los hombres; pero mujeres y hombres eran iguales en su capacidad de tolerar la intensidad del dolor.
Una mano dominante -la derecha, si se es diestro, por ejemplo- puede interpretar el dolor con mayor rapidez y precisión que la mano no dominante, lo que puede explicar por qué el lado dominante puede aguantar más tiempo. La dominancia de la mano también puede estar relacionada con el lado del cerebro que interpreta el dolor, señalan los investigadores.
Los pelirrojos son más sensibles al dolor?
Otro factor sorprendente es que el color del pelo puede reflejar la tolerancia al dolor. En 2009, unos investigadores publicaron en el Journal of the American Dental Association que los pelirrojos eran más sensibles al dolor y podían necesitar más anestesia para los procedimientos dentales.
¿Por qué las pelirrojas en particular? Según los investigadores, los pelirrojos tienden a tener una mutación en un gen llamado receptor de melanocortina-1 (MC1R), que es el que ayuda a que su pelo sea rojo. El MC1R pertenece a un grupo de receptores que incluyen los receptores del dolor en el cerebro. Los investigadores sugieren que una mutación en este gen concreto parece influir en la sensibilidad al dolor.
"Tenemos diferentes receptores para el dolor en nuestro cuerpo, y esos receptores responden de forma diferente, tanto si se toma aspirina como si se toma paracetamol", explica a la doctora Stelian Serban, directora del servicio de dolor agudo y crónico para pacientes internos y profesora adjunta de anestesiología del Centro Médico Mount Sinai de Nueva York.
Mejorar el manejo del dolor
La composición biológica de una persona puede influir en que desarrolle... resistencia a los analgésicos, lo que significa que un tratamiento que antes funcionaba ya no alivia el dolor. Esto puede ser un "círculo vicioso" que hay que romper, dice Serban. "Si usas más tratamiento y te vuelves más tolerante, te vuelves menos activo y tienes más dolor".
No podemos cambiar nuestros receptores genéticos, y ni siquiera cambiar el color del pelo o la mano con la que escribes puede recablear tu sensibilidad al dolor. Sin embargo, hay mecanismos de afrontamiento que pueden influir en las percepciones cerebrales del dolor.
Los investigadores se han centrado en tratar de alterar las interpretaciones psicológicas del dolor reentrenando la mente. "Se puede cambiar la percepción [del dolor] en el cerebro", dice Grabois. "No se ha cambiado la percepción en los nervios".
Los remedios alternativos, como las técnicas de relajación, como la biorretroalimentación, enseñan a las personas a desviar su mente del dolor.
Las personas pueden fortalecerse aprendiendo técnicas de relajación, como las prácticas de respiración durante el parto natural, dice Cope. Cuando se trata del dolor, la mente sobre la materia puede funcionar. "La meditación, la distracción y una actitud positiva son cosas que la gente puede hacer por sí misma para disminuir el dolor", dice.