El ejercicio puede ayudar a aliviar los síntomas de la esclerosis múltiple, pero es importante tomar ciertas precauciones si quiere que su programa de ejercicios tenga éxito. Más información del médico
Seguro que has oído los refranes "si no hay dolor, no hay ganancia" o "siente el ardor", pero no es un buen consejo cuando se tiene esclerosis múltiple. Hacer demasiado puede... forzar los músculos, aumentar el dolor y someter a su cuerpo y a su mente a un estrés excesivo. Nunca hagas ejercicio hasta el punto de la fatiga.
Consulte a su médico antes de empezar cualquier programa de ejercicio físico. Puede que le sugieran:
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Tipos de ejercicio que son mejores para ti y los que debes evitar. Los movimientos adecuados dependen de sus síntomas, su nivel de condición física y su salud general.
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Qué duración e intensidad deben tener tus entrenamientos
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Cualquier limitación física para tus rutinas
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Otros profesionales, como un fisioterapeuta, que puedan ayudarle a elaborar un programa de ejercicios personal que se ajuste a sus necesidades
Tipos de ejercicio que se pueden probar
Aeróbicos. No sólo hace que tu corazón se acelere, sino que te levanta el ánimo. Caminar, correr y montar en bicicleta son buenos. Si tienes debilidad en las piernas o algún otro problema para moverte, prueba algo como el remo o el aeróbic acuático.
Estiramientos.
Son buenos para cualquier persona con EM, pero son más útiles si tienes rigidez muscular dolorosa y espasmos. Presta especial atención a los músculos que tienden a tensarse y sufrir espasmos, como los cuádriceps, los isquiotibiales y las pantorrillas. Haz ejercicios que lleven a tus articulaciones a su rango completo de movimiento.
Aparte de los estiramientos habituales, el yoga y el tai chi son excelentes formas de aumentar la fuerza y la flexibilidad. También pueden ayudarte a relajarte y a combatir el estrés.
Entrenamiento de fuerza.
Si tu fisioterapeuta te lo permite, utiliza pesas o ejercicios de resistencia para fortalecer tus músculos. Cuanto más fuerte sea, más fácil le resultará moverse... Si sufre un espasmo muscular en medio de su rutina, deténgase y espere unos minutos para que se relaje.
Consejos para un entrenamiento seguro
Tómatelo con calma... Calienta siempre primero. Haz tu rutina con calma. Si lo único que puedes hacer es dar una vuelta a la manzana -o al otro lado de la habitación-, no pasa nada. Empieza con eso y sigue así. Con el tiempo, ganarás fuerza y serás capaz de hacer mucho más.
Mantén la seguridad. Evita los lugares con suelos resbaladizos, mala iluminación, alfombras tiradas u otros peligros de tropiezo. Elige actividades que no te hagan caer, como la bicicleta estática o la natación. Es posible que quieras tener una barra de agarre o una barandilla cerca. Trabaja con tu fisioterapeuta en los estiramientos y el entrenamiento de fuerza para mejorar tu equilibrio y coordinación.
Si sientes dolor o malestar durante el ejercicio, deja de hacerlo. Si los síntomas comienzan a agudizarse, cambie o termine su rutina. Hable con su médico. Mientras se cura, descanse mucho. Una vez que empiece a sentirse mejor, su fisioterapeuta puede ayudarle a retomar el camino.
Encuentra un equilibrio... Si puedes hacer ejercicio vigoroso, está bien, pero asegúrate de que tus entrenamientos no te debilitan demasiado. Si después estás tan cansado o dolorido que no puedes preparar la cena, tienes que replanteártelo. En un buen día, es tentador esforzarse, tal vez caminar... una milla más. Pero exagerar hoy puede hacer que te sientas mal mañana. Mantén tu ritmo normal.
Mantén la diversión: Elige una actividad que te guste. Prueba con el aeróbic acuático, la natación, el tai chi y el yoga, que suelen funcionar bien para las personas con EM.
Relájate: Cuando termines, tómate siempre un tiempo para que tu ritmo cardíaco, tu temperatura corporal y tu respiración vuelvan a la normalidad.
¿Qué pasa si te acaloras demasiado?
Si eres sensible al calor, tus síntomas pueden aparecer o empeorar cuando tu temperatura corporal se eleva. Esto ocurrirá cuando haga ejercicio. Para evitar el sobrecalentamiento:
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No hagas ejercicio durante las horas más calurosas del día (de 10 a 14 horas). Intenta ejercitarte por la mañana o por la tarde si haces ejercicio al aire libre.
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Bebe mucha agua fresca.
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Sé consciente de tu cuerpo. Si notas algún síntoma que no tenías antes de empezar a hacer ejercicio, baja el ritmo o detente hasta que te enfríes.
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La natación y los ejercicios aeróbicos en el agua son buenas formas de mantenerse fresco mientras te ejercitas. Sólo asegúrate de que hay suelos antideslizantes en los vestuarios y alrededor de la piscina.
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