La doctora ofrece consejos a los estudiantes universitarios para controlar el estrés de una enfermedad crónica.
Además de todos estos retos, si vives con una enfermedad crónica como la diabetes, el asma, la epilepsia o la artritis, también tendrás que lidiar con el estrés de controlar tu enfermedad. Pedir citas con el médico, rellenar las recetas y acordarte de tomar tus medicamentos: todo esto hay que incluirlo en un calendario ya sobrecargado de clases, deberes y fiestas.
Con tantos jóvenes que viven con una enfermedad crónica hoy en día -hasta el 17% según estimaciones recientes-, las universidades han mejorado a la hora de acomodar a los estudiantes con necesidades médicas especiales. Apoyarse en los programas y servicios de tu escuela puede hacer que esos primeros meses de universidad parezcan mucho menos desalentadores.
Lista de comprobación para controlar tu estado
Utilice esta lista de comprobación para gestionar la enfermedad crónica en la universidad. Te mostrará cómo prepararte antes de salir de casa, a dónde acudir en busca de ayuda mientras estás en la universidad y cómo mantenerte al tanto de tus tratamientos para que puedas concentrarte en lo más importante: tus estudios.
1.
Conoce la oficina de servicios para discapacitados de tu universidad.
Visita esta oficina al principio de tu primer semestre. Infórmales de las adaptaciones especiales que necesitarás para ayudarte a pasar el año escolar. Podrías solicitar una habitación individual o una dieta especial. Si tienes problemas para caminar, puede que necesites transporte. Infórmales si necesitas que alguien grabe o tome notas por ti durante las clases, o si necesitas prórrogas en los exámenes o trabajos. Si tu centro no tiene una oficina de discapacidad, pide al departamento de servicios estudiantiles que te remita a alguien que pueda ayudarte.
2.
Crea un círculo de ayuda.
Puede que te dé vergüenza contarle a mucha gente tu enfermedad, pero al menos considera la posibilidad de decírselo a los más allegados, como tu compañero de piso, tus profesores y tu asesor de residencia. Enséñales qué hacer en caso de emergencia, como señalar dónde guardas tu inhalador para el asma o tu información de contacto en caso de emergencia.
3.
Asegúrate de que estás asegurado
. Consulta con tus padres los detalles de su póliza antes de irte, y averigua si te cubrirá si estás fuera del estado. También puedes preguntar al departamento de admisiones de tu universidad sobre la contratación de una póliza de seguro para estudiantes.
4.
Consulta a tu médico
. Antes de irte a la universidad, visita a tu médico para una revisión. Aprovecha el momento para discutir cualquier preocupación que tengas sobre el manejo de tu condición en la escuela. Trabaja con el médico para desarrollar un plan de tratamiento que puedas utilizar mientras estás fuera. Además, pide que te remitan a un médico cercano a tu centro de estudios. Hazte con una provisión de insulina, inhaladores y cualquier otro medicamento y material que necesites para uno o tres meses. Y averigua dónde puedes reponer tus recetas mientras estás en la escuela. Guarda en tu dormitorio los números de teléfono de tu médico en casa, así como los de un médico y un hospital locales, por si acaso.
5.
Visita el centro de salud de tu universidad.
Pide una cita a principios de año para presentarte al centro y a su personal. Familiarízalos con tu condición. Pregunte si alguien del personal está especialmente capacitado para tratarla. Entrégales una copia de tu historial médico para que el médico sepa exactamente cómo se está tratando tu enfermedad crónica. Infórmese de a quién debe dirigirse después de las horas de trabajo y de la ubicación del hospital más cercano en caso de que tenga una emergencia.
6.
Encuentre apoyo.
Pregunta si en tu universidad o ciudad hay una sección de una organización centrada en tu enfermedad, como la Juvenile Diabetes Research Foundation o la Epilepsy Foundation. Tener acceso a un grupo de apoyo de personas que entienden por lo que estás pasando puede ser un gran alivio, especialmente cuando estás en un lugar nuevo.
7.
Mantente sano
. Vivir cerca de la gente hace que la universidad sea una caja de petri para las infecciones. Antes de irte a la universidad, asegúrate de que has recibido todas las vacunas que exige tu centro de estudios, además de las que te recomiende tu médico para tu enfermedad crónica. Para evitar coger un bicho, no compartas con tus compañeros de habitación con demasiada libertad. Puedes intercambiar notas y ropa, pero algunas cosas -como el cepillo de dientes, las maquinillas de afeitar, los utensilios para comer y las toallas- deberían estar prohibidas.
8.
No cambies tu rutina de tratamiento
. No es el momento de decidir repentinamente que está harto de su tratamiento y que quiere cambiar de medicamento. Nunca hagas ningún cambio en tu medicación sin hablar antes con tu médico. Saltarse la medicación puede dar lugar a complicaciones graves, especialmente en el caso de enfermedades que se controlan día a día, como la diabetes.
9.
Toma el ritmo de tu vida
. Seguir una noche entera con un día completo de clases es bastante duro si estás sano. Pero puede ser brutal para tu cuerpo cuando además tienes una enfermedad crónica. Si estás privado de sueño, puedes hacer algo peligroso, como olvidarte de tomar tu medicación para el asma o engullir una bebida azucarada cuando tienes diabetes. Si tienes epilepsia, la falta de sueño podría incluso desencadenar ataques.
Aunque hoy te sientas muy bien y estés preparado para afrontar una agenda completa, mañana podrías tener una recaída y sentirte fatal. No intentes hacer demasiado. De hecho, acepta menos trabajo del que crees que puedes hacer. Luego puedes ir añadiendo clases o actividades a medida que te sientas capaz de hacerlo.
La universidad puede ser abrumadora, especialmente cuando se suma el estrés de una enfermedad crónica. Tómatelo con calma. Mientras haces malabares con el trabajo y las exigencias de tu enfermedad, reserva algo de tiempo para ti. Relájate saliendo con tus amigos, yendo al gimnasio o simplemente sentándote en un lugar tranquilo y meditando.