¿Qué es lo que hace falta para ganar? Descubre lo que nos motiva a vencer a la competencia en este doctor slideshow.
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Puede tener sus raíces en el impulso humano más básico: la supervivencia. Si no ganaste contra el tigre dientes de sable o la tribu vecina, perdiste de verdad. Puede que el tigre de dientes de sable se haya extinguido, pero esos sentimientos no han desaparecido.
Se siente tan bien
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Tu deseo de ganar podría estar relacionado con una sustancia química del cerebro llamada dopamina, que está vinculada al placer. Ganar a tu amigo en el campo de golf no sólo te da derecho a presumir, sino que también desencadena una buena sensación en el área de recompensa de tu cerebro. Y un estudio con ratones macho demostró que sus niveles de testosterona aumentaban progresivamente cada vez que ganaban, lo que les hacía más propensos a ganar futuras peleas.
Aprendemos de ello
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Además de sensaciones agradables, ganar también te da buena información para la siguiente ronda. Y en el otro lado de la mesa, los fracasos de tus competidores no sólo despiertan esas señales de recompensa en tu cerebro, sino también señales de aprendizaje...
Campos de batalla políticos
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Nuestra democracia se nutre de la competencia. Cuanto más disputadas son las elecciones, más nos interesamos y nos implicamos. Pero el resultado de una carrera ajustada pone a mucha más gente en el lado perdedor?
El gran debate
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El debate forma parte de la vida. Algunos investigadores dicen que nos enfrentamos unos a otros para aprender y tomar mejores decisiones. Pero una escuela de pensamiento dice que no lo hacemos para ser más inteligentes o acabar con una solución perfecta. Discutimos para atraer a la gente a nuestra forma de pensar: Discutimos para ganar.
Algunos ansían la competencia
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Usted sabe el tipo. Bueno, él es muy competitivo, o Vaya, ella quiere ganar. Muchas personas que parecen especialmente competitivas están impulsadas por esa necesidad primaria de ganar, pero podría haber otras razones detrás. Puede que lo vean como una oportunidad de mejorar en algo al compararse con los demás, o puede que piensen que la competición les hará esforzarse más y, a su vez, sacar lo mejor de sí mismos.
Brecha competitiva de género
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En general, los estudios demuestran que a las mujeres no les gusta competir tanto como a los hombres. No es que las mujeres tengan miedo a perder, la teoría es que los hombres son un poco más confiados. Sin embargo, esa diferencia puede ser positiva. Un estudio realizado en 42 países reveló que las sociedades son menos felices cuando ambos sexos son muy competitivos.
Ganar a través de los demás
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Hay un término para apoyar a un equipo ganador: disfrutar de la gloria reflejada. Significa que puedes disfrutar de una victoria aunque no hayas hecho nada más que animar: ¡Hemos ganado, hemos ganado! Por otro lado, si tu equipo no gana, no quieres saber nada de él: ¡Esos vagos han vuelto a perder!
El malestar del segundo puesto
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Después de los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, los investigadores descubrieron que los atletas que terminaron en tercer lugar en una prueba -y obtuvieron medallas de bronce- eran mucho más felices que los que terminaron en segundo lugar y obtuvieron plata. Es posible que los medallistas de plata se sintieran defraudados porque pensaban que tenían la posibilidad de ganar el oro, mientras que los medallistas de bronce estaban contentos simplemente por llegar al medallero.
Las longitudes bien llevadas
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Las personas que no hacen bien una tarea son mucho más propensas a hacer trampa si hay presión para ganar. Tanto si se trata de una carta en la manga como de secciones copiadas de otro trabajo, normalmente se hace por una de estas dos razones: para salvar la cara o para ganar como sea.
El lado negativo de ganar
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Si estás tan metido en un deporte que no estás contento contigo mismo a menos que lo hagas bien, eso no es sano. Llevar la competición demasiado lejos puede hacer que no sea muy divertido estar cerca de ti: puedes ser demasiado agresivo, por ejemplo.
Ganar demasiado
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Los investigadores crearon lo que llamaron una escala de actitud hipercompetitiva (HCA) y descubrieron que las personas extremadamente competitivas tienden a ser ensimismadas y a no confiar, entre otros rasgos negativos de la personalidad. Si esto le suena a mucha gente que conoce, no es de extrañar. También informaron de que la hipercompetitividad forma parte de la vida estadounidense.
Cuando los padres van demasiado lejos
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La obsesión por ganar suele venir de los padres. Ya sabes, los que hacen ruido en los partidos de fútbol de tus hijos. Los entrenadores dicen que los padres prepotentes son un problema importante. Una encuesta nacional de entrenadores de tenis dijo que el 36% de los padres realmente perjudican el desarrollo atlético de sus hijos.
Un poco de perspectiva
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El debate sobre el valor de la competición ha sido intenso durante años, especialmente cuando se trata de niños. La competencia y el deseo de ganar pueden impulsarte a ser más exitoso, pero eso sólo llega hasta cierto punto. Una necesidad insana de ganar puede afectar a la felicidad, los niveles de estrés y la autoestima. En un estudio, los niños a los que se les dijo que lo hicieran lo mejor posible y que buscaran nuevas formas de hacer ciertas actividades estaban más motivados que los niños a los que se les dijo que debían intentar hacer las actividades mejor que los otros niños.
Competencia frente a cooperación
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Según algunos científicos sociales, puede ser una buena idea orientar a los niños para que trabajen con otros hacia objetivos en lugar de enfrentarse entre sí. Los niños pueden sentirse mejor consigo mismos, y no hay posibilidad de que su autoestima esté demasiado ligada a ganar un concurso de ortografía o un partido de béisbol.
Un guiño a los no competitivos
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Las personas que no se preocupan mucho por ganar pueden ser mejores. Aunque la competición puede sacar lo mejor de algunos de nosotros -y ganar ciertamente sienta bien-, la cooperación puede ayudarnos a comunicarnos mejor, a confiar más en los demás y a aceptar a las personas que son diferentes.