Conozca algunas de las barreras que enfrentan las personas de color para recibir una atención adecuada de la migraña y las formas de abordar las disparidades raciales en la investigación de la migraña.
La migraña y otros trastornos de la cabeza afectan a decenas de millones de estadounidenses. Los expertos creen que al menos 39 millones de estadounidenses padecen esta dolencia. Dado que a muchos no se les diagnostica ni trata la migraña, es probable que el número de personas afectadas sea aún mayor.
Las personas de color y otros grupos desatendidos se enfrentan a obstáculos aún mayores a la hora de recibir una atención adecuada para la migraña. Por el momento, no se han investigado las razones de estas disparidades. Pero es un área de estudio creciente dentro de la comunidad científica.
La migraña en las personas de color
La tasa de migraña u otros tipos graves de dolores de cabeza es similar en todas las razas y etnias. He aquí un desglose de las cifras, según un estudio:
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Nativos americanos: 17,7%.
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Blancos: 15,5%.
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Negro: 14,5%.
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Asiáticos: 9,2%.
A primera vista, las tasas de migraña parecen muy parecidas. Pero una mirada más atenta muestra diferencias en el diagnóstico y el tratamiento que podrían elevar las cifras para las personas de color. Los resultados de una muestra:
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Las personas negras e hispanas tienen entre un 25% y un 50% menos de probabilidades de acudir a un médico por migraña.
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Los médicos suelen diagnosticar a estos grupos con enfermedades vagas, como la cefalea inespecífica, en lugar de una afección más exacta. Un diagnóstico preciso influye en el tipo de tratamiento que se recibe.
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Con los años, los médicos han empezado a recetar opioides a los negros en mayor proporción que a los blancos. Los opioides no son un tratamiento recomendado para la migraña porque las probabilidades de desarrollar un trastorno por consumo de sustancias son mayores con estos fármacos.
Diferencias en la atención
Los prejuicios en el sistema sanitario estadounidense se remontan a cientos de años atrás. Algunos médicos y científicos creían que los negros eran biológicamente diferentes de los blancos e incluso inmunes al dolor. Utilizaron estas ideas distorsionadas para justificar el trato inhumano de los negros en la investigación y el tratamiento médico.
Hoy en día, las ideas perjudiciales sobre el cuerpo humano de los negros persisten en la atención sanitaria. Los pacientes de color se encuentran con que los médicos habitualmente desestiman o pasan por alto sus síntomas de dolor. En 2016, un estudio sobre el dolor descubrió que alrededor del 50% de los estudiantes de medicina y los médicos residentes encuestados creen que los negros tienen una piel más gruesa o una mayor tolerancia al dolor. Estas creencias hacen que las personas negras, incluidas las que viven con migraña, reciban un tratamiento desigual para el dolor.
El racismo en la atención a la migraña puede magnificar otros prejuicios en torno a la enfermedad. Muchas personas con migraña -de todos los orígenes raciales y étnicos- dicen que los demás no entienden del todo la enfermedad. Algunos piensan que la migraña es un simple dolor de cabeza y que las personas que la padecen son perezosas, débiles o neuróticas.
Socioeconomía y migraña
Los investigadores también han estudiado la relación entre la migraña y los factores sociales y económicos. Las personas con ingresos más bajos y menos educación pueden ser más propensas a padecer migraña. Estos grupos son más propensos a tener una dieta pobre, mayores índices de estrés y menos acceso a una atención sanitaria adecuada. Todas estas cosas contribuyen a los ataques de migraña. Estas cosas suelen estar relacionadas con las comunidades de color.
Varias otras cosas también podrían desempeñar un papel en las diferencias en la atención de las personas negras e hispanas que viven con migraña, tales como:
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Estado de inmigración
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Falta de seguro
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Barreras lingüísticas
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Desconfianza en la comunidad médica
La superación de las disparidades sanitarias
No hay respuestas fáciles para superar las disparidades sanitarias en la atención a la migraña. Hará falta un cambio sistémico dentro del sistema de atención sanitaria. También es necesario un esfuerzo conjunto entre los proveedores de atención médica, los investigadores y las personas que viven con migraña.
Mejora de la atención
Uno de los primeros pasos es mejorar la atención a la migraña en las comunidades desatendidas. Esto incluye:
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Acceso a los médicos, incluidos los especialistas en cefaleas
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Diagnósticos precisos
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Tratamiento adecuado, incluyendo opciones farmacológicas y no farmacológicas como la terapia cognitivo-conductual y el entrenamiento en relajación
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Atención ampliada para los que no tienen seguro o están infraasegurados
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Educación sobre la migraña
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Abordar la desigualdad en la atención sanitaria
Diversidad en la investigación
La investigación científica nos ayuda a conocer mejor las condiciones de salud, a quiénes afectan y las deficiencias en la atención sanitaria. Y los científicos pueden descubrir diferencias en los beneficios y efectos secundarios de los nuevos tratamientos.
Sólo una pequeña parte de la población participa en estudios clínicos. Y muchas veces, estos estudios no representan a la población estadounidense en su conjunto. Los estudios clínicos tienden a estar divididos por igual por sexo, pero hay menos diversidad racial y étnica. Mientras que los negros y los hispanos representan en conjunto el 30% de la población estadounidense, sólo representan el 15% de los participantes en los estudios clínicos.
Las cifras son similares en la investigación sobre la migraña. Las personas de color representan entre el 10% y el 20% de los participantes en los ensayos clínicos de los nuevos tratamientos para la migraña. Y aunque es un área de investigación en crecimiento, todavía hay pocos estudios que se centren en las diferencias en la atención de la migraña.
La diversidad en la investigación científica es un reto crítico pero complejo. Para lograrlo, la comunidad investigadora necesita:
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Reclutar a más personas de color para que se incorporen y dirijan estudios de investigación
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Abordar las preocupaciones sobre el racismo y los abusos históricos y actuales
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Involucrar a las comunidades de color en el proceso de diseño del estudio
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Disminuir las barreras para participar en los ensayos clínicos, como la falta de transporte y el cuidado de los niños
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Proporcionar formación sobre competencia cultural a los investigadores