Los hombres viven más tiempo y con más salud si están casados. He aquí cómo hacer que el amor dure.
Consejos del doctor del amor
Los hombres viven más tiempo y con más salud si están casados. He aquí cómo hacer que el amor dure.
Revisado médicamente por la doctora Charlotte E. Grayson Mathis.
Hace años, antes de que el psicólogo John Gottman, PhD, se hubiera convertido en uno de los investigadores matrimoniales más respetados del país, estaba cortejando a una mujer en una marisquería de Seattle. Acababan de servir la cena cuando la chica de sus ojos, de mal humor, le soltó un comentario desagradable. Gottman cayó al suelo, agarrándose el pecho. Desde debajo de la mesa, gimió: "Buena puntería, compañero... me has pillado", una frase que robó de un juego de vaqueros al que solía jugar en una sala de recreativos. Cuando salió de debajo de la mesa, su futura esposa se reía... y un momento de tensión se disipó.
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Muchos hombres se habrían sentido resentidos al ser picados por un comentario escogido de un compañero malhumorado. En cambio, Gottman utilizó el humor para desescalar la tensión que surge en toda relación. Hoy en día, las ideas de Gottman sobre la naturaleza y el funcionamiento de la vida conyugal se basan en mucho más que en su propio buen instinto.
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Gottman, como ves, es un fisgón profesional. Lleva 25 años espiando los matrimonios de otras personas, llevando a las parejas recién casadas a su "laboratorio del amor" en la Universidad de Washington, en Seattle, para grabarlas mientras charlan, discuten y se enfadan. Mide su ritmo cardíaco y su presión sanguínea, graba cada sonrisa y cada labio despectivo. Y cuando termina, puede predecir -con un 94% de exactitud, afirma- la probabilidad de que una pareja siga unida.
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Y permanecer juntos es importante. Tres décadas después del "boom del divorcio" de los años 70, los expertos de todo Estados Unidos dan nueva credibilidad a la idea de que un matrimonio mediocre es mejor que uno roto. Algunos, como la psicóloga Judith Wallerstein, PhD, sostienen que el divorcio perjudica a los niños durante toda su vida, impidiéndoles a veces formar relaciones sólidas en la edad adulta.
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En un polémico libro publicado en 2000, The Unexpected Legacy of Divorce: A 25 Year Landmark Study, Wallerstein llega a defender que, desde el punto de vista de un niño, todos los matrimonios, salvo los más pésimos, son mejores que un buen divorcio.
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Sin embargo, otro libro, publicado en 2002, tiene un punto de vista diferente. En For Better or For Worse: Divorce Reconsidered, E. Mavis Hetherington, profesora emérita de psicología de la Universidad de Virginia, y su coautor John Kelly argumentan que la mayoría de los hijos de los divorciados se desenvuelven bien con pocos daños a largo plazo.
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Gottman está de acuerdo. El divorcio, cree, perjudica a los niños sobre todo cuando los padres no los protegen de la hostilidad y el conflicto continuos. Si las parejas que se divorcian cooperan en la crianza de sus hijos, dice, los niños pueden salir relativamente sanos e indemnes. Aun así, Gottman está de acuerdo en que intentar permanecer juntos es un objetivo importante, y no sólo por el bien de los niños. Después de los hijos, dice, los hombres son los mayores beneficiarios del matrimonio.
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"Los hombres casados viven más tiempo, tienen menos enfermedades infecciosas y menos infartos", dice. "Simplemente están mejor psicológica y físicamente independientemente de la calidad del matrimonio. El matrimonio también puede ser muy útil para la salud y la longevidad de las mujeres, si es un buen matrimonio", afirma. "Pero a los hombres les basta con estar casados".
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La razón de esta disparidad, dice Gottman, es que sin sus esposas, la mayoría de los hombres no tendrían a nadie en quien apoyarse. "Los sistemas de apoyo social de los chicos son realmente pésimos", dice. "Le preguntas a la mayoría de los hombres con quién hablan cuando están molestos y te dicen: 'No hablo con nadie'. A menos que quizá hablen con sus esposas".
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El resultado final: Se den cuenta o no, dice Gottman, los hombres tienen un gran interés en que sus matrimonios duren... y una gran influencia sobre si realmente lo hacen. Vale la pena luchar por el matrimonio, y Gottman tiene algunas ideas claras sobre cómo los hombres pueden unirse a esta batalla.
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Para empezar, dice, los hombres deben examinar la forma en que conciben el matrimonio y la pareja. Gottman dice que cree que dentro de todo matrimonio exitoso hay un "marido emocionalmente inteligente" que comparte el poder y la toma de decisiones con su mujer y sabe encontrar un terreno común.
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En un buen matrimonio, la mujer sentirá no sólo que es escuchada, sino también que su marido se interesa por lo que ocurre en su vida. Ha visitado su lugar de trabajo, conoce sus esperanzas y temores, incluso quién es su pariente menos favorito. Gottman llama a esto tener un "mapa del amor" del mundo de su pareja. "Es fácil aprender estas cosas", dice Gottman. "Sólo hay que preguntar".
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Otra cosa que pueden hacer los hombres -y puede que tengáis que practicar esto, chicos- es ser menos tacaños con los elogios. Fíjate en las cosas que tu pareja hace bien, y díselo, todos los días. Gottman dice que las parejas con malas relaciones tienen problemas con esto.
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En uno de los primeros estudios, publicado en el número de febrero de 1980 de la revista Journal of Consulting and Clinical Psychology, unos investigadores entrometidos observaron a las parejas en casa y registraron cada interacción positiva. Pidieron a la pareja que hiciera lo mismo y descubrieron algo interesante: Las personas en matrimonios con problemas subestimaban a la mitad el número de buenos intercambios. "Simplemente no veían lo que era bueno", dice Gottman. Ese tipo de perspectiva, dice Gottman, es una de las grandes razones por las que la tasa de divorcio estadounidense ronda ahora el 50%.
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Los hombres también necesitan entenderse a sí mismos y a su propio funcionamiento emocional, aunque sólo sea para descubrir lo primitivos neandertales que somos en realidad. Un ejemplo: Durante una riña conyugal, la presión arterial y el ritmo cardíaco de ambos cónyuges se elevan. Pero Gottman ha descubierto que, en el caso de los hombres, el salto se produce mucho más rápido y dura mucho más tiempo, una función, según él, de la evolución: Nuestros antepasados cazadores y recolectores estaban preparados para responder rápidamente a posibles peligros. Y hoy en día, bueno, no siempre podemos distinguir entre nuestras esposas y un depredador que nos ataca. ¿Y qué ocurre? Nos critican (nunca empezamos, ¿verdad?), las hormonas del estrés empiezan a correr por nuestro torrente sanguíneo, y muy pronto es casi imposible tener una discusión racional y productiva.
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La solución de Gottman: Reconocer las señales de su propia excitación - y saber cuándo tomar un descanso. "Cuando sientas que preferirías ver cualquier deporte entre dos equipos cualquiera que estar en esta conversación", dice Gottman, "pide un descanso". Y haz que dure al menos 30 minutos: ese es el tiempo que tarda tu cuerpo en volver a la normalidad.
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Durante el descanso -quizá incluso antes de necesitarlo- busca formas de calmar tus nervios. Gottman aboga por una técnica de cinco pasos que incluye la respiración profunda y rítmica, la tensión y relajación lenta de todos los músculos y el uso de imágenes mentales tranquilizadoras: una isla desierta, por ejemplo, o una vista de montaña cubierta de nieve.
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En sus talleres para parejas y en sus libros, Gottman pide a las parejas que dediquen "cinco horas mágicas a la semana" a mejorar su matrimonio. Esta es la receta del médico del amor:
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Parte con una nota positiva. No os vayáis por la mañana hasta que cada uno de vosotros sepa algo interesante sobre el próximo día del otro. Y asegúrate de dar un beso... uno de verdad que dure al menos seis segundos.
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Vuelve a conectar al final del día. Otro beso de seis segundos, seguido de 20 minutos de conversación a solas mientras los niños hacen los deberes o ponen la mesa. Compartan lo más destacado del día, quéjense un poco si es necesario (pero NO del otro) y obtengan un oído comprensivo de su pareja.
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Vete a la cama con una nota positiva. Gottman se toma en serio el mandato bíblico "No dejes que se ponga el sol sobre tu ira". Traducción: Evita las discusiones antes de acostarte. Haz un esfuerzo consciente para dejar atrás las irritaciones del día. Y ten algo de contacto físico, al menos otro beso de seis segundos.
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Un agradecimiento diario. Olvida a Stuart Smalley, de la fama de Saturday Night Live; piensa en Bill Clinton... un Bill Clinton sincero. Vamos, que no es tan difícil encontrar algo bonito (y real) que decir. Si tienes problemas, prueba esto: Escribe cada día algo bueno sobre tu pareja (y no olvides compartirlo). Al cabo de unas semanas, debería convertirse en un hábito... y los buenos momentos estarán más cerca de la superficie de tu conciencia.
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Una cita semanal (sin los niños). Y dedica al menos dos horas a hablar de tú a tú.
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Seguir estas pautas requiere un poco de trabajo, y habrá momentos en los que te preguntarás si merece la pena.
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Gottman tiene una rápida réplica a ese tipo de dudas. "Todos los estudios apuntan a una cosa", dice Gottman. "Vivirás más tiempo si aumentas la cantidad de amabilidad a tu alrededor". Y usted -y su pareja- podrían disfrutar del tiempo extra.