Es un mundo de locos

¿Por qué te enfadas tanto, y qué hace a tu salud?

Está la camarera que se niega a mirar en tu dirección. El zoquete que cruza la autopista sin usar el intermitente. Y la alegre voz grabada que te arrastra cada vez más al infierno del buzón de voz.

La más mínima molestia puede hacer que nos enfurezcamos. Pero, ¿te has parado a pensar por qué nos enfadamos? ¿Qué es la ira?

"La ira es una emoción natural", dice el doctor Charles D. Spielberger, profesor de investigación en psicología de la Universidad del Sur de Florida, que lleva 25 años estudiando la ira. "No hay nada anormal en ella".

Puede que la ira sea normal, pero le afecta físicamente. Cuando te enfadas durante un atasco o en el partido de fútbol de tu hijo, tus niveles hormonales aumentan, tu respiración se acelera, tu pulso y tu presión arterial se disparan, empiezas a sudar y tus pupilas se dilatan.

Básicamente, tu cuerpo se está preparando para la acción. Esta es la parte de "lucha" de la respuesta de "lucha o huida". Spielberger dice que la ira tiene una ventaja evolutiva: "El miedo y la rabia son comunes también en los animales, porque les ayuda a luchar y sobrevivir".

El problema es que, hoy en día, la ira no siempre es tan útil. La mayoría de nosotros no nos topamos con tigres devoradores de hombres en la cola de la oficina de tráfico.

Los efectos físicos de la ira en el cuerpo pueden ser duraderos. Algunos estudios han demostrado una conexión entre la ira y la presión arterial alta, la depresión y las enfermedades cardíacas. Un estudio descubrió que las personas muy propensas a la ira tienen tres veces más probabilidades de sufrir un ataque al corazón o una enfermedad coronaria mortal que las personas menos enfadadas.

¿Cuál es la solución? ¿Debería tapar su enfado o hacer estallar su pila con regularidad? Los expertos dicen que ninguna de las dos cosas. Tanto si te aguantas como si explotas de rabia, los sentimientos frecuentes de ira intensa pueden suponer los mismos riesgos para la salud.

La clave es hacer que tu ira sea constructiva. Spielberger dice que el primer paso es ser consciente de uno mismo. No te permitas entrar en cólera. En su lugar, sea consciente de su ira. Mantén el control. Es la única manera de averiguar exactamente qué es lo que te hace enfadar.

Una vez que puedas identificar el verdadero problema, podrás intentar resolverlo racionalmente en lugar de enfurecerte inútilmente. Si estás enfadado con alguien, habla de ello de forma asertiva, pero nunca agresiva. Si una determinada situación desata tu ira, aprende a prepararte para ella -o mejor aún, a evitarla- en el futuro.

Consejos para controlar la ira

  • ¡Respira! Inhala y exhala profundamente desde el diafragma, debajo del hueso del pecho. Al cabo de un minuto más o menos, deberías sentir que la tensión desaparece. Puedes hacer los ejercicios de respiración en cualquier momento y lugar, incluso durante una molesta cena con tus suegros.

  • Tómate un descanso. Cuando la rabia se apodere de ti, cambia de escenario. Si es posible, sal de la habitación o da un paseo.

  • Utiliza tu mente. Cuenta hasta 10. Imagínate en una playa del Caribe. O repite para ti una palabra tranquilizadora.

  • Desahógate. Haz ejercicio, porque la actividad física puede ser un gran alivio para el estrés. Prueba con movimientos lentos y de estiramiento como los que se hacen en el yoga.

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