Las cámaras de bronceado pueden causar cáncer de piel

A pesar de lo que dicen algunos, el bronceado en interiores puede causar melanoma.

No crecí bronceándome. Soy de piel clara y pelirroja, y no me gustaba exponerme al sol ni tampoco ir a la playa. Y cuando me exponía al sol, no me ponía morena. Sólo me ponía un poco rosada y con pecas.

De hecho, me bronceé por primera vez cuando fui a Florida en 2001. Tenía 17 años y estaba muy emocionada por mi aspecto. Cuando volví a casa, empecé a ir a un salón de bronceado para mantener el color. Durante los dos años y medio siguientes volví una vez a la semana. No estaba súper oscuro; sólo estaba bronceado para mi complexión. Pensaba que estaba bien porque una amiga enfermera le dijo a mi familia que las camas de bronceado no causan cáncer de piel como la luz del sol. Me di cuenta de que estaba equivocada cuando desarrollé un cáncer de piel.

Las camas de bronceado pueden causar melanoma

Tenía un lunar en el estómago que le mostré a mi médico. Se mostró indiferente: era oscuro y picaba, pero no tenía los bordes irregulares del melanoma. Me dijo que podía extirparlo por razones estéticas, y así lo hice. Pero después de extirparlo, me dijeron que tenía un melanoma en fase 2. De repente, empezamos a hablar de cáncer, de tasas de supervivencia y de ganglios linfáticos. Me quedé completamente sorprendida y muy asustada.

Los médicos me operaron de nuevo para eliminar cualquier otra célula cancerosa. También me extirparon ocho ganglios linfáticos que, por suerte, no mostraban signos de cáncer. La incisión de siete pulgadas tardó mucho tiempo en curarse. Pero volví a las clases en la Universidad Roger Williams (en Bristol, Rhode Island) tres días después de la operación.

Recuperación del cáncer de piel

Estaba muy deprimida. Me culpaba de haber contraído el cáncer de piel. No creía que mis amigos de la universidad entendieran lo grave que era mi enfermedad, y me molestaba que siguieran tomando el sol y yendo a los salones de bronceado... aun sabiendo lo que me había pasado.

Llevo cuatro años sin cáncer. Me gradué en la universidad y trabajo como directora de publicidad y promociones para Six Flags New England, un trabajo que me encanta. Sé que el riesgo de padecer un melanoma es mayor que el de alguien que nunca lo ha padecido, pero voy al dermatólogo cada seis meses para que me revise, y veo a mi oncólogo una vez al año.

Educar a los demás sobre los peligros del bronceado en interiores

Lo más importante es que acudo a los institutos locales, a seminarios para mujeres y a eventos de recaudación de fondos como oradora de varias organizaciones benéficas, como la Academia Americana de Dermatología, la Fundación Shade y la Sociedad Americana del Cáncer. Insto a los jóvenes a que eviten las camas de bronceado y la exposición prolongada al sol. Les digo que sean proactivos en el cuidado de su piel, haciéndose una revisión anual por un dermatólogo y revisando su propia piel mensualmente. Mi autocompasión ha desaparecido. Y ahora tengo una misión.

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