Seguir la pista a un ladrón de la vista

Al principio, el único indicio puede ser una visión ligeramente distorsionada o borrosa, o la dificultad para leer. Cuando la situación empeora, decide acudir a su oftalmólogo. Al hacerlo, es posible que se entere de que padece una enfermedad llamada degeneración macular asociada a la edad, o DMAE. En la DMAE, la mácula -la zona de la retina responsable de su visión central más nítida- se deteriora.

Siguiendo la pista a un ladrón de la visión

La ciencia sigue buscando la causa de la DMAE que roba la vista.

Por Camille Mojica Rey Del médico Archivos visión ojo

Al hacerlo, es posible que descubra que padece una enfermedad llamada degeneración macular asociada a la edad, o DMAE. En la DMAE, la mácula -la zona de la retina responsable de su visión central más nítida- se deteriora.

Según el Instituto Nacional del Ojo (NEI), un millón de personas padecen DMAE, la principal causa de ceguera en personas mayores de 60 años. Cada año se registran 200.000 nuevos casos, una cifra que se espera que aumente a medida que la población del baby boom envejezca.

En la DMAE "seca", los tejidos de la retina se adelgazan y las células de la mácula "se caen". Si esta situación avanza lo suficiente, el aspecto desvaído de los objetos puede dificultar la percepción de detalles finos, como las letras de las señales de tráfico. También pueden producirse distorsiones o deformaciones de las imágenes.

Alrededor del 10% de los pacientes padecen la forma "húmeda" de la enfermedad, en la que se desarrollan vasos sanguíneos anormales en la capa de tejido bajo la retina y pierden sangre y líquido, lo que suele provocar tejido cicatricial, que crea un punto ciego central. Esta versión más agresiva de la DMAE representa alrededor del 90% de las pérdidas graves de visión derivadas de la enfermedad, según el NEI.

No existe un tratamiento probado para la DMAE seca. Aparte de aconsejar a las personas que eviten el tabaco y la luz solar intensa -ambos considerados factores de riesgo- y que vigilen su salud en general, los médicos no pueden sugerir mucho.

En ocasiones, la cirugía láser puede ayudar a quienes padecen la forma húmeda. Sin embargo, el éxito del tratamiento depende en gran medida de la proximidad de los vasos sanguíneos anormales al centro de la visión. (Esto se debe a que el láser se utiliza para cauterizar, pero en el proceso destruye la retina subyacente). Se está estudiando un nuevo enfoque que utiliza un láser de baja energía y una medicación activada por la luz.

"El mensaje es que hay que vivir con esto hasta que averigüemos qué hacer", dice el doctor Lylas Mogk, oftalmólogo del Henry Ford Health System de Grosse Point (Michigan), que ha escrito un libro sobre el tema.

Afortunadamente, dice Mogk, se puede enseñar a quienes tienen "problemas de visión" a recurrir a la ampliación y a un mejor uso de su visión periférica. "Queda una enorme cantidad de visión", dice.

En busca de una causa y una cura

Los científicos trabajan para comprender mejor la enfermedad con la esperanza de descubrir formas de prevenirla y tratarla mejor.

El consumo de grasas dietéticas modificadas, como el aceite vegetal parcialmente hidrogenado, junto con la exposición a la contaminación ambiental, como el humo de los cigarrillos, pueden desempeñar un papel, cree Mogk. "Estamos asistiendo a la primera generación [de los que] han vivido toda su vida desde que bombeamos el medio ambiente con sustancias químicas", afirma Mogk.

Los estudios publicados en el número del 9 de octubre de 1996 del Journal of the American Medical Association apoyan parcialmente su teoría. Los investigadores descubrieron que los fumadores tienen entre dos y tres veces más probabilidades de desarrollar DMAE.

Según Mogk, evitar los cigarrillos, las grasas modificadas (porque pueden depositarse en la retina) y la exposición a la luz azul (la longitud de onda justo por encima de la ultravioleta) podría ayudar a minimizar el riesgo de contraer DMAE. (Las lentes de color naranja, amarillo o ámbar pueden bloquear la luz azul).

Varios estudios actuales, incluido uno realizado por el NEI, se centran en los posibles efectos preventivos de los antioxidantes, como las vitaminas A y E. Los estudios realizados hasta ahora han arrojado resultados contradictorios.

Otros científicos se fijan en los alimentos que contienen los mismos pigmentos que se encuentran en la retina, dice el doctor Jeff Blumberg, investigador de la Universidad Tufts de Boston. "[Estos pigmentos] filtran las longitudes de onda de la luz que pueden dañar la retina", dice Blumberg. Está estudiando la capacidad del organismo para utilizar la luteína y la zeaxantina, pigmentos que se encuentran en los huevos, el maíz y las espinacas.

Según un estudio que realizó, publicado en el número de agosto de 1999 de la revista American Journal of Clinical Nutrition, la luteína y la zeaxantina se absorben con mayor eficacia de las yemas de huevo que de las fuentes vegetales. "Lo importante es que hemos identificado estos nutrientes en la dieta", dice. "Cuando los niveles en la sangre suben, la densidad del pigmento en la retina aumenta".

El siguiente paso, demostrar que el consumo de ciertos alimentos puede prevenir la degeneración macular, requerirá otros 10 ó 15 años, dice Blumberg.

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