El estreñimiento de larga duración puede hacer que quieras poner tu vida en pausa. Aprenda a controlar sus síntomas para poder seguir adelante con su día.
Si tienes tres o menos deposiciones a la semana o te cuesta hacer caca, tienes lo que se llama estreñimiento crónico. Puede afectar a algo más que a lo que ocurre en tu baño.
Tu intestino es fundamental para tu salud y bienestar general, dice el doctor Niket Sonpal, gastroenterólogo de Nueva York. El estreñimiento crónico puede privar a tu cuerpo de una sensación de alivio después de ir al baño.
Como los alimentos se mueven por el organismo más lentamente de lo normal, puedes sentirte pesado, hinchado, fatigado y con dolor de barriga. Ese malestar -y la preocupación por saber cuándo podrá defecar de nuevo- puede hacer que incluso quiera quedarse en casa.
Intente mantenerse lo más conectado posible a su vida habitual. Utiliza estos consejos para lograrlo.
Bebe mucha agua
¿Cuánto? Intenta beber 8 vasos de agua al día.
El agua ayuda a descomponer los alimentos que consumes, ayuda a tu cuerpo a extraer los nutrientes y a absorberlos en tu sistema, y también ayuda a ablandar las heces, dice Sonpal.
Come alimentos que te pongan en marcha
Tu primera comida del día es la que más puede poner en marcha tu intestino.
La papaya, las peras, las ciruelas pasas y el kiwi: estas cuatro frutas suelen ayudar a la gente a ir, dice el doctor Ashkan Farhadi, director del Proyecto de Enfermedades Digestivas de MemorialCare Medical Groups en Fountain Valley, California.
Remoje las ciruelas pasas durante la noche para añadir más agua a su intestino. La fibra también ablanda las heces, así que procura consumir entre 25 y 30 gramos de fibra (de todas las fuentes) a lo largo del día. Elige verduras y granos integrales (o cereales o panes hechos con ellos). Si no es suficiente, habla con tu médico sobre un suplemento de fibra.
Programe su tiempo para ir al baño
Si estás en el trabajo o en medio de los recados, puedes tener la tentación de ignorar las ganas de hacer caca. Pero si lo haces, dos minutos más tarde las ganas habrán desaparecido, dice Farhadi. Si esto ocurre a menudo, el colon dejará de enviarle señales.
Establece una ventana de 15 minutos para sentarte en el inodoro que se ajuste a tu horario. Cúmplelo todos los días. No esperes mover el intestino al principio, pero después de dos semanas, tu cuerpo se acostumbrará a este horario, dice Farhadi.
Ponte cómoda, pero no presiones
Si necesitas defecar cuando estás fuera de casa, no te estreses. Escucha música en tu teléfono o lee una revista. Si puedes relajarte, tu cuerpo puede actuar más rápido.
Cuando te esfuerzas por expulsar la caca, puedes causar problemas, dice Farhadi. Puedes acabar con hemorroides o fisuras anales (desgarros alrededor del ano). El esfuerzo también puede provocar una hemorragia o un prolapso rectal, en el que la pared del recto se sale del ano.
Comprueba tus medicamentos
Muchos medicamentos, como algunos que tratan la presión arterial alta, las convulsiones y la depresión, pueden empeorar el estreñimiento. Algunos suplementos y hierbas también pueden hacerlo. Revisa todos los medicamentos nuevos con tu médico, dice Farhadi. Tus síntomas pueden mejorar si cambias a otros fármacos.
Levantar los pies
Puede probar productos diseñados para levantar los pies mientras está en el inodoro. También puede elevar los pies sobre una pila de libros. Algunas personas descubren que esta posición les ayuda a mover mejor el intestino y a reducir el tiempo que tardan en defecar, dice Farhadi.
Controla tu estrés
El estrés puede empeorar el estreñimiento. La ansiedad desencadena en tu intestino lo mismo que en tu sistema cardíaco cuando tu ritmo cardíaco comienza a aumentar, dice Sonpal. Habla con un terapeuta sobre cómo manejar las cosas que te preocupan.
Sigue moviéndote
Cuando estás activo, aumentas la actividad de tu intestino. Si puedes, muévete la mayoría de los días. En su oficina, piense en una estación de trabajo de pie en lugar de un escritorio. Esto ayuda al flujo sanguíneo y a la digestión, dice Sonpal.
Consulta a tu médico
El dolor, la hemorragia, los cambios en las deposiciones y la pérdida de peso son señales para llamar a tu médico. Por lo demás, acude a él cuando te toque la próxima receta, dice el doctor Michael Camilleri, portavoz de la Asociación Americana de Gastroenterología.