El sida, la enfermedad causada por el VIH, apareció por primera vez en EE.UU. a principios de la década de 1980. Desde entonces, los avances en el tratamiento del VIH han hecho que deje de ser una infección mortal para convertirse en una enfermedad de por vida que se puede controlar.
Un año después, la misteriosa enfermedad tenía un nombre: síndrome de inmunodeficiencia adquirida, o SIDA. Destruía el sistema inmunitario y dejaba el cuerpo expuesto a todo tipo de infecciones.
En 1983, los científicos descubrieron el virus que causa el SIDA. Más tarde lo denominaron virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Se inició la carrera para encontrar un tratamiento que detuviera esta enfermedad mortal.
Un objetivo difícil
El VIH resultó ser difícil de matar. Por un lado, ataca a unas células inmunitarias llamadas células T auxiliares que normalmente protegen contra invasores como el VIH. Si se destruyen suficientes células T, el organismo queda indefenso ante el virus y otras infecciones oportunistas.
El VIH es un retrovirus, y se diferencia de los virus que causan los resfriados y la gripe. Un retrovirus es más eficaz a la hora de engañar a las células del cuerpo para que hagan múltiples copias de sí mismos y causen una infección de por vida.
En 1987, el VIH había infectado a 32.000 personas sólo en Estados Unidos. Más de la mitad de ellas murieron.
Un medicamento innovador contra el VIH
Los investigadores descubrieron que un medicamento contra el cáncer fracasado en los años 60, la zidovudina, impedía que el VIH se multiplicara y ayudaba a las personas con sida a vivir más tiempo. Este medicamento, también llamado azidotimidina (AZT), empezó a comercializarse en 1987. El AZT, que se vende bajo la marca Retrovir, actúa bloqueando unas proteínas llamadas enzimas que el virus necesita para replicarse.
La FDA aprobó el AZT en menos de 4 meses, acelerando un proceso que suele durar muchos años. Trata el VIH, pero no es una cura.
El AZT tenía inconvenientes. Por un lado, no funcionaba muy bien por sí solo. Y provocaba efectos secundarios como problemas hepáticos y un bajo recuento de células sanguíneas que podían ser mortales. Además, el AZT era el fármaco de prescripción más caro de la historia, con un precio de 16.500 dólares en un año.
En los años siguientes, la FDA aprobó otros fármacos que funcionaban de forma similar al AZT. Pertenecían a una clase de fármacos denominados inhibidores nucleósidos de la transcriptasa inversa (INTR).
A principios de la década de 1990, el VIH era la primera causa de muerte entre los estadounidenses de 25 a 44 años. Un gran problema de un tratamiento con un solo fármaco como el AZT es que los virus aprenden a cambiar, o a mutar, por lo que los fármacos con el tiempo dejan de funcionar.
En 1995, la FDA aprobó el saquinavir, el primero de una clase diferente de medicamentos contra el VIH (antirretrovirales) llamados inhibidores de la proteasa. Al igual que los ITIN, los inhibidores de la proteasa impiden que el virus se copie a sí mismo, pero en una fase diferente de la infección.
Un año más tarde llegó otra clase de antirretrovirales, denominados inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa (INNRT), entre los que se encuentra la nevirapina (Viramune). Al igual que el AZT, los NNRTIs desactivan el VIH atacando las enzimas que necesita para multiplicarse.
Estos fármacos abrieron el camino a una nueva era de terapia combinada para el VIH/SIDA. Los médicos empezaron a recetar saquinavir más AZT u otros antirretrovirales. Esta terapia combinada se denominó terapia antirretroviral altamente activa (HAART). Este enfoque se convirtió en el nuevo estándar de atención para el VIH en 1996. La TARGA alargó en gran medida la vida de los enfermos de sida.
Píldoras combinadas
La TARGA requería tomar muchas pastillas cada día. Las múltiples dosis y los efectos secundarios de los fármacos llevaron a muchas personas a abandonar su terapia contra el VIH. Entonces, en 1997, la FDA aprobó una píldora llamada Combivir que contenía dos medicamentos contra el VIH y era más fácil de tomar.
Casi dos décadas después de la aparición del VIH y el sida, había una docena de medicamentos antirretrovirales en el mercado.
PrEP
Otro salto en el tratamiento del VIH se produjo en 2010. Un estudio demostró que tomar una dosis diaria de antirretrovirales no solo ayudaba a los seropositivos, sino que también podía proteger a las personas sanas de la infección.
En 2012, la FDA aprobó el medicamento Truvada... una vez al día para la profilaxis previa a la exposición, o PrEP. En 2021, la suspensión de cabotegravir de liberación prolongada (Apretude) obtuvo la aprobación de la FDA, y se administra primero en dos inyecciones iniciales con un mes de diferencia, y después cada dos meses. Cuando se toma la PrEP según las directrices, puede reducir el riesgo de contraer el VIH a casi cero.
El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos recomienda ahora que cualquier persona con riesgo de infección por el VIH tome la PrEP. Esto incluye a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a los heterosexuales que mantienen relaciones sexuales de riesgo sin protección y a los que se inyectan drogas.
El tratamiento del VIH en la actualidad
En los últimos años han aparecido nuevas clases de medicamentos para el VIH. En 2007, la FDA aprobó el primer inhibidor de la integrasa, el raltegravir (Isentress). Este tipo de fármaco ofrece una forma diferente de evitar que el VIH haga copias de sí mismo.
Hoy en día, existen más de 30 medicamentos contra el VIH. Muchas personas son capaces de controlar su VIH con una sola píldora al día. El tratamiento temprano con antirretrovirales puede evitar que las personas seropositivas contraigan el SIDA y las enfermedades que provoca, como el cáncer. Los medicamentos para el VIH también impiden que las personas que tienen el virus se lo transmitan a su pareja durante las relaciones sexuales. Todavía no tenemos una cura para el sida. Pero con el tratamiento adecuado, las personas seropositivas pueden llevar una vida normal.