VIH: ¿En qué se diferencia cuando se es mayor?

Las personas de 50 años o más se enfrentan a diferentes retos y riesgos en relación con el VIH. Un diagnóstico puede significar más problemas de salud relacionados con la edad, incluida la depresión.

Pero también hay miles de personas mayores a las que se les diagnostica el VIH cada año. Y podría haber incluso más personas mayores que viven con la enfermedad sin darse cuenta.

La idea de que el VIH tiene mala reputación y los sentimientos de vergüenza o miedo pueden impedir que las personas mayores se informen sobre la enfermedad, se hagan la prueba y busquen tratamiento.

Riesgos para las personas mayores

Las personas mayores se enfrentan a retos que pueden añadirse a los riesgos habituales de infección.

Suelen ser menos conscientes de cómo se propaga el VIH y es menos probable que mantengan relaciones sexuales con protección. No es algo en lo que las personas mayores divorciadas o viudas estén acostumbradas a pensar cuando empiezan a salir de nuevo. Además, las mujeres mayores saben que no se van a quedar embarazadas, por lo que puede no parecer importante utilizar un preservativo. Los cambios en la vagina de las mujeres mayores también pueden aumentar el riesgo de contraer el VIH durante las relaciones sexuales.

Aunque visitan al médico con más frecuencia, las personas mayores suelen ser menos propensas que los pacientes jóvenes a hablar de sus hábitos sexuales o de su consumo de drogas. Y los médicos son menos propensos a preguntar sobre ellos.

Síntomas

El VIH afecta a cada persona de forma diferente, por lo que no hay un único signo revelador. Los síntomas del VIH pueden confundirse con el proceso habitual de envejecimiento.

Algunas personas pueden no ver ningún síntoma al principio, mientras que otras pueden sentirse como si tuvieran gripe unas semanas después de infectarse, con:

  • Tos

  • Diarrea

  • Fiebre

  • Dolor de cabeza

  • Sudores

Pueden pasar hasta 10 años para que aparezcan otros síntomas, como:

  • Pérdida de peso

  • Inflamación de las glándulas

  • Poca energía

  • Pérdida de apetito

  • Erupciones en la piel, llagas en la boca o en la zona genital, o infecciones repetidas por hongos

  • Cólicos intestinales

  • Pérdida de memoria a corto plazo

Cómo se hace la prueba

Si crees que podrías tener el VIH, habla con tu médico. Un diagnóstico temprano significa que puedes empezar el tratamiento y evitar que la enfermedad se convierta en SIDA.

Podrías hacerte la prueba en la consulta de tu médico o en una clínica, hospital o centro de salud comunitario, y suele ser gratuita.

Tratamiento

El VIH es una enfermedad controlable. Pero como las personas mayores suelen ser diagnosticadas más tarde, la enfermedad puede haber tenido tiempo de hacer más daño al sistema inmunitario.

Después de haber dado positivo, aunque no te sientas diferente, es importante que busques un médico especialista en VIH de inmediato. Debido a tu edad, tu plan de tratamiento puede involucrar a varios proveedores de atención médica para tratar una serie de necesidades físicas y mentales.

El VIH aumenta las probabilidades de padecer problemas de salud relacionados con la edad, como enfermedades cardíacas, fragilidad ósea, demencia y ciertos tipos de cáncer.

Para mantenerte sano, tendrás que cuidarte. Haz ejercicio regularmente, mantén un peso saludable, come bien y deja de fumar.

Informe a su médico sobre los síntomas nuevos y cambiantes. Informa también a todos tus médicos sobre los medicamentos que estás tomando, porque algunos medicamentos pueden hacer que tus fármacos contra el VIH sean menos eficaces.

Depresión

No es una parte normal del envejecimiento, pero las personas mayores en general tienen un mayor riesgo de sufrir depresión. A los mayores les quedan menos amigos y familiares en su vida, y puede resultarles difícil hablar de sus sentimientos con alguien. Por eso se sienten más solos.

Pero no se trata sólo de estar solo, triste o desesperado. La depresión en las personas mayores también puede manifestarse como problemas de memoria, quejas generales de dolor, y ver o escuchar cosas.

Y las personas con VIH tienen más probabilidades de estar deprimidas. Un diagnóstico de VIH puede hacer aún más difícil hablar con las personas que te importan, si te preocupa lo que puedan pensar o decir de ti. Puede ser menos probable que recibas atención médica o que pidas ayuda, incluso cuando los servicios estén disponibles.

No ignores la depresión. Es una enfermedad real, y puede obstaculizar tu salud. La depresión puede estar vinculada a una menor respuesta del sistema inmunitario y a mayores niveles de inflamación, lo que puede hacer más difícil la vida con el VIH. Y cuando estás deprimido, puede que no te importe tanto seguir el tratamiento.

Informa a tu médico si llevas más de un par de semanas con problemas. Tratar la depresión puede ayudarte a sentirte mejor mental y físicamente.

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