La hepatitis C puede provenir de un virus que se concentra en el hígado, pero sus efectos se extienden a todo el cuerpo. La presentación del médico puede ayudarte a ver lo que necesitas saber.
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Unas semanas después de contraer la hepatitis C, es posible que te encuentres un poco más cansado de lo habitual. Más adelante, si la enfermedad se prolonga (tu médico dirá que es crónica), puedes notar niebla cerebral, una sensación de confusión y falta de espacio. También puede tener una fatiga más profunda, problemas de memoria y síntomas de depresión.
Sangre
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La inflamación de su hígado causada por la hepatitis C y la posterior cicatrización pueden bloquear el flujo de sangre a la zona. Sin un flujo sanguíneo saludable, las células de su hígado comienzan a morir. Esta falta de circulación también puede hacer que se le hinchen las piernas o el vientre. También puedes sangrar y tener moratones con más facilidad.
Boca
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En algunas personas, la hepatitis C también provoca una afección autoinmune llamada síndrome de sicca. Esto puede provocar sequedad de boca y dificultad para tragar, además de otros síntomas. La hepatitis C también se ha relacionado con el liquen plano oral, una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a las membranas mucosas del interior de la boca. Los síntomas incluyen hinchazón, llagas y manchas blancas de encaje.
Ojos
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El daño hepático en las últimas fases de la hepatitis C provoca ojos amarillos, un signo de ictericia. Esto ocurre porque el hígado no puede funcionar como lo hace normalmente, y la bilis amarilla, llamada bilirrubina, se acumula en el cuerpo. (La bilis es un líquido que ayuda a la digestión)... Esto hace que los ojos (y la piel) se vuelvan amarillos. Los ojos también pueden resecarse a causa del síndrome de sicca.
Intestinos
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La hepatitis C que inflama el hígado también afecta a los intestinos. Un hígado dañado no puede producir suficiente bilis. Cuando los ácidos biliares son escasos, los intestinos no pueden absorber los nutrientes vitales que el cuerpo necesita.
Digestión
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Cuando el daño hepático (cirrosis) causado por la hepatitis C empieza a empeorar, puede sentir náuseas y perder el apetito. La cirrosis avanzada puede hacer que se acumule presión en los vasos sanguíneos del hígado. Esto agranda las venas del esófago y de otras partes del aparato digestivo.
Peso
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La hepatitis C puede hacer que su glándula tiroidea se dispare, una condición llamada hipertiroidismo. La pérdida de peso es uno de los efectos secundarios. Más adelante, cuando el daño hepático de la hepatitis C se convierte en cirrosis, sustituye el daño por tejido cicatricial. El tejido hepático cicatrizado no puede funcionar tan bien como el tejido hepático sano. Esto afecta a la capacidad del organismo para digerir los alimentos, y puede perder peso de forma inesperada.
Vejiga e intestino
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La ictericia que conlleva un hígado enfermo no sólo te pone los ojos y la piel amarillos, sino que también hace que tu orina se vuelva oscura. También puedes notar que tus cacas son de color arcilla. La zona superior derecha del vientre, donde se encuentra el hígado, puede estar sensible.
Articulaciones
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El dolor en las articulaciones y los músculos es un signo temprano de que el sistema inmunológico está tratando de combatir la infección. Esta sensación puede ir acompañada de otros síntomas similares a los de la gripe, como náuseas, fatiga y falta de apetito.
Azúcar en la sangre
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La hepatitis C dificulta la gestión de la glucosa por parte de su cuerpo, especialmente una vez que daña su hígado. Impide que la insulina funcione correctamente en el torrente sanguíneo. El riesgo de padecer prediabetes y diabetes es mayor si se tiene hepatitis C. Alrededor del 33% de las personas infectadas padecen diabetes de tipo 2.
Piel
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La hepatitis C puede aumentar el riesgo de padecer afecciones que afectan al aspecto o al tacto de la piel. El liquen mixedematoso (LM) y el liquen plano causan pequeñas protuberancias en los brazos, el tronco y la cara. Si el liquen mixto empeora, puede hacer que la piel se tense y endurezca. Los nevos en araña son pequeños puntos rojos con líneas radiantes que pueden aparecer en la cara o el tronco. La cirrosis terminal suele provocar prurito, una afección que causa picor en todo el cuerpo.
Uñas y cabello
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Si tiene pinchazos, ardor o entumecimiento en la piel, podría deberse a parestesia o neuropatía periférica, dos afecciones nerviosas relacionadas con la hepatitis C. Las uñas y el cabello se ven afectados cuando la hepatitis C avanza hacia la cirrosis: El colágeno que produce el hígado para intentar curarse puede hacer que las uñas se vuelvan frágiles y que el pelo se caiga.