Es posible que hayas oído historias sobre la hepatitis C y te preguntes si son ciertas. A continuación te presentamos algunos mitos comunes sobre el virus que pueden demostrarte que no es tan aterrador como podrías haber pensado.
Mito: La hepatitis C es poco frecuente.
Realidad: Alrededor de 3,5 millones de personas en Estados Unidos la tienen. Eso es aproximadamente 1 de cada 50. Es la infección más común que se transmite por la sangre en EE.UU. Cada año se diagnostican unas 30.000 personas con hepatitis C.
Mito: No puedes tener relaciones sexuales si tienes hepatitis C.
Realidad: El riesgo de contagio del virus por contacto sexual es bajo. Pero es importante tomar precauciones durante las relaciones sexuales. Las posibilidades de contagio son mayores si estás con una pareja nueva o has tenido muchas parejas. Es una buena idea utilizar preservativos durante las relaciones sexuales para evitar el contagio del virus.
Mito: Los adolescentes son más propensos a tener hepatitis C.
Realidad: Los baby boomers, es decir, los nacidos entre 1945 y 1965, son los más propensos a contraer la hepatitis C. Podría ser porque se infectaron hace años, cuando la sangre no se analizaba tan bien como ahora.
Los CDC recomiendan que todos los baby boomers se hagan la prueba del virus de la hepatitis C. También sugieren que se haga la prueba a cualquier persona que:
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Tenga problemas con el hígado
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Se ha inyectado drogas
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Tiene el VIH
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Ha recibido una transfusión de sangre antes de 1992
Los niños nacidos de madres con hepatitis C también deben hacerse la prueba.
Mito: existe una vacuna para la hepatitis C.
Realidad: Las hay para la hepatitis A y B, que son causadas por virus diferentes. Pero no hay ninguna vacuna para prevenir la hepatitis C.
Mito: Una vez que se ha tenido hepatitis C y se ha tratado, no se puede volver a contraer.
Realidad: Si tu cuerpo combatió el virus por sí mismo o con el tratamiento, eso no significa que no puedas volver a contraerlo.
Mito: Se puede contraer la hepatitis C por compartir utensilios para comer.
Realidad: El virus se puede contagiar al compartir objetos -como cepillos de dientes y maquinillas de afeitar- que han estado en contacto con la sangre de otra persona. Pero la hepatitis C no se contagia por usar los mismos tenedores, cucharas o cuchillos. Tampoco se transmite por besar, abrazar, dar la mano, toser o estornudar.
Mito: Todos los medicamentos contra la hepatitis C tienen terribles efectos secundarios.
Realidad: Los nuevos medicamentos antivirales han hecho que el tratamiento sea más corto, más eficaz y con menos efectos secundarios. El objetivo de estos fármacos es eliminar el virus del organismo. Algunos lo consiguen en sólo 8 semanas. Mientras tomes estos fármacos, acudirás a tu médico con regularidad para asegurarte de que tu cuerpo está respondiendo bien al tratamiento.
Mito: Es casi imposible curar la hepatitis C.
Realidad: Alrededor del 90% de las personas se curan de la hepatitis C con pocos efectos secundarios.
Mito: Se puede saber que las personas tienen hepatitis C sólo con mirarlas.
Realidad: Aproximadamente la mitad de las personas con el virus no saben que están infectadas porque no presentan signos de infección. Pueden pasar años hasta que aparezca alguno.
Si finalmente tienes síntomas, pueden ser:
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Ictericia (coloración amarilla de la piel y los ojos)
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Sensación de cansancio
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Náuseas
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Falta de apetito
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Dolores musculares
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Facilidad para sangrar o tener moratones
En casos graves, puede tener líquido en el abdomen (su médico puede llamarlo ascitis).