Emociones de los cuidadores: Cómo reconocer y gestionar sus sentimientos

Al cuidar a alguien, puede pasar de sentir una profunda conexión a la ira o la tristeza. Aprenda qué sentimientos pueden surgir y cómo manejarlos.

No hay dos experiencias de cuidado iguales. Lo que desencadena una persona puede no ser un problema para otra. Usted tiene su propia relación con su ser querido, rica y compleja por su historia compartida. Por eso es importante saber que no hay una fórmula para saber lo que vas a sentir o cuándo. Y no hay sentimientos que debas o no debas tener. Las emociones surgen, lo quieras o no.

Para ofrecer la mejor atención posible, es útil conocer los tipos de sentimientos que pueden surgir, cómo reconocerlos y qué hacer para gestionarlos.

Lo que puedes sentir

Muchas personas tienen estos sentimientos desafiantes, al menos a veces. Y estas emociones pueden aparecer de diferentes maneras, día a día.

La ira y el resentimiento. Desde la falta de aprecio hasta la sensación de estar atrapado, el estrés de los cuidadores puede desencadenar su ira... Puede perder los nervios o soltar algo que normalmente no haría.

Lo que puedes hacer: Si ocurre, perdónate a ti mismo. Aléjate si lo necesitas o respira un poco para centrarte.

Miedo y ansiedad. Puede que tengas una larga lista de preocupaciones: ¿Qué pasa si no estoy cuando algo va mal? ¿Y si cometo un error? La ansiedad se produce cuando nos sentimos fuera de control. También es una advertencia para que prestes atención y atiendas tus propias necesidades.

Lo que puede hacer: Intenta evitar centrarte demasiado en los "y si". Mantén tu atención en las cosas que puedes controlar, como hacer un plan de respaldo para cuando no puedas estar cerca.

Duelo. La gente suele pensar en el duelo cuando alguien muere, pero en realidad se trata de una pérdida. Cuando un ser querido enferma, cambia esa persona que conoces tan bien, lo que también afecta a tu relación. Eso es una pérdida.

Lo que puedes hacer: Puede que necesites hacer el duelo. A veces, necesitarás llorar. Y eso está bien. Es una forma de que tu cuerpo libere esa presión.

La culpa. Esto es muy familiar para muchos cuidadores: La culpa de no estar haciendo lo suficiente, de que deberías ser mejor en esto, de que sólo quieres que termine. Es una ciénaga en la que podrías hundirte, pero eso no te ayuda ni a ti ni a tu ser querido.

Lo que puedes hacer: No seas tan duro contigo mismo. Si sientes que no estás haciendo lo suficiente, imagina que no estuvieras ahí: mira la diferencia que haces cada día.

Tristeza y depresión: cada día te enfrentas a la pérdida y al cambio. La tristeza está destinada a aparecer. Si no te abandona y crees que puedes estar deprimido, busca ayuda de inmediato.

Lo que puedes hacer: Puedes empezar con tu médico o hablando con un terapeuta. Además, el ejercicio y las actividades sociales son excelentes formas de manejar la tristeza y la depresión. Aunque no solucionan el problema, te proporcionan alivio del estrés, energía, un mejor estado de ánimo y una conexión social si te ejercitas con otras personas.

Cómo gestionar tus sentimientos

Piensa en los siguientes consejos como herramientas de tu caja de herramientas emocional. Puede que no los utilices todos los días, pero los tienes cuando los necesitas.

Recuerde que cuidarse a sí mismo significa que será un mejor cuidador. No es egoísta. Es una inversión inteligente en ti mismo y en tu ser querido.

Acepte su experiencia: todas sus emociones -buenas, malas y feas- son válidas. No puedes controlarlas... Y lo único que dicen de ti es que eres humano. La clave es dejar que estén ahí y tratar de no actuar sobre ellas. Comprueba si puedes entender lo que desencadena un sentimiento. Eso puede guiarte hacia una solución.

Manténgase activo y social: si los cuidados se apoderan de su vida, es probable que se agote. Dedique tiempo a sus amigos, aunque sólo sea un té o una llamada telefónica después de que su ser querido se vaya a dormir. Y manténgase al día con los pasatiempos, los grupos comunitarios y las actividades que le aporten alegría y significado.

Tómate descansos y prográmalos, si puedes. Si la familia o los amigos no pueden conseguirle tiempo, consulte a un grupo religioso o comunitario. A veces, pueden enviar voluntarios para que le hagan compañía a su ser querido mientras usted se toma un descanso. Todo el mundo necesita tiempo para recargarse a su manera.

Algunos días, sólo necesitas desahogarte. No escondas tus sentimientos... Habla con amigos o familiares que te den apoyo positivo. Un terapeuta también puede ser de gran ayuda... Puedes ser totalmente sincero sin miedo a ser juzgado.

Únete a un grupo de apoyo. Puedes encontrarlos en línea o en persona en lugares como hospitales, casas de culto y centros de ancianos. Te ofrecen un espacio seguro para hablar de tu experiencia. Y puedes compartir consejos con otros cuidadores.

Cuide su salud física. Su salud física afecta a su bienestar general, así que no la deje de lado... Intente:

  • Comer sano

  • Hacer ejercicio 30 minutos al día

  • Dormir lo suficiente

  • Acude a tus propias citas con el médico

  • Meditar o hacer yoga

Céntrate en lo positivo... Cuando replanteas el cuidado para centrarte en los aspectos positivos, te ayuda a evitar el agotamiento y la depresión... Por ejemplo, quizá te sientas:

  • Un sentido de propósito en tu vida

  • Más cerca de su ser querido

  • Satisfecho al devolverle a alguien a quien amas

  • Bien por ti mismo

  • Complacido de ser un modelo de cuidado para tus hijos para que ellos puedan hacer lo mismo algún día

  • Satisfecho por saber que su ser querido recibe un gran cuidado

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