La enfermedad renal se controla mejor cuando se detecta a tiempo. Estos signos de advertencia le servirán de aviso.
Conocer las señales de advertencia puede ayudarle a ser diagnosticado y tratado a tiempo, y a evitar problemas de salud más graves.
¿Qué es la enfermedad renal?
Los riñones -órganos con forma de frijol situados a ambos lados de la columna vertebral- son pequeños, pero tienen una gran labor en lo que respecta a tu salud. Filtran el agua sobrante y los desechos de la sangre, producen orina y ayudan a controlar la tensión arterial. Si se dañan y dejan de funcionar como deberían, padeces una enfermedad renal.
Hay varias cosas que aumentan tus posibilidades de padecerla:
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Diabetes
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Presión arterial alta
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Enfermedades del corazón
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Fumar
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Obesidad
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Envejecimiento
Los afroamericanos, los asiático-americanos y los nativos americanos corren más riesgo que otros grupos.
Qué hay que vigilar
La enfermedad renal empeora con el tiempo a medida que los residuos y el líquido se acumulan en el cuerpo. Estos son los signos de advertencia:
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Cambios en tu orina. Puede que orines más o menos de lo normal. O podrías notar un cambio de color o que tu orina es espumosa. Esto significa que las proteínas se están filtrando por los riñones. Otra señal es la presencia de sangre en la orina.
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Piel seca y con picores. Esto puede ocurrir cuando los riñones ya no son capaces de equilibrar los minerales y nutrientes en la sangre.
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Hinchazón. Los riñones ayudan a equilibrar la cantidad de sodio (sal) en el cuerpo. Cuando no funcionan bien, el cuerpo retiene el exceso de sal. Esto puede provocar la hinchazón de la piel alrededor de los tobillos y los pies. También puedes notarlo en las manos o alrededor de los ojos.
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Malestar estomacal. Los residuos acumulados en su sangre pueden causar náuseas y pérdida de apetito.
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Fatiga. Los riñones producen una hormona que le dice a su cuerpo que produzca glóbulos rojos que transportan el oxígeno por todo el cuerpo. Si no funcionan bien, esto no se hace, y puedes tener un problema de salud llamado anemia. Puede sentirse cansado, incluso después de descansar. La calidad del sueño también puede verse afectada.
Cómo obtener un diagnóstico
Si cree que está en riesgo de padecer una enfermedad renal, puede pedirle a su médico que analice su función renal. Para ello es necesario realizar un análisis de orina y otro de sangre.
En el análisis de orina, el médico buscará restos de sangre. También comprobará la presencia en su orina de un tipo de proteína llamada albúmina. Si el resultado es positivo, es posible que quieran repetir la prueba para confirmarlo.
En un análisis de sangre, los médicos buscan un producto de desecho llamado creatinina. Cuando los riñones están dañados, les cuesta mucho limpiarla de la sangre. Una vez que su médico sabe cuánta creatinina hay en su sangre, puede utilizarla, junto con su edad, raza y sexo, para medir el funcionamiento de sus riñones.
Tratamiento
Es raro que la enfermedad renal desaparezca sin más. Con el tiempo, es probable que empeore. Por eso, cuanto antes descubra que la tiene, mejor. Un tratamiento temprano puede evitar que los riñones fallen. Pero no hay un tratamiento único para esta enfermedad. Depende de varias cosas, como la causa de su enfermedad renal.
Es probable que su médico empiece por ocuparse de otras afecciones que tenga. Por ejemplo, es posible que tenga que empezar a tomar una medicación diaria para reducir la tensión arterial o el colesterol. Los síntomas causados por la enfermedad renal, como la anemia o la hinchazón, también pueden tratarse con medicamentos.
Los cambios en el estilo de vida pueden ayudar:
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Intenta hacer ejercicio con frecuencia y bajar a un peso adecuado para ti.
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Come menos proteínas y sal para que reduzcas el trabajo que deben hacer tus riñones.
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Vigila la cantidad de alcohol que bebes.
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Si fuma, es un buen momento para dejar de hacerlo.
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Evita tomar antiinflamatorios no esteroideos (AINE) de venta libre. Estos son duros para los riñones.
Su objetivo es mantener sus riñones funcionando el mayor tiempo posible. Las personas cuyos riñones han fallado necesitarán diálisis (un tratamiento que limpia los desechos de la sangre) o un trasplante de riñón para vivir.