El doctor explica cómo el yoga puede beneficiar a personas de todas las formas, tamaños y capacidades.
Si crees que no eres de los que hacen yoga, piénsalo de nuevo. Casi todo el mundo puede practicarlo, y no se trata de doblarse en un pretzel.
Para hombres y mujeres de todas las formas, tamaños y capacidades, el yoga aumenta la fuerza y el equilibrio. También es una buena forma de aliviar el estrés.
"En un gimnasio, te esfuerzas por llegar más lejos cuando te ejercitas. En el yoga, es lo contrario. Las posturas estimulan toda la gama de movimientos para los que el cuerpo está diseñado", dice Megan Dunne Krouse, instructora de yoga en Chicago.
Cómo hacer yoga cuando se tiene sobrepeso
Cuando Megan García se apuntó a yoga en el Smith College, se sintió intimidada porque era la única persona con sobrepeso de la clase. Sin embargo, siguió adelante y notó que empezó a ganar fuerza, además de sentirse y dormir mejor.
Ahora es una modelo de tallas grandes e instructora de yoga certificada por Kripalu que da clases en Nueva York y se especializa en enseñar yoga a personas de todas las formas y tamaños.
García descubrió que el yoga la cambió de forma inesperada.
"Antes de empezar a hacer yoga, vivía la vida de cuello para arriba", dice. "Después del yoga, empecé a sentirme realmente a gusto en mi piel. Si no hubiera hecho yoga, no me imagino sintiéndome tan bien en mi cuerpo. El yoga ha hecho que me resulte cómodo sentarme en el suelo, girar, doblarme. Me hace sentirme en mi cuerpo".
RaeAnn Banker, propietaria de River Yoga en Lahaska (Pensilvania), empezó a tomar clases de yoga cuando cumplió 42 años como un regalo para sí misma.
"Tenía sobrepeso, y como mi madre tenía obesidad mórbida, sabía que era mejor que hiciera algo o iba a acabar como ella", dice Banker.
"Me costó varios meses pasar por el centro de yoga antes de armarme de valor para entrar. Pero una vez que empecé, me encantaron las clases. Era la alumna más débil de la clase, pero seguí yendo", dice Banker. "Acabé perdiendo 35 libras en los dos años siguientes y convirtiéndome en profesora de yoga. El yoga cambió literalmente mi vida".
El yoga con la parálisis
Matthew Sanford, que está paralizado del pecho para abajo desde un accidente de coche a los 13 años, dice que el yoga le ha ayudado a "vivir con más vitalidad."
"Me enganché enseguida", dice Sanford, que ahora es instructor de yoga en Minnetonka, Minnesota, y autor de Waking: A Memoir of Trauma and Transcendence.
Sanford recuerda su primera clase de yoga: "Me levanté de la silla de ruedas y abrí las piernas en V. Fue muy, muy emotivo. Se me caían las lágrimas. No entendía cómo podía sentir tanto".
Sanford sabe que algunas personas pueden preguntarse por qué lo intentó. "La respuesta es que es tu derecho de nacimiento. Y eso es cierto, tanto si eres discapacitado como si no", dice.
"El yoga no discrimina", dice. "El yoga te hará sentir bien. El yoga, en su raíz, trata de llevar más conciencia a la acción y al movimiento. Cuanto más te metes en tu cuerpo, más conectado estás con el mundo".
Consejos para probar el yoga
Consulte a su médico antes de empezar el yoga o cualquier programa de ejercicios nuevo. Y ten en cuenta estos consejos:
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Escoge un estilo de yogathat que se adapte a ti.
No todas las clases de yoga son iguales. Algunas son más vigorosas que otras; otras pueden hacer hincapié en la meditación.
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Encuentra un profesor que te guste.
Las clases que se anuncian como "de iniciación" o "para principiantes" pueden atraer a una amplia gama de niveles de habilidad. Puedes apuntarte a una sesión privada personalizada según tus necesidades.
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Ve a tu propio ritmo.
Puedes modificar las posturas de yoga utilizando bloques, correas y otras herramientas para no estirarte demasiado. Pide ayuda a tu instructor y que te haga modificaciones que se adapten a tus necesidades.
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Escucha a tu cuerpo.
Si estás forzando una posición que te resulta dolorosa, es una señal para parar.
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No te compares con los demás.
No se trata de ser tan flexible como los demás... o como las personas que ves en las revistas de yoga que llevan años practicando. Y recuerda siempre que también hay espacio para ti.