6 razones por las que odias hacer ejercicio

Los expertos explican al médico por qué no te gusta hacer ejercicio y cómo puedes estar saboteando tu entrenamiento.

Sabes que deberías hacer ejercicio, ya que es bueno para ti. Entonces, ¿por qué es tan difícil mantenerse activo?

Resulta que las razones pueden no ser las que crees. A continuación, te explicamos qué es lo que realmente te impide seguir una rutina de ejercicios, y te aconsejamos que sigas haciéndolo.

1. Estás haciendo ejercicio para perder peso

Una de las principales razones para iniciar un programa de fitness es la pérdida de peso. Es un motivador sorprendentemente malo cuando se trata de conseguir que te pongas las zapatillas.

En un estudio, algunas mujeres hicieron ejercicio para perder peso. Otras mujeres, que hacían ejercicio para sentirse mejor y frenar el estrés, hacían más ejercicio.

La solución:

Debes recordarte a menudo todas las formas en que el ejercicio te hace sentir bien, como tener más energía y descansar mejor, que no tienen nada que ver con la pérdida de peso, dice Maryann Jacobsen, RD.

Para algunas personas, hacer ejercicio puede evocar sentimientos de haber sido elegidos los últimos en el gimnasio cuando eran niños. -- Rich Weil

2. Te estás pasando de la raya

No hay duda de que el ejercicio puede suponer un gran cambio en la vida, pero al principio el cambio no debería ser drástico.

Demasiada gente se lanza, se excede y luego lo deja porque es demasiado, dice la doctora Leslie Becker-Phelps.

La solución:

Comienza a hacer una rutina de ejercicios lentamente, tal vez con sólo 5 minutos de caminata al día, si no eres activo ahora, dice Becker-Phelps.

3. Te sientes mal con tu cuerpo

Quizá te acompleja tu estómago cuando haces una sentadilla, o no te gusta cómo te quedan los pantalones de yoga. O puede que sea algo más que eso.

"Para algunas personas, hacer ejercicio puede hacer aflorar los sentimientos de haber sido elegidos los últimos en el gimnasio cuando eran niños, dice Rich Weil, director del Programa de Pérdida de Peso del Centro de Investigación de Nutrición de la Obesidad de Nueva York.

El remedio:

Weil recomienda buscar en Internet grupos de actividades de apoyo para adultos de todos los tamaños. Muchos YMCA y gimnasios privados ofrecen este tipo de espacios seguros, dice.

Otra opción es hacer ejercicio en la intimidad de tu casa. Encuentra un entrenamiento adecuado para ti en un DVD, un canal de YouTube o un podcast. Esto es algo que puedes hacer en tus pijamas, dice Weil.

4. Has elegido el entrenamiento equivocado

La psicóloga deportiva Michelle Cleere, PhD, recuerda haber trabajado con una mujer a la que realmente le disgustaba el ejercicio: Me dijo: "Odio la cinta de correr y odio levantar pesas".

La mujer intentaba forzarse a hacer estas actividades porque creía que era lo que se suponía que había que hacer, hasta que Cleere la animó a replantearse su enfoque.

Le pedí que recordara la última vez que se divirtió haciendo ejercicio, y dijo que patinando.

Al cabo de una semana, la mujer abandonó la cinta de correr en favor de algo que le gustaba más.

La solución:

Si estás perplejo, piensa en probar algo que siempre hayas querido hacer pero que nunca hayas tenido la oportunidad de hacer, o algo que hayas disfrutado en el pasado.

Ir en bicicleta, tirar a canasta, bailar. Estas son las cosas que solían apasionarnos, pero que en algún momento olvidamos, dice Cleere.

5. Te duele

Una espalda maltrecha, una rodilla dolorida o la artritis pueden hacer que ponerse en forma sea un reto. Pero si tienes una enfermedad crónica, probablemente necesites aún más el ejercicio.

La solución:

Pide a tu médico que te recete fisioterapia, dice Weil. Me sorprende el número de personas que no dan este sencillo paso. Puede ser de gran ayuda, y a menudo está cubierta por el seguro. El fisioterapeuta te enseñará formas seguras de ponerte en forma y fortalecerte.

6. Crees que cuesta demasiado

Es cierto que puedes desembolsar mucho dinero en fitness. Claro, los entrenadores personales, los equipos de diseño y las clases de Pilates pueden sumar.

La solución:

Deja de lado las actividades caras y cíñete a tu presupuesto. Probablemente ya tengas un par de zapatos para caminar, y dar un paseo rápido -¡y gratis! -- por tu barrio te permite obtener la mayoría de los beneficios del ejercicio. Por ejemplo, "las investigaciones demuestran que caminar 30 minutos al día reduce el riesgo de diabetes en un 58%", afirma Weil.

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