Conozca los aspectos básicos de la endometriosis, una afección uterina, de la mano de los expertos del médico.
La endometriosis es una afección común en las mujeres. Es crónica, es dolorosa y suele empeorar de forma constante.
Normalmente, el tejido que recubre el útero de la mujer, conocido como endometrio, sólo se encuentra en el útero. Pero cuando una mujer desarrolla endometriosis, crecen trozos microscópicos de este tejido en otros órganos como los ovarios,... la pared exterior del útero, las trompas de Falopio, los ligamentos que sostienen el útero, el espacio entre el útero y el recto, y el espacio entre el útero y la vejiga. En raras ocasiones, pueden extenderse fuera del abdomen y crecer en otros órganos, como los pulmones.
Al igual que el endometrio, el tejido responde a las hormonas estrógeno y progesterona engrosando, y puede sangrar de forma intermitente. Pero como el tejido está creciendo en otros tejidos, la sangre que produce no puede salir. Esto provoca la irritación del tejido circundante, lo que causa quistes, cicatrices y la fusión de los tejidos del cuerpo. A la larga, esto puede unir los órganos reproductores y provocar infertilidad.
Los casos de endometriosis se clasifican en mínimos, leves, moderados o graves, según el tamaño de las lesiones y la profundidad a la que llegan en los demás órganos. También se denominan estadios I-IV.
La endometriosis afecta a entre el 3% y el 10% de las mujeres en edad reproductiva, y a entre el 25% y el 50% de las mujeres infértiles. Afecta a entre el 40% y el 80% de las mujeres con dolor pélvico. Afecta a todas las razas por igual. Los síntomas suelen mejorar después de la menopausia.
¿Qué causa la endometriosis?
Los investigadores no saben por qué ni cómo llega el tejido endometrial a otras partes del cuerpo. Pero hay algunas tendencias. La endometriosis tiende a ser hereditaria. La endometriosis se da con más frecuencia en mujeres que tienen ciclos menstruales cortos o un flujo más largo de lo normal: Las mujeres que tienen menos de 25 días entre menstruaciones o que menstrúan durante más de 7 días tienen el doble de probabilidades de desarrollar endometriosis. Y la dioxina, una sustancia química industrial, puede ser una de las causas.
Tampoco está claro cómo la enfermedad causa infertilidad. Algunos investigadores creen que el tejido de la endometriosis altera el proceso de ovulación. El tejido también puede bloquear el movimiento de los óvulos a través de las trompas de Falopio. Otros creen que el tejido produce sustancias químicas... que interfieren en la fecundación. Pero se necesitan más estudios para dar respuestas.
Mitos y realidades sobre la endometriosis
Mito: La endometriosis es sólo una regla muy abundante.
Durante el ciclo mensual, las hormonas hacen que el revestimiento del útero se engrose para prepararse para un posible embarazo. Si no te quedas embarazada, tienes la regla. El tejido se rompe y sale por la vagina.
La endometriosis se produce cuando esas hormonas desencadenan un engrosamiento y una hemorragia en el tejido que crece fuera del útero, como en los ovarios o en las trompas que expulsan los óvulos (las trompas de Falopio). Esto suele hacer que sangres más durante la menstruación, pero no siempre.
Mito: Un sangrado abundante significa que tienes endometriosis.
No necesariamente. Es una de las posibles causas, pero otras cosas podrían ser las culpables, como:
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Crecimientos como pólipos y fibromas.
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Problemas de tiroides
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Embarazo
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Cáncer
Mito: El dolor grave es normal durante la menstruación.
Habla con tu médico si el dolor interfiere en tu rutina diaria. Es un signo común de endometriosis y de otros problemas. Y el dolor puede no limitarse al periodo. La endometriosis también puede causar dolor entre períodos, cuando vas al baño o durante las relaciones sexuales.
Mito: No se puede padecer cuando se es joven.
Si has empezado a tener la regla, puedes tener endometriosis. Es más probable que la padezcas entre los 30 y los 40 años, pero las probabilidades también aumentan si:
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Otros miembros de la familia la han padecido
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Empieza la menstruación joven
Suele tardar entre 7 y 10 años en diagnosticarse. Habla con tu médico si notas síntomas como dolor, sangrado abundante, calambres fuertes, hinchazón y manchado entre períodos.
Mito: Todo está en tu cabeza.
La endometriosis es una enfermedad física, no mental. La acumulación de sangre y tejido puede provocar hinchazón, inflamación, tejido cicatricial y dolor. Pero años de menstruaciones largas y dolorosas y de relaciones sexuales incómodas pueden pasar factura a tu salud mental, sobre todo si no sabes qué las causa. Por eso es importante acudir a un médico, normalmente un ginecólogo. En una gran ciudad, puede encontrar un médico especializado en endometriosis. Ellos pueden ayudarte a diagnosticar y controlar tu enfermedad.
Mito: Los síntomas indican la gravedad de la enfermedad.
No siempre es así. Puedes tener una endometriosis avanzada sin síntomas obvios, o un caso leve que cause dolor intenso y otros problemas. El dolor probablemente se deba a las cicatrices y la irritación causadas por el sangrado, o al tejido endometrial que crece sobre un nervio.
Mito: La endometriosis se debe a algo que has hecho.
Los médicos no saben cuál es la causa de la endometriosis, aunque es hereditaria. Además, la hormona del estrógeno parece empeorar la enfermedad. Cosas como las duchas vaginales o el aborto no la causan.
Mito: La endometriosis significa que no puedes quedarte embarazada.
No es así. La mayoría de las mujeres con esta enfermedad pueden tener hijos. Pero cuanto más grave es la enfermedad, más probabilidades hay de tener problemas. Tu médico puede ayudarte con ciertos tratamientos si tienes problemas para quedarte embarazada a causa de la endometriosis.
Mito: El embarazo cura la endometriosis.
La endometriosis no tiene cura. Tu médico puede utilizar hormonas, medicamentos para el dolor y, en casos graves, cirugía, para controlar la enfermedad. Durante el embarazo, no tienes la regla. Los niveles de la hormona progesterona aumentan, lo que suele aliviar los síntomas de la endometriosis. Pero es probable que vuelvan a aparecer después del parto o de la lactancia.