En una sociedad obsesionada con la apariencia, las personas más atractivas pueden correr el mayor riesgo de sufrir bulimia y anorexia.
¿Muy delgada?
Los investigadores profundizan en el papel de la belleza en los trastornos alimentarios.
Por Tula Karras De los archivos del doctor
21 de febrero de 2000 (San Francisco) -- Michelle Gil, de 31 años, de San Antonio (Texas), es actriz y ex participante en concursos de belleza. Sus labios de Sophia Loren, su piel color moka y sus pómulos de ensueño atraen las miradas, al igual que su esbelta figura de 1,65 metros y 130 libras. Gil se esfuerza por mantenerse en forma corriendo todos los días y comiendo de forma equilibrada. Pero sus hábitos saludables no son fáciles, sino el resultado de años de terapia, medicación y ajustes mentales diarios. Gil es una cleptómana en recuperación.
"Empecé a privarme de comida cuando tenía 16 años", dice Gil. "Y me purgaba a diario cuando tenía 19". Por suerte, la familia de Gil descubrió su peligrosa enfermedad cuando tenía casi 20 años e intervino, ingresándola en un programa de tratamiento hospitalario durante dos meses, una decisión que, según ella, le salvó la vida.
Mirando a Gil, nunca se la consideraría como alguien que alberga inseguridades sobre su cuerpo. Pero un nuevo estudio de la Universidad de York, en Toronto (Canadá), sugiere que son precisamente las mujeres que cumplen con los estándares de belleza de nuestra sociedad las más propensas a expresar insatisfacción corporal, un precursor del desarrollo de un trastorno alimentario.
El alto coste de la belleza
El estudio, δ en el número de enero de 2000 de la revista International Journal of Eating Disorders, analizó a 203 mujeres con una edad media de 21 años. Los investigadores descubrieron que las calificadas con los rostros más atractivos (en una escala de 10 puntos que ignoraba específicamente el peso o la forma del cuerpo) tenían la mayor insatisfacción con sus cuerpos. Las mujeres no sabían que estaban siendo calificadas por su atractivo.
¿Por qué el atractivo físico desempeña un papel tan importante en el desarrollo de los trastornos alimentarios? La doctora Caroline Davis, autora principal del estudio y profesora de psicología de la Universidad de York en Toronto, tiene una teoría sencilla. "Cómo te sientes es a menudo cómo te ven los demás", dice. "Las personas que tienen la suerte de tener un rostro atractivo aprenden a valorarse más en ese sentido desde una edad temprana". Desde entonces, Davis ha replicado sus resultados en un estudio de seguimiento más riguroso en el que se utilizaron ocho calificadores diferentes. El estudio acaba de ser aceptado para su publicación en el Journal of Social and Clinical Psychology.
La belleza no lo es todo
Nadie sugiere que Davis haya encontrado la única, ni siquiera la principal, razón de los trastornos alimentarios. "Hay muchas causas del problema, como la genética, el temperamento y factores biológicos como la química del cerebro", dice el doctor Seth Ammerman, profesor clínico adjunto de Medicina del Adolescente en la Universidad de Stanford, en Palo Alto (California). "Pero este estudio es importante porque nos da una cosa más que buscar para poder intervenir a tiempo".
La propia Davis dice que los resultados de su estudio no influirán en la forma de diagnosticar o tratar los trastornos alimentarios. "Conseguir que los enfermos dejen de verse únicamente como objetos físicos ya forma parte del tratamiento de los trastornos alimentarios". Pero sí cree que los hallazgos subrayan el importante papel que desempeña el entorno en el desarrollo del trastorno, y que los padres tienen una responsabilidad especial a la hora de evitar que un niño se preocupe por su aspecto.
"Deberíamos transmitir a todos los niños el mensaje de que las relaciones sociales, los logros académicos y las habilidades deportivas son objetivos deseables, pero es aún más importante hacerlo con los niños atractivos", cree.
Ammerman y otros expertos están de acuerdo. "Todo se remonta a tener una alta autoestima, que se basa en atributos internos", dice. "Una vez que esos están en su lugar, una persona puede resistir mejor los atributos externos que los medios de comunicación promueven".
Una mujer preocupada por la forma de su cuerpo y su peso necesita centrarse en cualidades no físicas, dice Leslie Bonci, R.D., M.P.H., portavoz de la Asociación Americana de Dietética con sede en Pittsburgh y consejera de trastornos alimentarios. "Pregúntate qué rasgos internos -el humor, la generosidad, la inteligencia- te diferencian de los demás, además del físico", dice. "Apreciar uno de ellos contrarrestará el énfasis en el físico".
Sin embargo, Bonci tiene cuidado de señalar que querer tener el mejor aspecto posible y cuidarse es muy diferente de la vanidad. "No se le puede decir a una persona que no debería preocuparse en absoluto por su aspecto", dice, "pero si toda su autoestima se basa en su imagen en el espejo, tener un mal día de cabello le dejará completamente vacío".