Razones por las que no tienes hambre

¿No tiene ganas de comer? Descubre con el médico qué puede estar detrás de tu falta de apetito.

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El hambre es la señal de tu cuerpo de que necesita combustible. Tu cerebro y tu intestino trabajan juntos para darte esa sensación. Por eso, si no tienes ganas de comer, hay varias cosas que pueden causar esa disminución del apetito, como ciertos medicamentos, emociones y problemas de salud.

Estrés

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Cuando te estresas, tu cuerpo reacciona como si estuviera en peligro. Tu cerebro libera sustancias químicas, incluida la adrenalina, que hacen que tu corazón lata más rápido y que tu digestión sea más lenta. Eso puede frenar tu apetito. Esto se llama respuesta de lucha o huida, y dura poco tiempo. Si estás estresado durante un periodo largo, tu cuerpo libera una hormona llamada cortisol, y te hace tener más hambre, sobre todo de alimentos ricos en calorías.

Medicamentos

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Muchos medicamentos pueden tener como efecto secundario la pérdida de apetito. Algunos de los más comunes son los antibióticos, los antifúngicos y los relajantes musculares. Los medicamentos que tratan la depresión, las migrañas, la hipertensión arterial, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la enfermedad de Parkinson también pueden afectar a su hambre. Si no ha comido, consulte a su médico para ver si alguno de los medicamentos que toma puede ser la causa del problema.

Resfriado o gripe

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Cuando estás enfermo, tu sistema inmunitario se pone en marcha. Libera unas sustancias químicas llamadas citoquinas que pueden hacer que te sientas cansado y sin ganas de comer. Es la forma que tiene el cuerpo de decirle que descanse para poder obtener la energía que necesita para luchar contra lo que le está enfermando. Pero comer algo puede dar un empujón a tu sistema inmunitario. Prueba un plato de sopa de pollo: Las investigaciones demuestran que ayuda a reducir la inflamación, y eso puede hacer que te sientas mejor.

Embarazo

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Se supone que tienes que comer por dos... ¿pero no te apetece picar? Eso es porque muchas futuras mamás luchan contra las náuseas, especialmente durante el primer trimestre. Aunque se llaman náuseas matutinas, pueden aparecer en cualquier momento del día. Los alimentos fáciles de digerir, como las galletas saladas o las tostadas secas, pueden calmar las náuseas. Además, trata de hacer pequeñas comidas o tentempiés a menudo: un estómago vacío puede empeorar las cosas.

Malestar estomacal

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Si tienes náuseas, diarrea y calambres, es posible que tengas una infección estomacal o gastroenteritis. Es cuando un virus, una bacteria o un parásito infectan el estómago y los intestinos. Lo más probable es que lo último que te apetezca sea comer. Cuando las náuseas desaparezcan, empieza con alimentos suaves, como plátanos, arroz o tostadas. Y bebe mucho líquido para asegurarte de que te mantienes hidratado.

Trastornos estomacales

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Cuando la alimentación provoca náuseas, diarrea, hinchazón o dolor de estómago, el apetito puede caer en picado. Esto suele ocurrir con los trastornos estomacales. Uno de los más comunes es el síndrome del intestino irritable, una enfermedad crónica del intestino grueso. La colitis y la enfermedad de Crohn son enfermedades más graves que provocan algunos de los mismos síntomas. Si tienes este tipo de problemas, acude a tu médico.

Anemia

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Esta enfermedad se produce cuando tu cuerpo no produce suficientes glóbulos rojos sanos. Su función es transportar el oxígeno por todo el cuerpo. Si no tiene suficientes glóbulos rojos, puede sentirse cansado y débil, y tener poco apetito. Si tiene síntomas, que también incluyen dolor de pecho y de cabeza, su médico puede hacerle un análisis de sangre para ver si tiene anemia. Si lo está, puede recomendarle suplementos de hierro o vitamina B12.

Cáncer

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La falta de apetito es un efecto secundario común del cáncer. La enfermedad y sus tratamientos, como la radioterapia y la quimioterapia, también pueden provocar náuseas, dolor o deshidratación. Incluso pueden cambiar el sabor u olor de los alimentos. Hable con su médico si le cuesta comer lo suficiente a la hora de las comidas. Es posible que tenga que hacer de 6 a 8 comidas más pequeñas al día.

Envejecimiento

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Hasta un 30% de las personas mayores tienen menos apetito que antes. Puede ocurrir por varias razones. A medida que se envejece, la digestión se ralentiza, por lo que se tiende a sentir saciedad durante más tiempo. El sentido del olfato, el gusto o la vista también pueden debilitarse. Esto puede hacer que la comida sea menos atractiva. Los cambios hormonales, una enfermedad crónica y los medicamentos también pueden frenar su hambre. Habla con tu médico: él puede ayudarte a descubrir lo que está pasando.

Diabetes

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Si la diabetes no se controla bien, los niveles altos de azúcar en sangre pueden dañar los nervios del cuerpo. Uno de ellos puede ser el nervio vago, que controla los músculos del estómago. Cuando este nervio no funciona como debería, los alimentos no se mueven por el tracto gastrointestinal con la misma rapidez. Esta afección, denominada gastroparesia, provoca pérdida de apetito e hinchazón. Se trata con cambios en la dieta, medicación o cirugía.

Hipotiroidismo

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Las hormonas tiroideas controlan la forma en que el cuerpo convierte los alimentos en energía. Cuando esa glándula no las produce en cantidad suficiente, las funciones de tu cuerpo se ralentizan. El resultado: Usted utiliza menos energía y su hambre disminuye. Pero como no se queman tantas calorías, es posible que aumente de peso. El médico puede comprobar la existencia de este problema y, si es así, administrarte la hormona tiroidea para acelerar las cosas de nuevo.

Migraña

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Un golpe de cabeza puede ser suficiente para hacerte perder el apetito. Pero una migraña también puede provocar náuseas y vómitos. Y es posible que no te apetezca comer ni siquiera cuando se te pase. Es habitual que el hambre disminuya uno o dos días después de una migraña. Los medicamentos pueden ayudar a prevenirlas o a tratarlas cuando las tengas.

Depresión

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Para algunas personas, esto puede provocar antojos y aumento de peso. Para otras, puede tener el efecto contrario. La depresión hace que el cerebro libere más cantidad de una hormona llamada factor liberador de corticotropina (CRF). Esto puede hacer que tengas menos hambre. En caso de depresión grave, puede perder el interés por cocinar y comer. Si el cambio en el apetito viene acompañado de un cambio en el estado de ánimo, hable con su médico al respecto.

Conmoción cerebral

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Es una forma leve de lesión cerebral traumática que puede causar mareos, dolores de cabeza y náuseas. En algunos casos, se puede perder parte del sentido del olfato. Esto puede hacer que la comida sea menos atractiva. Si crees que tienes una conmoción cerebral, acude a tu médico. Ellos pueden averiguarlo con seguridad. Si no es grave, puede decirte qué hacer para que te sientas mejor más rápido, como por ejemplo, descansar mucho.

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