¿Pueden los hábitos de sueño de tu hijo hacerle ganar peso?

Una nueva investigación demuestra que la falta de sueño en la infancia puede contribuir a la obesidad más adelante.

Seguramente has oído que el aumento de ver la televisión, el consumo de bocadillos con muchas calorías y la disminución de la actividad física están relacionados con el aumento vertiginoso de las tasas de obesidad infantil. Pero investigaciones recientes apuntan a un nuevo culpable: la falta de sueño.

"Los niños que no duermen lo suficiente corren un riesgo mucho mayor de padecer obesidad que los que duermen lo suficiente", afirma el doctor Frederick J. Zimmerman, director y profesor del Departamento de Servicios de Salud de la Facultad de Salud Pública de la UCLA, y uno de los principales investigadores de un estudio reciente.

El estudio hizo un seguimiento de 1.930 niños de entre 0 meses y 13 años de edad, con un seguimiento de sus patrones de sueño y peso durante cinco años. Lo que encontraron: Los niños de 0 a 4 años al inicio del estudio "que tenían un sueño nocturno inadecuado tenían un riesgo de obesidad aproximadamente un 80% mayor cinco años después". Se trata de una diferencia grande y significativa", afirma Zimmerman. "Si se toma un grupo de 100 niños que no dormían bien, unos 25 más o menos acabarían siendo obesos que de otro modo no lo serían", afirma Zimmerman.

La relación entre el sueño y la obesidad

Por eso, los investigadores afirman que "hay una ventana crítica antes de los 5 años", cuando un sueño nocturno inadecuado puede sentar las bases de la obesidad infantil en los años venideros. La diferencia entre los que durmieron lo suficiente y los que no? Unos 45 minutos, calcula Zimmerman.

El estudio no exploró los mecanismos causales detrás del sueño inadecuado y el aumento de peso, aunque Zimmerman sospecha de varios factores. "Los niños más pequeños, incluso los de 6 y 8 años, que duermen poco se sienten incómodos", dice Zimmerman. Y es posible que intenten sentirse mejor comiendo.

Además, las hormonas que intervienen en la regulación del apetito, la leptina y la ferina, se ven alteradas por un sueño inadecuado en los adultos, y lo mismo puede ocurrir en los niños.

Por último, existe la posibilidad de que los niños que están muy cansados no puedan o no quieran hacer mucha actividad física. Está claro que es necesario investigar más en todos estos ámbitos.

Un resultado sorprendente del estudio: La siesta no redujo el riesgo de obesidad.

¿La conclusión? "Dormir adecuadamente [por la noche] es una de las formas más fáciles de reducir el riesgo de obesidad", dice Zimmerman.

Cómo ayudar a tus hijos a dormir más

Quieres que tus hijos duerman más? La doctora Amy Jordan, directora del sector de Medios de Comunicación y el Niño en Desarrollo del Centro de Políticas Públicas Annenberg de la Universidad de Pensilvania, ofrece estos consejos.

Apaga la televisión. "La televisión no consigue que el niño pase de estar despierto a estar dormido", dice Jordan. Los estudios demuestran que los niños que ven la televisión en la hora anterior a la hora de acostarse se quedan despiertos más tiempo y les cuesta más conciliar el sueño.

Apagar el tiempo de pantalla. La luz de las pantallas del ordenador, la televisión y los videojuegos perturba los ciclos de sueño y vigilia de los niños. Los expertos sostienen que las pantallas encendidas retrasan la producción de melatonina, necesaria para el sueño.

Acurrúcate con un libro. La lectura -incluso durante cinco minutos- crea una pauta tranquilizadora que proporciona a los niños una rutina estable antes de acostarse.

Vigilar los medios de comunicación. Las investigaciones demuestran que los niños expuestos a contenidos aterradores tienen más dificultades para conciliar y mantener el sueño.

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