El neuroblastoma es un cáncer infantil poco frecuente. Descubra qué lo causa y los distintos tratamientos que puede recibir su hijo.
El cáncer suele empezar alrededor de las glándulas suprarrenales, esos órganos productores de hormonas que se sitúan encima de los riñones y que tienen células similares a las nerviosas. Pero el neuroblastoma también puede empezar en otras zonas del cuerpo donde se agrupan grupos de células nerviosas.
Los médicos suelen diagnosticarlo en niños menores de 5 años. Rara vez se observa en niños mayores de 10 años.
Existen varios tipos de tratamiento que ayudan a muchos niños con neuroblastoma a sobrevivir y llevar una vida sana. Los padres también tienen recursos a los que pueden recurrir tras recibir el diagnóstico.
¿Cuáles son las causas?
En general, los cánceres comienzan con cambios (mutaciones) en algunas células del cuerpo de las personas. Los cambios permiten que estas células crezcan sin control. Pueden formar tumores y, a menudo, impiden que las células realicen lo que normalmente deben hacer.
En el neuroblastoma, las mutaciones afectan a las células nerviosas inmaduras de un bebé que aún está en el útero. Estas células se denominan neuroblastos. A medida que el bebé sigue creciendo antes de nacer, los neuroblastos maduran hasta convertirse en células nerviosas funcionales.
En un bebé sano, los neuroblastos desaparecen por completo a medida que el sistema nervioso madura. Pero en los bebés con esta enfermedad, los neuroblastos mutados permanecen y forman un tumor.
Síntomas
Varían mucho, dependiendo de dónde se encuentre el tumor, de su tamaño y de su grado de crecimiento. Muchos de los síntomas pueden apuntar a otras enfermedades distintas del neuroblastoma.
En el abdomen de un niño, puede causar:
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Bultos o hinchazón en el vientre
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Dolor de estómago o sensación constante de estar lleno, lo que puede llevar a la pérdida de peso
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Hinchazón en las piernas del niño o en el escroto causada por tumores que presionan los vasos sanguíneos y linfáticos
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Problemas para orinar o defecar
En la mejilla o el cuello, podría causar:
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Hinchazón en la cara, el cuello, los brazos y el pecho
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Dolores de cabeza y mareos
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Tos o problemas para respirar o tragar
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Cambios en los ojos, incluyendo párpados caídos y tamaños desiguales de las pupilas
El neuroblastoma que se ha extendido puede causar síntomas que incluyen:
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Agrandamiento de los ganglios linfáticos. Se perciben como bultos duros en las axilas, el cuello o la ingle. Aunque la mayoría de las veces son un signo de infección, pueden ser el resultado de un cáncer que se ha extendido al sistema linfático.
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El dolor de huesos, la debilidad en las piernas o en los brazos y los hematomas alrededor de los ojos pueden proceder de un cáncer que ha llegado a los huesos.
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Si un neuroblastoma afecta a la médula ósea, que produce células sanguíneas, el niño puede estar cansado, irritable, débil y tener muchos moratones e infecciones.
Otras dos señales a las que hay que prestar atención:
1. Un tipo especial y extendido de neuroblastoma que se da sólo durante los primeros meses suele provocar bultos azules o morados que parecen pequeños arándanos. Es una señal de que el cáncer se ha extendido posiblemente a la piel. Es muy tratable y a menudo se reduce o desaparece por sí solo.
2. Los neuroblastomas que liberan hormonas pueden provocar otros síntomas, como diarrea constante, fiebre, hipertensión, sudoración y enrojecimiento de la piel.
Diagnóstico
Dado que muchos de los síntomas pueden ser causados por afecciones más comunes, el médico tendrá que realizar pruebas de laboratorio, exploraciones y biopsias para estar seguro de que su hijo tiene este raro cáncer. Estos incluyen:
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Análisis de sangre y orina. Estos miden los niveles de hormonas en su sangre que pueden ser producidas por los neuroblastomas.
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Pruebas de imagen. Estas pueden ayudar a los médicos a averiguar hasta dónde se ha extendido un cáncer.
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Ecografía. Esto puede buscar tumores en su abdomen.
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Radiografías. Estas pueden encontrar cáncer en el pecho y en los huesos.
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Otros tipos de exploraciones. Es posible que te hagan TAC, PET o RMN para que tu médico pueda averiguar dónde más puede estar el neuroblastoma o si un tratamiento está funcionando.
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Biopsia. Un médico puede tomar una muestra de un tumor o de la médula ósea. Un laboratorio realizará una prueba con la muestra para detectar el cáncer.
También es posible que le hagan pruebas de laboratorio que midan el recuento de células sanguíneas, la función hepática y renal y el equilibrio de sales en el organismo.
El neuroblastoma es un cáncer que puede tratarse. El grado de propagación del cáncer es el factor más importante para saber si un niño puede curarse. Cuanto más joven sea la edad en el momento del diagnóstico, mejor será la tasa de supervivencia.
Tratamiento
El tipo de tratamiento que reciba su hijo dependerá de varias cosas. Entre ellas:
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El estadio del cáncer. (Los médicos otorgan a los cánceres categorías basadas en el tamaño de los tumores y en si se han extendido).
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La edad de su hijo
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Dónde empezó el tumor
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Cómo se espera que el tumor responda al tratamiento
Los tipos de tratamiento que su hijo podría recibir incluyen:
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Cirugía. Con ella se extrae un tumor.
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Quimioterapia. Su hijo recibe rondas de productos químicos para matar las células cancerosas.
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Radioterapia. Utiliza haces de alta energía, como los rayos X, para eliminar las células cancerosas.
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Trasplante de células madre. El médico extrae las células madre de la sangre de tu hijo, utiliza la quimioterapia para eliminar las células cancerosas y luego inyecta las células sanas en su cuerpo.
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Terapias más recientes. Entre ellas se encuentran las inmunoterapias, que actúan enviando señales al sistema inmunitario de su hijo para que le ayude a combatir las células cancerosas.
Puedo reducir la probabilidad de que mi hijo lo padezca?
En un pequeño porcentaje de casos de neuroblastoma, los niños han heredado un problema genético de sus padres que les ha dado una mayor probabilidad de padecerlo.
Sin embargo, no se conocen otras causas del neuroblastoma.
A diferencia de muchos cánceres en adultos, no se cree que cuestiones como el peso corporal, la dieta, el ejercicio y la exposición a toxinas y sustancias químicas estén relacionadas con la enfermedad.