Visión general de la misofonía

La misofonía se produce cuando ciertos sonidos son insoportables o dolorosos para usted pero no para otros. Conozca esta inusual condición y lo que puede hacer al respecto.

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La misofonía es un trastorno en el que ciertos ruidos desencadenan fuertes respuestas por su parte, incluyendo algunas reacciones que otros pueden percibir como irracionales. En el caso más leve, incluso los sonidos silenciosos que no molestan a los demás pueden molestarle fácilmente. En los casos más graves, oír ruidos repetitivos, como el tic-tac de un reloj o los limpiaparabrisas, o gente masticando, tosiendo, estornudando y haciendo otras cosas normales, puede disgustarle o enfadarle o provocar una respuesta de lucha o huida.

¿La culpa es de los demás?

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Es posible. Mientras que muchas personas con misofonía reaccionan a los sonidos del entorno, a otras les provocan los ruidos creados por una sola... persona concreta. Así, tu madre tarareando para sí misma o un compañero de trabajo en el cubículo que está comiendo pueden hacerte entrar en cólera.

Posibles causas

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La misofonía suele darse junto con otros trastornos mentales y de salud auditiva, como el trastorno obsesivo compulsivo, los problemas de ansiedad o el síndrome de Tourette. Los expertos no están seguros de que estos trastornos puedan ser los culpables subyacentes de la misofonía. Pero sí... sospechan que hay al menos alguna conexión y creen que la ansiedad por el asunto puede mejorarla o empeorarla.

Lo que no es

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Es normal que un taladro del dentista, el llanto de un bebé o un grito fuerte te sobresalten o molesten. Pero si tiene misofonía -una palabra con raíces griegas que significa odio-, incluso los sonidos ordinarios pueden desencadenar fuertes reacciones. Cosas como el zumbido de los aparatos de aire acondicionado, el tic-tac de los relojes o el pitido de los teléfonos móviles.

¿Comportamiento aprendido?

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Es posible que tu misofonía haya aparecido por primera vez cuando, por ejemplo, estabas ansioso y de repente notaste el sonido de tu pareja al masticar. Si la hora de la comida es tensa en su casa, su cerebro puede crear un vínculo entre la tensión y el sonido. Con el tiempo, puede empezar a sentirse ansioso cada vez que oiga a alguien masticar inocentemente, desencadenando la respuesta exagerada asociada a la misofonía.

¿Una explicación física?

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Las personas con misofonía suelen tener más mielina, una cubierta grasa aislante, en las células nerviosas del cerebro. Y los sonidos desencadenantes provocan una mayor actividad en partes de su cerebro vinculadas a las emociones, como el miedo, así como a los recuerdos a largo plazo. Pero los científicos no saben con seguridad si estos signos físicos son una causa de la misofonía o se producen a causa de ella.

Una avalancha

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Muchas personas se quejan de que la misofonía empeora, pero es más probable que los problemas aumenten y disminuyan según lo que ocurra en sus vidas, como el estrés, la salud o el sueño. Es posible que, con el tiempo, se desarrolle una asociación visual con el sonido, de modo que la mera visión de lo que provoca el ruido genere una respuesta.

Diagnóstico

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No existe un grupo oficial de síntomas ni pruebas para la misofonía, por lo que puede ser difícil de diagnosticar. Un audiólogo puede ayudarle a descartar otros trastornos auditivos y recomendarle asesoramiento o técnicas de afrontamiento. Estos son algunos de los principales signos de la misofonía:

  • Eres muy sensible a sonidos específicos o incluso a pensar en ellos.

  • El sonido te irrita, te asusta o te enfurece, lo que quizá te haga evitar lo que produce los sonidos o incluso arremeter contra ellos.

  • Se pone ansioso al saber que va a entrar en un entorno donde los sonidos están presentes.

  • Su respuesta interrumpe su trabajo, escuela, familia o vida social.

  • Otro trastorno auditivo, de salud o mental no explica mejor sus síntomas.

Tratamiento

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La misofonía no tiene cura ni terapias probadas, pero se puede manejar. Un enfoque multidisciplinar ha demostrado ser el más eficaz. Incluye el asesoramiento de apoyo, la educación sobre cómo reducir la respuesta fisiológica y la terapia cognitiva. La terapia de exposición parece empeorar las cosas, pero una combinación de ruido blanco junto con el asesoramiento en habilidades de afrontamiento ha demostrado ayudar a desensibilizar a los sonidos. Un audiólogo o un terapeuta pueden guiarte a través de las opciones de tratamiento para encontrar la que mejor funcione para ti.

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