Es posible que sienta la PEA de forma diferente a otra persona. Y su médico puede confundir sus síntomas con los de otra enfermedad. Aprenda qué debe buscar.
Es posible que usted sienta el AHP de forma diferente a los demás. Y su médico puede confundir sus síntomas con los de otra enfermedad, lo que puede retrasar su diagnóstico.
Su médico puede ayudarle a controlar la AHP. Pero debe saber a qué signos y síntomas debe prestar atención. Si no se trata, la AHP puede poner en peligro la vida.
Qué hay que tener en cuenta
El primer ataque de AHP no suele aparecer hasta después de la pubertad. Y es más probable que ocurra si eres una mujer de entre 14 y 45 años. Puede notar que sus síntomas son peores durante la segunda mitad de su ciclo menstrual.
Es posible que tenga más de un ataque durante su vida. Durante uno de ellos, los síntomas pueden empeorar a lo largo de unos días o más. Sin tratamiento, pueden durar semanas o meses.
La AHP puede conllevar una amplia gama de síntomas que pueden darse en todo el cuerpo. Pueden incluir:
Dolor grave en el vientre. Este es el síntoma más común. El dolor suele extenderse por todo el vientre. Puede doler tanto que su médico puede pensar que debe someterse a una cirugía innecesaria.
Otros problemas estomacales. Puede tener náuseas o vómitos, y su vientre puede estar muy hinchado. También es posible que se produzca una obstrucción en parte del intestino delgado.
Dolores musculares. Puede dolerle el cuello, la espalda, el pecho, las nalgas, los brazos y las piernas. El dolor puede empeorar durante varios días.
Estreñimiento o diarrea. Puede tener problemas para hacer caca. Con menor frecuencia, puede defecar demasiado.
Cambios en la orina. Su orina puede tener un aspecto oscuro o rojizo. Puede que le cueste orinar.
Adormecimiento u hormigueo. Los daños en los nervios pueden provocar una sensación de hormigueo en los brazos o en los pies.
Debilidad o parálisis. La AHP puede afectar a los nervios que controlan los músculos. Puede sufrir debilidad en las piernas, el vientre y los brazos. Sin tratamiento, puede perder la capacidad de movimiento.
Cambios de humor. Puede estar irritado, agitado o sentir que necesita moverse. También es habitual que se preocupe mucho o se sienta deprimido y pierda el interés por las actividades o se confunda. También puede ver cosas que no existen o volverse muy paranoico.
Menos energía. Puede haber fatiga crónica. Puede tener muchas ganas de dormir. Eso se llama somnolencia. En casos graves, puede entrar en coma.
Insomnio. Esto significa que tendrá problemas para conciliar el sueño o para mantenerlo.
Niveles bajos de electrolitos. Los niveles bajos de sodio, o hiponatremia, pueden ser un signo temprano de AHP. También podría tener niveles bajos de magnesio en la sangre. Su médico puede llamarlo hipomagnesia.
Sensibilidad al sol. A algunas personas con AHP les salen ampollas en la piel cuando están al sol.
En casos raros, los músculos que controlan los pulmones pueden dejar de funcionar, lo que puede afectar a la respiración. Esto pone en peligro la vida y requiere atención médica de inmediato.
Durante los ataques, puede tener:
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Un latido del corazón más rápido de lo normal o irregular
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Una presión arterial alta
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Convulsiones
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Bajo nivel de sodio en la sangre
Si tiene AHP durante mucho tiempo, puede padecer afecciones graves como enfermedad renal crónica, cirrosis (cicatrización del hígado) o cáncer de hígado.
Cuándo acudir al médico
Si cree que tiene AHP, acuda a su médico. Existen tratamientos que pueden ayudarle a controlar y prevenir los ataques, como los cambios en el estilo de vida y la medicación.?