Mete la ropa en la secadora
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Pocas cosas pueden quitar el frío más rápidamente que ponerse la ropa directamente de una secadora tostada. Dale una vuelta corta justo antes de vestirte. El cuerpo suele estar más caliente por la mañana, así que es una buena idea intentar conservar el calor. No durará para siempre, pero te dará un comienzo de día acogedor.
Consigue tus calorías
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Tu cuerpo necesita quemar combustible para mantener la temperatura corporal, especialmente cuando hace frío. Intenta hacer al menos una comida caliente al día, y trata de comer una variedad de frutas, verduras y otros alimentos no procesados.
Usa calcetines en la cama
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Puede parecer gracioso, ¡pero es mejor que los dedos de los pies azules! No sólo te ayudará a calentar todo el cuerpo, sino que los pies calientes también parecen indicar a tu cerebro que es hora de dormir. Si no te convence esta moda para ir a dormir, camina con unas acogedoras zapatillas durante una hora antes de acostarte.
Elige tu pijama con cuidado
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Duerme con tejidos suaves y flexibles. La franela te mantendrá calentito, pero sigue respirando para que no pases demasiado calor ni te humedezcas por el sudor. La seda también puede ser cálida, pero no respira tan bien. Si tienes mucho frío, la ropa interior larga e incluso un gorro o una gorra de dormir pueden ayudarte.
Toma hierro y vitamina B12
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Sin la cantidad suficiente de ambos, puedes padecer anemia, lo que significa que tienes muy pocos glóbulos rojos para llevar el oxígeno por el cuerpo. Eso puede hacer que te sientas frío. Algunas personas no obtienen suficiente B12 de los alimentos o no la absorben fácilmente. Las mujeres embarazadas a veces tienen niveles más bajos de hierro, porque su cuerpo utiliza más de lo habitual. Consigue B12 en el pollo, los huevos o el pescado. Obtenga hierro de las aves de corral, el cerdo, el marisco, los garbanzos y las verduras de hoja verde.
Vístete a capas
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Unas cuantas capas ligeras te abrigan mejor que una sola pesada. Empieza con algo fino, como la ropa interior térmica que evacua la humedad. Añade un aislante como una chaqueta de plumas o un jersey de lana en el centro. Utiliza un cortavientos como capa exterior. Tres capas parecen ser el punto ideal, pero puedes ajustarlas. Añade otra capa si todavía tienes frío y quítate una cuando tengas calor.
Calentar el colchón
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Una manta eléctrica desperdicia la mitad de su calor hacia el techo. También puede amontonarse. En cambio, un cubrecolchón calefactado se ajusta como una sábana. Como no se mueve tanto, es probable que no se desgaste tan rápida o fácilmente como una manta.
Dale sabor a tu vida
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Notas un poco de sudor en tu frente cuando comes esos jalapeños de más en tu local de tacos favorito? Eso es porque la comida picante literalmente calienta tu cuerpo. No hay nada malo en ello, a no ser que tengas problemas estomacales como las úlceras. De hecho, una dieta picante puede ser buena para ti. Pero no te excedas, sobre todo si notas que no te sientes bien después.
Calentadores de espacio enchufables
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Pueden ayudar a calentar áreas más pequeñas. Elija una unidad aprobada por UL que se adapte a su espacio y propósito. Un modelo de convección con ventilador puede ser mejor para calentar toda una habitación. Un modelo radiante es mejor para calentar un punto específico. Colóquelo en una superficie plana, lejos de personas en movimiento. Mantén alejados a los animales domésticos y a los niños. Enchufe los calefactores eléctricos directamente en la pared y busque un interruptor de seguridad que lo apague cuando se le caiga.
Mueve tu cuerpo
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Sal a caminar o a correr. Si hace demasiado frío en el exterior, ve al gimnasio o haz saltos, flexiones u otros ejercicios en el interior. No sólo te hará entrar en calor, sino que te ayudará a desarrollar y mantener tus músculos, que también queman calorías y producen calor corporal. Si estás lo suficientemente sano para ello, el ejercicio vigoroso puede incluso elevar tu temperatura corporal central, al menos durante un tiempo.
Dale tiempo
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Tómate unas dos semanas para adaptarte a un nuevo lugar que es mucho más frío de lo que estás acostumbrado. Esto puede ser más difícil a medida que envejece o si tiene muy poca grasa corporal. Algunos medicamentos, como los que se toman para las alergias o el asma, también pueden ser un obstáculo. Las personas que pasan mucho tiempo al aire libre suelen acostumbrarse más fácilmente a los cambios bruscos de temperatura.
Compra las botas adecuadas
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El hecho de que tu calzado esté aislado no significa necesariamente que te mantenga caliente. Las botas que no están bien selladas contra la humedad pueden convertirse en bloques de hielo. Busca una clasificación IPX alta. IPX-8 es el más alto. Significa que podrías sumergir toda la bota en agua y tu pie se mantendría seco. Y asegúrate de comprarlas lo suficientemente grandes para que quepan unos calcetines de lana gruesos.
Mantén el control
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Informa a tu médico si eres más sensible al frío que en el pasado. Podría ser un síntoma de un problema de nutrición, de los glóbulos rojos (anemia), de los vasos sanguíneos, de la glándula tiroides o del termostato del cerebro. Intenta anotar la frecuencia con la que ocurre, cuánto dura y si empeora. Tu médico podría hacer algunas pruebas para acotar la causa.